miércoles, 30 de diciembre de 2009

Be loved XVII~

El teléfono sonó. Sabía quién era, no debía ni pensar en correr a atender antes de que alguien lo hiciese, pero me ganaron. La pulguita hermosa me ganó.
Me quedé cerca, aunque ella ni se percató de mi presencia.
- Hola cuñado...-murmuró para que nadie la escuchase.- Ajá, está en la cocina.-comentó enredando el cable del teléfono en su dedo.- Sí, pero... ¿puedo preguntarte algo? -suspiró y habló.- ¿Está bien Ryuusei? Me di cuenta que se avergonzó demasiado, y no creo que sea para tanto.-escuchó la respuesta y sonrió.- Lo sé, he estado hablando mucho con él anoche.-se quedó con la boca abierta unos segundos y luego se rascó la cabeza con la mano libre.- Ehh...-titubeó.- No he tenido, pero no es que me avergüence lo que pasó.-murmuró.- Yo... él me gusta hace mucho.-dijo con voz segura y fruncí el ceño arrepentido, despreciándome por el hecho de haber arruinado su primer beso.- Ajá, gracias. ¡Pi!-gritó y me acerqué corriendo como si nunca hubiese estado parada a metros de ella. Me alcanzó el teléfono.
- Amor, me siento un tonto.-mi hermana me miró extraño pero se fue. Suspiré.- Se lo arruiné.-murmuré.- Su beso, su primer beso, lo arruiné.-mi voz denotaba pena, pero como siempre supo tranquilizarme.- Lo sé, soy muy cuidadoso con ella, que hasta arruino sus momentos importantes y así todo no me odia.-sonreí, cambiamos de tema.- ¿En el parque? Genial, en media hora. Llevo comida.-reí.- Te amo.-dije bajito.- Adiós.
Me vestí y tomé comida que había dejado preparada temprano, suponía que íbamos a almorzar juntos, por lo que unos oniguiris y un poco de tempura, entre otras cosas, estaban guardados en la heladera listos para ser degustados.
Los tomé de allí y los coloqué dentro de un pequeño bolso. Rina se acercó sonriente escondiendo algo en su espalda.
- ¡Pi! -chilló riendo.
- ¿Qué pasa pulguita? -sonreí mirándola.
- ¡Que no soy una pulga! -rió y me hecho perfume en el cuello y el pecho.- Para que lo conquistes más.-me guiñó el ojo. Me reí era una loca, pero así la amaba.
- Gracias mi vida.-le despeiné el cabello y le di un beso en la frente.
Salí de casa, y tras cerrar la puerta, caminé hasta aquel parque en el que prácticamente pasé la mitad de mi infancia. Me senté bajo el mismo árbol en donde siempre nos juntábamos y esperé recostado allí con los ojos cerrados.
Me puse a tararear una melodía, quién sabe cuál era, estaba lo suficientemente perdido viendo los ojos de Toma en mi mente, tratando de memorizar todas sus facciones, su sonrisa, cada marca que hubiese en su piel, todo lo que ya conocía de él, pensando en el sabor de sus besos. ¿Era menta o chocolate? No lo sé, pero era mucho más exquisito que eso, tanto que no había algo con que pudiese compararlo.
Y sentí como unas manos me acomodaba un mechón de cabello que se encontraba sobre mis ojos. Abrí los ojos suavemente y allí lo vi.
- Amor…-murmuré, aún era raro sentirlo así, tan mío.
- Pi…-me sonrió y se acercó a darme un pequeño beso en los labios.- ¿Cómo estás?
- Ahora, perfecto, porque estás conmigo.-sonreí y noté un leve sonrojo en sus mejillas. Me acerqué y besé allí.
- ¿Qué trajiste? -husmeó el pequeño bolso.
- Veo que tienes hambre.-sonreí.
- Si, demasiada, Ryuusei comió todo el desayuno y no me dejó ni una tostada.-bufó enojado, fruncí le ceño pensando en aquel chico pero luego sonreí, iba a intentar confiar en mi amigo, aunque era difícil poder decir que le confiaba a mi hermana.
- Ah…-murmuré simplemente.
Rió suavemente y me codeó.
- Tranquilo, ¡no se la va a comer! Es mi hermano, tu amigo, no es cualquiera.-rió suavemente dándome un suave besito en el pecho.
- Es que no importa quién sea, el hecho es que es mi pequeña.-fruncí el entrecejo.
- Amor, confía en ella.-me sonrió.
- En ella confió, en el que no confió es en Ryuusei.-contesté.
- Él la quiere, no le haría daño.-sonrió.- Si te consuela de algo, Ryuusei es virgen aún.-comentó riendo intentando calmarme y debo decir que lo logró aunque sea un poco.
- Ok.-dije dudoso.- ¿No me mientes verdad? -lo miré.
- No podría amor.-sonrió.
Abrió el bolso sin poder aguantar y mordió un pedazo de onigiri, para luego darme en la boca la otra mitad.
- Uhmm, ¡rico! -chilló agarrando otro.
- Me alegro que te guste amor.
La tarde estuvo lleno de delicias, ninguna preparada por mí, únicamente sus besos.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Be loved XVI~

Apenas Yamapi y Rina se fueron, me dirigí a la habitación de mi hermano. Tenía que hablar de un par de cosas con él antes de morir asesinado por mi novio.

Ingresé a la habitación de Ryuusei, quien estaba tirado en su cama con la almohada cubriendo su cabeza y me senté al lado suyo.

-¿Estás psicológicamente preparado para una charla de hermanos? –cuestioné mirando hacia él, por más que no pudiera ver su rostro.

-No. –respondió al instante.

Suspiré y sonreí.

-¿Te gusta Rina? –cuestioné con voz monocorde.

-No. –dijo rotundamente.

-Entonces, ¿por qué la besaste? –insistí.

-No tengo idea, simplemente lo hice.

-Tiene que haber una razón, Ryuusei. No puedes besarla porque sí…

-¡Que no tengo idea! –bufó y apretó con fuerza la almohada contra sus cabellos.

Resoplé al ver su reacción y sonreí. Era obvio que no estaba acostumbrado a todo eso, si había un tema en el que nunca se metía era en el del amor.

-A ver, yo diría que te aclares un poco antes de que Pi te denuncie por abuso de menores. –puse los ojos en blanco.

Ryuusei gruñó.

-Es un exagerado, fue sólo un beso. Ni que la hubiese tocado. –se quejó.

-Lo sé, pero lo conoces. Es demasiado celoso con ella. Para él siempre será una niña frágil a la cual debe sobreproteger. Y más si hay buitres dándole vueltas. –expliqué meneando la cabeza con resignación.

-Hey, ¡yo no soy ningún buitre! –se sacó la almohada y se incorporó. –Yo no miro a Rina como si fuese un estúpido baboso. La quiero, es la hermana de un gran amigo a quien aprendí a apreciar con los años. La vi crecer conmigo, no soy un maldito pervertido. –sus palabras salieron atropelladamente, deseoso de dejar eso en claro.

-Pero entonces, ¿por qué la besaste? –me crucé de brazos y lo miré atentamente.

Ryuusei se quedó mudo, sin saber bien qué decir. Bajó la mirada y la posó en un punto fijo, negándose a mirarme a los ojos. Conocía muy bien esa actitud. Era muy propia de los Ikuta cuando no queríamos reconocer algo.

-Yo no… No sé, es que estábamos hablando y se veía tan linda, tan encantadora que no pude… no pude resistirlo. –murmuró completamente avergonzado, como si hubiera confesado el peor de sus errores.

Me llevé la mano al mentón.

-Mmhh… ¿Es la primera vez que la ves de ese modo? –interrogué.

Mi hermano menor se rascó la cabeza y llevó la mirada a otro punto aún más lejano.

-Eh… No, no es la primera vez. –dijo casi en un susurro.

Chasqué los dedos y asentí con la cabeza.

-Listo, te gusta. No le des más vueltas, es así.

-¡¿QUÉ?! No, no eso no es verdad, ¡no lo es! –exclamó sobresaltado.

Esbocé una gran sonrisa y lo obligué con mi mano a que girara su rostro hacia mí.

-Mi querido hermano, es así. Es demasiado obvio. Yo me di cuenta de que Pi me gustaba porque no paraba de mirarlo, de admirar su belleza. Y aparte porque llegó un punto en el que no podía vivir sin él, ya era demasiado. Bueno, ese es un caso aparte, yo estoy completamente enamorado de ese hombre. –me reí suavemente. –No tengas miedo en reconocerlo, si ella está interesada es aún con más razón. Yo puedo hablar con su hermano para tranquilizarlo un poco, aunque no prometo mucho teniendo en cuenta cómo es él. Espero no tener inconvenientes así con él y que sea celoso sólo con Rina, de lo contrario esto será un poco complicado, aunque no me molestaría tanto. Ver celoso a Pi es muy tierno, que reaccione así me da aún más ganas de besarlo y…

-Basta, deja de hablar de él porque voy a terminar lanzándote por la ventana y luego iré a vomitar. –me detuvo y me fulminó con la mirada.

Me eché a reír y tuve que taparme la boca para detenerme.

-Perdón, es algo inevitable. Más adelante te ocurrirá eso con Rina. –le guiñé un ojo.

-¡Já! Olvídalo, no soy como tú. La melosidad y yo no vamos de la misma mano. –dobló sus piernas para llevarlas hacia su pecho y así poder apoyar su cabeza sobre sus rodillas.

-Pero el amor y tú sí. –dije levantando el dedo índice.

Rodeó los ojos y suspiró.

-Sí, puede ser, quizá. No lo sé aún, este no es mi terreno. Déjame pensarlo un poco y ver cómo se dan las cosas. Es muy pronto para mí reconocer nada.

Sonreí ampliamente y llevé una mano a su hombro.

-Tranquilo, cualquier cosa que necesites me la puedes pedir. Yo te cubro con Pi, lo prometo. –levanté el dedo pulgar como asegurándoselo.

Ryuusei sonrió genuinamente.

-Gracias, hermanito. De verdad te lo agradezco, me da cosa hablar de estas cosas con mis amigos. Sabes que no soy muy amante de las emociones. Y me alegro por ti y por Pi, aunque si es posible no se anden besando frente mío. Los acepto, pero no es muy agradable ver a una pareja así y mucho menos si son dos hombres. –frunció el entrecejo y resopló con fuerza.

Solté una risilla nerviosa me mordí el labio inferior.

-Está bien, haré todo lo posible. Ya que está todo aclarado, ¿vamos a desayunar?

-Por favor, me muero de hambre. –se llevó la mano al estómago y puso cara de sufrimiento.

Y de esta manera nos dirigimos a la cocina, mientras pensaba en arreglar qué hacer en ese día con mi pareja. Era fin de semana, no podía desaprovecharlo.

Be loved XV~

A las 2 de la mañana, mi hermana parecía empezar a quedarse dormida. Sus ojitos no dejaban de cerrarse, y volver a abrirse para continuar riendo. Sabía más que nadie que se estaba obligando a quedarse despierta para seguir disfrutando todos juntos, pero ya no aguantaba. Lo miré a Toma con una sonrisa, y luego observé a Rina. Él asintió, entendiendo con la mirada que todos, incluyéndola, necesitábamos descansar.

- Rina…-hablé.

- ¿Uhm? -dijo parpadeando para intentar despertarse.

- Es hora de dormir…-le dije y ella bufó.

- Eso va para ti también Ryuusei.-Toma empujó a su hermano a la salida.

- Nos están echando porque quieren hacer lo que yo leo en mangas.-mi hermana se cruzó de brazos.

- ¡¡¿El qué?!! -chillamos los dos a la vez.

- Eso que se imaginan…-contestó con una risilla.

- Me preguntó quién te manda a leer esas cosas con lo pequeña que eres.-murmuré enfadado.

- ¡Hey! Tengo catorce, no tres.-chilló enojada también.

Bufé, no quería pelearme con ella. La empujé fuera del cuarto, y con Ryuusei ya fuera, cerré la puerta, para tirarme en la cama sobre Toma.

- Por fin solos…-susurré contra sus labios.

- Ajá…-fue lo único que dijo antes de atrapar mi boca en un apasionado beso.

Acaricie sus brazos, y su cara con mis manos. Mordí sus labios suavecito y me separé.

- ¿Quieres dormir? -murmuré suavemente.

- No aún…-contestó mirándome con una sonrisa. En respuesta tuvo otro beso mío en sus labios, el cual duró bastantes minutos.

- No puedo dejar de besarte.-murmuré con la respiración acelerada.

- Yo tampoco…-me besó de nuevo, esta vez girando en la cama hasta quedar sobre mí. Acaricié su piel por debajo de la remera, y sentí como sus vellos se erizaban.- Amor…-murmuró ronco. Con su mirada me pedía que evitara aquello, por varias circunstancias, nuestros hermanos, sus padres, y por nosotros mismos.

- Lo siento.-dije suavemente y di un suave beso en sus labios para luego adentrarnos en la cama.

Suspiró sonriendo y se abrazó a mí luego. Lo tomé en mis brazos y besé su frente.

- Buenas noches.

- Buenas noches amor.-contestó.

Parecía ser que aquellas ganas de dormir repentinas de ambos, fueran para evitar aquel momento que a la vez tanto queríamos, pero que nos llenaba de dudas y miedos. Aunque de todas formas no fuese el momento indicado.

No tardé demasiado en quedarme dormido. Lo único que supe fue que sus labios fueron lo primer que sentí al abrir los ojos.

- Buenos días amor…-dije aún con los ojos cerrados y el cabello revuelto.

Sentí que rió y me acomodó el pelo un poco.

- Buenos días Pi.-contestó y volvió a besarme.- Son las 11 de la mañana.-habló.- Creo que deberías llevar a Rina a casa.-me sonrió.

- Lo sé, ya es tarde.-suspiré.- Quiero que hable con papá.-lo miré con algo de pena. Papá era un ogro cuando se lo proponía, y no quería que Rina estuviese mal después, pero la charla era inevitable.

Asintió y me levanté.

- Voy a despertar a Rina.-sonreí depositando un beso en sus labios y salí de la habitación.

Caminé por el pasillo a penas unos metros y abrí la puerta de la habitación de Ryuusei.

La imagen me dejó con los ojos abiertos por completo, y tuve unas ganas inmensas de asesinar a Ryuusei de todas las formas posibles.

Mi hermanita ya vestida y peinada, y Ryuusei aún con su pijama puesto, se estaban dando un beso en los labios… ¡en los labios!

- ¡Ikuta Ryuusei saca tus labios de mi hermana ya! -grité enfadado y Rina se separó de inmediato asustada por mi reacción.

- Pero…-habló el menor de los Ikuta.

Toma llegó a la habitación alertado por mis gritos.

- ¿Qué pasa amor? -murmuró.

- ¡Tu hermano estaba besando a Rina! -bufé frunciendo el ceño y únicamente sentí una risita de su parte.- ¿De qué te ríes? -chillé molesto.

- ¿Y qué tiene? -sonrió mirándolos.

- ¡Que es muy chica! -me crucé de brazos molesto, rió y lo miré enfadado.

- Es un beso inocente…-murmuró sonriendo y me dio un beso en los labios.

- Pero…-rezongué contra sus labios.

- Déjalos.-sonrió separándose.

Rina nos miraba emocionada, con brillito en los ojos. Me dio ternura y tuve que sonreí, pero en cuanto dirigí mi mirada hacia Ryuusei volví a fruncir el ceño.

- ¡Más te vale que no la toques! -dije enfadado hacia mi amigo, que me miraba con la pena tatuada en el rostro, estaba colorado de la vergüenza.

Asintió con miedo y volví a bufar.

- Rina, a casa.-hablé aún enojado, aunque no tanto con ella, sino con mi amigo.

Asintió sin objetar y se acercó a mí tomando mi mano.

- Adiós Ryuusei.-murmuró mirándolo y él solo hizo una pequeña reverencia hacia ambos.

Toma le sonrió a su hermano y caminó con nosotros hasta el piso de abajo y luego hasta la puerta. Besé sus labios, sonreí yéndome de la mano de Rina.

Al llegar a casa, papá miró a Rina con enojo, en cambio mamá sonrió tranquila cuando notó que había estado conmigo y no sola quién sabe donde.

Miré a Rina indicándole que fuese a su habitación y tuve una extensa charla con mi padre, en la cual, por suerte, logré acordar aquello que Rina quería, pero a cambio, debía ayudarla todo lo que pudiese con sus notas.

Acepté sin titubear, mi hermana era más importante que cualquier cosa, a excepción de Toma, claro.

Be loved XIV~

Llegamos a mi casa abrazados, riéndonos de nuestra charla. Una vez que estuvimos frente a la puerta, me separé de él y esbocé una sonrisa de disculpa.
-Sólo por si acaso. -le dije en voz baja.
Yamapi asintió.
-Claro, total en tu cuarto no pienso soltarte. -respondió guiñando un ojo.
Me reí suavemente y procedí a abrir la puerta para así ingresar al recinto. A la primera persona que vimos fue a Ryuusei.
-Hey, tanto tiempo. -murmuró sonriente y levantando una mano.
-Pff, demasidado. -puse los ojos en blanco. -¿Y mamá?
-Creo que se fue a cocinar.
-¡NO! -gritó Yamapi y se disparó hacia la cocina.
Mi hermano y yo vimos cómo se iba y Ryuusei reflejó la confusión en su rostro.
-¿Qué dem--?
-Quiere hacer la cena. -lo interrumpí.
-... ah. -murmuró asintiendo con la cabeza y luego se echó a reír. -Este Pi, jamás cambiará.
-Y yo no quiero que cambie. -repliqué.
-Argh, no seas meloso. -hizo una mueca de asco.
Me reí al verlo reaccionar así.
-Eso no es ser meloso, se nota que nunca estuviste en pareja, hermano.
-Ni me interesaría, realmente...
-PIIII, ¡¡¿¿ESTÁS AHÍ??!!
Ambos nos quedamos en silencio al escuchar el grito femenino que se oyó detrás de la puerta. Inmediatamente, reconocimos la voz.
-Rina. -dijimos al unísono y nos dirigimos a la entrada. Apenas abrimos la puerta, vimos a la muchacha empañada en lágrimas, con sus cabellos despeinados. Se abalanzó hacia Ryuusei y lo abrazó para comenzar a llorar. Éste se quedó rígido, shockeado por el contacto repentino. Yo también estaba algo sorprendido, ella no era tan cercana al menor de los Ikuta.
-Rina, ¿qué ocurre? -cuestioné en voz queda mientras me acercaba para colocar mi mano sobre su espalda.
Ésta levantó la cara para dirigir su mirada a mi rostro.
-Lo... ¡snif! Lo... ¡LO ODIO! -volvió a estallar en lágrimas y esta vez me abrazó a mí. Aferré mis brazos a su espalda y acaricié sus cabellos dulcemente.
-Creo que ya sé lo que pasó. -suspiré. Fue justo en ese momento en el que apareció Yamapi, su hermano mayor, completamente desesperado.
-¡Rina! -extendió sus brazos dispuesto a recibirla. No dudé en acercásela ya que él era el mejor consuelo que había para esa chica. Ella se dejó abrazar con fuerza, enterrando su rostro en el pecho de él.
-¿Qué hizo papá? -preguntó enfadado.
Rina se secó las lágrimas con el dorso de la mano y tomó una gran bocanada de aire.
-Quiere cambiarme de escuela por tener malas notas. No quiero irme de ahí, no quiero separarme de mis amigos. ¡No quiero! -su voz se quebró al final y el llanto se hizo presente de nuevo.

Fue una charla bastante extensa, la cual requirió de los consejos de todos. Hasta mi mamá, quien se encontraba cocinando, se nos acercó para ayudar en la conversación. Rina estaba destruída, de verdad quería seguir yendo a ese instituto. Había hecho una gran cantidad de amigos y no estaba lista para dejarlos. La comprendía, si a mí me pasaba eso, me negaría rotundamente a la idea. Sobre todo porque no podría ver a Yamapi con la misma frecuencia y eso era algo que no estaba dispuesto a cambiar.

Luego de tranquilizarla un poco, cenamos todos juntos, con mi papá incluído quien acababa de llegar del trabajo. El ambiente estaba mucho más relajado, Rina se encontraba más tranquila, se interesaba en nuestros temas de conversación y pronto ya estaba riéndose con nosotros.
El momento era de lo más agradable, pero sinceramente yo ya no quería estar ahí. Moría de ganas por estar con mi pareja a solas, sin que todos nos estuvieran viendo y nos cuestionen nada. Así que apenas terminamos de comer, me dirigí a mi habitación esperando que Yamapi me siguiera. Efectivamente él hizo eso, ya que Rina se encontraba muy entretenida charlando con mi mamá y mi hermano.
Al poco tiempo, estábamos los dos en el cuarto, besándonos como si nunca nos hubiésemos besado. Nuestras respiraciones se volvieron ruidosas, irregulares. Nos acariciábamos a tal velocidad que los latidos se hicieron sonoros a causa de esto.
Se separó de mis labios y me miró a los ojos con intensidad.
-¿Qué pasaría si alguien entrara justo ahora? -indagó casi en un susurro.
-Tocarían la puerta antes. Mamá y papá nunca entran sin permiso y Ryuusei sabe que estamos acá. -expliqué mientras revolvía sus cabellos y acercaba su cabeza de nuevo a mi cara para besarlo con ganas.
Él se rió.
-Bueno, entonces... -comenzó a hablar pero rapidamente se calló, congelando sus facciones por completo.
-¿Qué pasa, amor? -pregunté preocupado, tomando su rostro con mis manos.
-¡¿"Amor"?! -se escuchó decir a otra persona, ya que claramente no era ninguno de nosotros dos.
Giré mi cabeza hacia la puerta, rogando que la voz de mi hermano pueda ser así de aguda al querer hacer una broma.
Ah, mierda.
Rina se encontraba en el umbral con la boca en forma de "O", conteniendo la respiración.
Nos había visto. Nos estaba viendo. Y no tenía intención alguna de dejar de hacerlo.
A la velocidad de la luz, Yamapi corrió hacia ella y la empujó hacia adentro, cerrando la puerta y colocándole la traba que ésta tenía. La llevó contra la pared y le lanzó una mirada asesina.
-Tú, pequeña mocosa. Llegas a decir algo y olvídate que te ayudo con lo de la escuela. -amenazó con la voz profunda y grave.
La chica se cruzó de brazos y enarcó una ceja.
-Hecho, pero antes me deberían explicar qué es lo que no debo contar, ya que no termino de entender qué ocurre aquí. -anunció entrecerrando los ojos.
Su hermano se rió histéricamente.
-¿Estás bromeando? Rina, tú más que nadie sabes de estas cosas. ¿Acaso no eres una amante del yaoi? -dijo llevándose las manos a la cintura.
-Una cosa es ver algo en un animé, otra muy distinta ver algo en la vida real. Y peor aún si tu hermano está implicado en ello. -espetó ladeando la cabeza de un lado al otro.
Yamapi se tapó la cara con las manos y suspiró con fuerza.
-Demonios, Rina, no me hagas decirlo. -bufó.
-A ver, entonces sólo responde mis preguntas. ¿Son novios?
-Sí.
-¿Desde hace mucho tiempo?
-No.
-¿Mamá sabe?
-No, pero lo sospecha.
-¿Papá sabe?
-No digas idioteces.
-¿Ryuusei lo sabe?
-Sí.
-¿Y los papás de Toma-chan?
-No.
-¿Puedo verlos besarse?
-¡No! -exclamó Yamapi con furia.
-Mentira, no voy a pedirles algo así. Pero no se priven de nada estando conmigo, yo no voy a quejarme. -guiñó un ojo y se echó a reír.
No pude evitar reírme con ella, me resultó contagiasa su carcajada. Consideraba a Rina una hermana y por más rara que fuera, la quería.
Mi novio nos miró extrañado y luego resopló.
-A veces pienso que ustedes son los hermanos en realidad. -meneó la cabeza y luego rió por lo bajo.
-Quizá. Pero ahora Toma-chan es mi cuñado, ¿no? -me tomó por el brazo y colocó su cabeza sobre mi hombro.
Sobé su cabeza y le sonreí.
-Soy tu hermano-cuñado ahora. Eres mi familia más que nunca. -musité.
Ella se rió encantada.
-Por supuesto, y como te quiero a ti y a mi lindo hermanito les dejaré la habitación para ustedes solos. -se llevó la mano al mentón y esbozó una media sonrisa.
Yamapi rodeó los ojos y soltó una risilla.
-¿Y en dónde piensas dormir esta noche? -soltó burlonamente.
-Puede quedarse en mi cuarto si quiere. -ofreció una cuarta voz, la de mi hermano menor.
-¡Ryuusei! ¿Qué haces aquí? -cuestioné sorprendido.
-Es que seguí a Rina y quise detenerla, pero me ganó. Y preferí esperar a que aclararan las cosas entre ustedes, por lo que terminé escuchando todo desde afuera. -se encogió de hombros.
Ella corrió hacia su salvación y lo abrazó con fuerza.
-¡Gracias, Ryuu-chan! Prometo no molestarte esta noche, me portaré bien. ¡Lo juro! -a continuación, besó su mejilla tiernamente, con una sonrisa de oreja a oreja.
Ryuusei se puso rojo como un tomante, claramente anonadado con el acto de la hermana de Yamapi.
-O-Ok, n-no hay problema... -aseguró con la voz ahogada.
No lo resistí más y me reí a carcajadas.
-¿No era que no te interesaba estar en pareja? -insinué y Yamapi estalló en risas.
-¡Basta! -se quejó Ryuusei pero al ver reírnos terminó haciendo lo mismo.
Rapidamente la risa de Rina repicó junto con las nuestras, creando un ambiente mucho más liviano en la habitación e invitándonos a disfrutar de la noche entre los cuatro, como si fuesemos la misma familia.

martes, 1 de diciembre de 2009

Be loved XIII~

Ryuusei ya se había retirado. La tarde fue más divertida de lo que pensé que sería. Me imaginaba llantos, al menos de mi parte, por la no aceptación de mi amigo. Pero pareciese ser que por ahora todo estaba color de rosa para nosotros.
Estábamos sentados en el sillón. Mamá había salido, unas amigas la invitaron a cenar y la casa se encontraba perfectamente tranquila, como para mirar algún animé en el living de la casa.
Reíamos continuamente. Y estábamos viendo un género que hasta el momento no habíamos experimentado, o muy poco, ya que conviviendo con mi hermana sería difícil no conocer aunque sea mínimamente algo. Pero del conocimiento al hecho había una línea y la había cruzado… y con mi pareja.
- ¡Dios! -rió Toma.- No pensé que el yaoi fuese tan divertido.-sonrió.
- Es que… es como un animé normal, salvo que varían los sexos.-reí también.- No es que cambie demasiado tampoco. Igualmente no entiendo el trauma de mi hermana con esto.-comenté sonriendo.
- Nunca entendí ninguna actitud de Rina.-frunció el ceño.
- Sé, sé que mi hermana es rara.-sonreí.- ¿Recuerdas que cuando éramos más chicos decía que se quería casar conmigo? -reí con ganas.-
- Mil veces le explicamos que eran hermanos y no podían, hasta que lloró por una semana y no dijo nunca más nada del tema.-rió suavemente al recordarlo.- Era muy linda de chiquita.-sonrió.
- Yo soy más lindo.-enfaticé.
- Claro que sí.-me besó suavemente.
Y en medio del beso, la puerta comenzó a abrirse. Saltamos de la impresión y nos acomodamos en el sillón con bastante distancia uno del otro, más que la normal.
- Hola chicos.-una voz masculina resonó en el recibidor.
- H-ho-hola papá.-contesté.
- Bue-buenas noches señor Aoki.-y miró la pantalla asustado, ya que en ese momento Usagi-san se le estaba insinuando sin disimulo a Misaki. ¡Genial! Apagué la tv en cuanto pude. Reaccionando a la velocidad de la luz.
Mi padre frunció el ceño y los hombros quitándole importancia a mi reacción.
- Ikuta-kun…-lo miró- ¿te quedas a cenar? -Toma lo miró y luego me miró a mí que hice una seña negativa.
- No, gracias, Pi irá a mi casa a cenar.-sonrió haciendo una reverencia.
- Está bien.-se dirigió a la cocina y suspiramos.
- ¿Estará bien que vaya? -pregunté.
- Como si mamá fuese a decir algo.-se encogió de hombros.- Sabes que eres el único que siempre es bienvenido en casa.-sonrió tomando mi mano.
- Lo sé.-le di un beso en la mejilla.- ¿Vamos? Me siento incómodo con papá en el mismo techo.-comenté frunciendo el ceño.
- Sí…huyamos por favor.-rió y salimos sin siquiera saludar. Caminamos una cuadra normalmente, aunque había algo diferente, silencio, que más que disimular, lo empeoraba, ya que no era un comportamiento usual, pero nuestras cabezas no parecían tomarlo en cuenta.
Cuando la cuadra terminó, me acerqué y tomé su mano entrelazándola con la mía.
- Él me da miedo.-habló Toma.
- Lo sé, a mi más.-murmuré.- ¿Ryuusei estará en tu casa? -indagué.
- Espero que sí, al menos nos apañaría un poco con mamá.-hablé sonriendo.
- Sí.-contesté y luego pensé.- ¿Mamá salió con tu madre también?
- Creo que no.-contestó.
- Oh… ¿igualmente puedo cocinar yo? -pregunté.
- ¿Crees que mamá se negaría? -rió.
- Entonces, hecho. Cocino yo.-sonreí.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Be loved XII~

Creo que nos pasamos el día besándonos y acariciándonos. No podría decir con exactitud cuál fue la cantidad de horas que estuvimos abrazados en su cama charlando de cualquier cosa mientras nos haciámos esos cariños acompañados por frases tiernas. Almorzamos ahí, él se encargó de cuidarme en todo momento y no me permitió moverme del lugar. Fue demasiado atento conmigo y me sentí culpable por esto, ya que ni siquiera estaba enfermo. Lo bueno era que mi inoportuno inconveniente ya había cesado, por lo que si tenía que levantarme estaba en perfectas condiciones para hacerlo. Dentro de todo le estaba agradecido a esta molestia, ya que fue la excusa perfecta para pasar el día al lado de Yamapi.
Cayó la tarde, y con ella una persona más a la casa. Al sonar el timbre, mi ahora pareja y yo intercambiamos una fugaz mirada.
-Ryuusei. -dijimos a la vez, ya que lo estábamos esperando. Le habíamos enviado un mensaje de texto pidiéndole que fuera con nosotros para charlar de algo.
Se lo ibamos a decir, aunque ya me imaginaba la cara estupefacta de mi hermano.
Yamapi bajó a abrirle y yo esperé nervioso en la cama, haciendo caso a la regla impuesta de no moverme. Me resultaba algo realmente innecesario si es que tenía un dolor estomacal, ya que por más que me moviera no me pasaría nada malo. Suspiré. ¿Para qué autoengañarme? Tal dolor jamás existió. "Deberías aplicar tus clases de teatro ahora" me dije a mí mismo.
Un instante después, el menor de los Ikuta se encontraba en la habitación.
-Hermano, ¡estás vivo! -exclamó a modo de saludo.
Me reí suavemente.
-Hola, hermano, ¿cómo estás? -saludé.
-Bien, bien, aunque según me dijeron tu caso no es el mismo. -murmuró sentándose en la cama. -¿Qué pasó?
Luz, cámara, ¡acción!
-No lo sé, ayer la señora Aoki nos cocinó gyoza. Estaba delicioso, no tienes idea de lo que fue eso. -me mordí el labio inferior ladeando la cabeza de un lado al otro. -Pero creo que me pasé, porque hoy... apenas pude moverme de los retorcijones que me agarraron. -llevé mi mano al vientre e improvisé la mejor cara de sufrimiento que podía hacer. No supe si Ryuusei se la creyó, pero Yamapi tenía la preocupación tatuada en el rostro. Demonios, no me gustaba verlo así. Jamás volvería a mentirle, me hacía sentir la peor basura del universo.
-Ya veo... -musitó mi hermano menor. -Es una lástima que me haya perdido esa cena, pero pensándolo bien, yo hubiese comido muchísimo más que tú. -me señaló. -Así que me salvé de terminar internado. -concluyó.
Los tres nos reímos.
-Seguro, aunque tienes más resistencia que Toma. -espetó Yamapi.
Ryuusei asintió.
-Eso es cierto, pero prefiero no arriesgarme.
Nos pasamos un buen rato hablando de trivialidades, poniéndonos al tanto de lo que sucedió en la escuela en esa jornada. Por suerte, mi hermano tenía mucho ingenio, por lo que se las arregló para cubrirnos ese día en clases. Mintió como el mejor haciendo que en los registros figurara que ambos estábamos en el instituto, realizando actividades que ningún profesor jamás nos encomendó.
-Te debemos una. -dije sonriente.
-No es nada, soy un profesional en este tipo de casos. -respondió tranquilo.
Yamapi soltó una risilla.
-Bueno, pero cualquier cosa que necesites no dudes en pedirnosla.
Ryuusei puso los ojos en blanco.
-Ahórrense tanta ceremonia y díganme de una buena vez de qué tanto querían charlar. -soltó dejando notar la impaciencia en su voz.
Miré a Yamapi con los ojos bien abiertos. Éste hizo una leve mueca y resopló.
-Bien. -comenzó él. -Amigo mío, tenemos algo importante que contarte. -anunció.
Nuestro oyente enarcó una ceja y se cruzó de brazos. Suspiró.
-Son pareja, ¿verdad? -atinó a decir el muchacho.
Los dos abrimos los ojos como platos, abrumados por sus palabras.
-¿Cómo...? ¿Cómo lo... sabías? -murmuré dificultosamente.
Ryuusei soltó una risilla y se llevó una mano a la barbilla.
-Por favor, chicos, no soy estúpido. Viven juntos, son dependientes entre ustedes, no pueden estar mucho tiempo separados. Y, como si fuera poco, se comen con la mirada. No hace falta que lo expresen en palabras. Están locos el uno por el otro. Hasta un ciego lo ve.
Silencio total. Yamapi y yo nos quedamos mudos, sin saber qué decir. Ryuusei nos contempló divertido, como si estuviese reprimiendo la risa.
Hasta que estalló en carcajadas. Y sin entenderlo, nosotros hicimos lo mismo.
Y allí tenías a tres adolescentes riéndose como idiotas, sin estar compartiendo el mismo chiste. O eso era lo que aparentaba.
Tomé aire profundamente para poder calmarme. Los demás comenzaron a callarse y también respiraron hondo, viendo que yo pensaba retomar la conversación.
-Entonces, siempre lo supiste. -observé.
-Claro, era algo demasiado obvio. Creo que lo supe desde el día en que se conocieron. -se encogió de hombros.
-Vaya... -musitó Yamapi. -No sabía que se nos notara tanto.
-Créeme que sí. Al menos a mí no me costó nada deducirlo, los conozco como la palma de mi mano. -sonrió.
Esto era algo demasiado extraño. Ya se había explicado todo y ni siquiera tuvimos que hablar Yamapi y yo.
-Bueno, pero... ¿qué dices? Digo, ¿qué opinas de todo esto? -interrogué curioso por saber su respuesta.
Él estiró sus brazos despreocupadamente y nos miró a los dos.
-Hmm... ¿Qué puedo opinar? Genial por ustedes, sean felices siendo gays.
Ambos nos paramos y entornamos los ojos.
-¡¿QUÉ?!- casi gritamos a la vez.
Ryuusei se rió al ver nuestra reacción.
-Bueno, gays o bisexuales o lo que sea. No me importa, los quiero de cualquier manera. Y mientras estén bien, yo también lo estoy. Saben lo importantes que son para mí. -aseguró.
Miré a mi hermano completamente conmovido. No me hizo falta saber que Yamapi estaba haciendo lo mismo, ya que coordinadamente nos abalanzamos sobre él para abrazarlo con fuerza.
-Te quiero, hermano. -murmuré.
-Te quiero, amigo. Gracias por todo. -dijo Yamapi.
-¡Hey, basta! -se quejó. -¡No me peguen su melosidad!
Entonces los tres volvimos a reírnos, ahora sabedores de que era por la misma broma. Y así estuvimos el resto de la tarde.

martes, 10 de noviembre de 2009

Be loved XI~

En cuanto solté el celular, lo recosté de un rápido movimiento y puse medio cuerpo sobre el suyo, recostando mi cabeza en la curva de su cuello y dando un rápido beso allí. Me preocupaba que Toma tuviese esa indigestión por lo que iba a cuidarlo, como siempre hacía. Le hice cariñitos en la barriga para que doliera menos, y aunque sabía que eso no pasaría, al menos yo me sentía mejor al hacerlo, sentía que lo estaba reconfortando de alguna formal.
- ¿Te duele mucho? -pregunté.
- A-algo…-habló tembloroso, como si algo estuviese sucediendo, pero supuse que era por el dolor. Le di un beso en los labios y me abracé a él. El día estaba precioso para salir, pero tenía ganas de estar allí con él, sin escondernos de nada ni nadie. La casa estaba vacía y estar en silencio abrazado a él era el paraíso.
- Te amo…-solté de repente y luego lo miré y cambié la expresión.- ¿Le diremos a Ryuusei? -indagué.
- ¿El qué? -preguntó él.
- Que estamos juntos.-musité.
- ¿Estás loco Pi? -me miró abriendo los ojos.- Nos matará.-exclamó.
- No creo, somos lo más importante para él…-contesté. Él suspiró y asintió.
- ¿Le dirás a Rina?
- No sé, puede, sabes que ella adora el yaoi, así que supongo que será feliz con esto.-reí.
- Una cosa es eso y otra cosa es que tu hermano sea así.-hizo una mueca y a la vez rió.
- Estará bien, lo sé.-sonreí.
Nos quedamos en silencio. Sonreí refregando mi cabeza por su pecho. Parecía un pequeño gatito en busca de cariño. Noté que sonrió, y comenzó a acariciarme el cabello como tanto me gustaba. Cerré mis ojos y me quedé recostado allí.
- Eres muy tierno…-rompió el silencio.
- ¡No lo soy!
- Sí, si lo eres.-me picó el cachete.- Al menos conmigo si, y por eso te amo.-buscó mis labios y me aferré a sus hombros para besarlo unos instantes.
Sus besos me hacían sentir en las nubes, mi pecho subía y bajaba de forma intensa y mi estómago se regocijaba con un cóctel de mariposas.
Ahora que lo pienso, nuestra relación no era tan diferente a la de siempre, habían pocas cosas que se habían modificado, y que nos hacían querernos más. El besarnos, decirnos te amo, eran como un deleite que nos invadía hermosamente, completando cada parte de nuestro corazón con un poco más de amor cada vez.
Toma, era tan importante, tan necesario para mi vida. Se había convertido en una parte de mí, en mi tesoro, en aquello que nunca quería abandonar, en aquello que parecía matarme si me faltaba unos instantes.
Pensé que quizá era muy extremista mi pensamiento, pero no podía evitarlo.
- ¿Sabes que eres hermoso? -dije abriendo los ojos y susurrando a penas. Sentí el cantar de los pájaros, y al perro de la vecina pero no me inmuté. Solo quería mirarlo a los ojos, y sentir rápidamente otro beso suyo.
El beso no tardó en llegar, y fue dado con tanta ternura que creí que moriría de amor allí mismo. Sonreí aferrándome a su cara con las manos. Enredando mis dedos es sus cabellos, y susurrando pequeños “te amo”.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Be loved X~

Sus manos irradiaban fuego puro y era como si su contacto quemara mi piel. Su cuerpo desnudo se entrelazaba con el mío que también estaba al descubierto, y los jadeos se hicieron constantes e inparables. El sudor empapaba nuestros rostros, pegando mechones de cabellos a nuestras frentes. Ambas lenguas se movían hasta el cansancio en aquellos lujuriosos besos, dejándonos sin aliento. Miré extasiado a Yamapi y éste se relamió los labios sensualmente. Gemí ante tan tentadora imagen.
-Ya es hora... -anunció con una voz ronca que me hizo derretir.
Yo asentí nervioso, pero la ansiedad hacía que quisiera llegar hasta el final.
-Estoy listo. -aseguré colocándome en la cama con los brazos extendidos.
Él sonrió perversamente y se posicionó entre mis piernas. Un instante después, sentí cómo algo que jamás había sentido en mi interior se introducía con fuerza, haciendo que suelte un grito por la mezcla de placer y dolor. Quería más de esa excitante sensación, por lo que con los ojos cerrados supliqué que siguiera con lo que fuera que estuviera haciendo. Con aquello que encendía cada rincón de mi anatomía y me estaba haciendo alcanzar el paraíso...

Fue justo en ese momento en el que me desperté. Me senté en la cama con un sobresalto y miré a mi alrededor sintiéndome completamente perdido. Definitivamente ese no era mi cuarto, por lo que debía ser el de Yamapi. Pero él no estaba allí. ¿A dónde se había ido? Cuando quise levantarme, sentí algo de dolor en mi entrepierna. Eché un vistazo y solté una maldición. Estaba completamente erecto, aquel sueño erótico me había dejado así. Menos mal que la otra persona no estabapresente porque sino me moriría de la vergüenza...
-Buen día. -murmuró Yamapi al abrir la puerta.
Rapidamente me tapé con las sábanas.
-B-buen día, amor. -saludé intentando esbozar una sonrisa.
Él notó esta actitud algo extraña en mi, pero se limitó a acercarse para darme un dulce beso en los labios.
-¿Cómo dormiste? ¿No te pateé ni nada, verdad? -interrogó riéndose.
-Claro que no me pateaste. -solté una risilla. -Y si lo hiciste no me enteré. Estaba muy cómodo durmiendo abrazado a ti... -acaricié su cabeza tiernamente.
Volvió a besarme pero con más dedicación. Aquello que estaba ocultando bajo las sábanas se movió, emocionado. Di un respingo.
-¿Estás bien? - preguntó separándose bruscamente de mi boca.
-Ssi... -murmuré con la voz algo temblorosa.
Él me miró a los ojos, como intentando descifrar qué me sucedía.
-Hmm... Bueno, bajemos a desayunar para ir a la escuela entonces. -sonrió.
Oh, Dios, eso no era bueno. Aún no volvía a la normalidad y no me daba la cara para confesarle que había tenido ese tipo de sueño con él. Era la primera vez que me ocurría, al menos con otro hombre.
-Estem... Ve tú, yo luego te sigo... -le propuse.
Yamapi me miró extrañado.
-¿Por qué?
¿Y qué le podía decir?
-Es que... Me duele un poco el estómago, creo que... creo que comí de más anoche... -mentí rogando que me creyera.
Rapidamente, llevó sus manos a mi cara y me acarició.
-Te traeré alguna medicina, espérame aquí. -dijo preocupado.
"Ya se la creyó demasiado", pensé.
-No, no te preocupes, Pi, ya me pondré bien...
Pero él ya se había levantado y estaba abriendo la puerta para salir. Me insulté mentalmente. ¡Qué inoportuno era! Volví a espiar y el "problema" tenía un mejor aspecto. Pero aun estaba allí, molestando.
-Idiota. Ikuta Toma, eres un idiota. -mascullé para mi mismo.
-¿Qué, amor? -indagó Yamapi ingresando de nuevo a la habitación.
Por suerte yo ya me había tapado de nuevo.
-Nada, sólo... Sólo me quejaba por el dolor estomacal. -atiné a decir.
Se acercó con un vaso de agua y una pastilla. Sus labios estaban fruncidos dejando notar su preocupación.
-Si tan mal te sientes no podrás ir a la escuela... -observó.
Y de repente, se hizo la luz.
-Quizá... Sí, será mejor que no vaya. -coincidí llevándome la mano al vientre mientras tomaba agua para digerir el remedio.
Lo miré intentando mostrar dolor en mis ojos. Él suspiró.
-Entonces, nos quedamos. -declaró.
-¿Nos quedamos? No, tú debes ir a la escuela. -le reprendí, aunque sabía que él se negaría.
-No quiero ir, me quedaré contigo. -besó mi mejilla.
Bingo. Sabía que ocurriría eso. De esa manera solucionaba dos cosas: 1) Mi incómodo problema. 2) Mis deseos enormes de estar con él sin que nadie nos diga nada.
-Bueno, está bien. Pero no sé si será conveniente contarles a nuestras madres.
-No hace falta. Ryuusei nos ayudará. -tomó su celular y comenzó a escribir un mensaje de texto. -Él nos puede cubrir.
Me reí suavemente.
-Gracias a Dios, tengo un hermano tan genial como él. -sonreí complacido al saber que tenía la victoria asegurada.

Be loved IX ~

Me quedé en silencio. Aún no sabía que responder. Lo pensé unos instantes y razoné, seguíamos siendo amigos, eso era algo que nunca iba a cambiar, pero además… ¿éramos pareja?
- ¿Pareja? -dije dudoso.- No es algo que deba decidir yo solo, pero es lo que quiero que seamos.-contesté sonriendo.
Silencio. Sonrió de costado, me miró y me dio un pequeño beso en los labios.
- Me alegra saber eso.-contestó.- Yo también quiero eso, y estoy seguro de que no va a ser fácil.-habló.
- Lo sé, pero si estamos juntos no hay de que preocuparse.-sonreí y le acaricié la cara suavemente. Lo tomé de la mano y lo llevé a la cama donde me acosté y el apoyó su cabeza en mi pecho.- Siempre ha sido así, y ahora aún más.-completé.
- Lo sé.-susurró cerrando los ojos ya que había empezado a hacerle caricias en el cabello.- A pesar de todo, recién me doy cuenta, que ahora sabiendo qué somos realmente me siento menos incómodo.-sonrió.- Y a pesar de que hablamos de esto, y hay besos de por medio, todavía somos los mismos, nos tratamos igual.-rió.
- Es que siempre fuimos así, cariñosos.-contesté.- Natsu se ponía celosa a veces.-reí.
- ¿Ah? -abrió los ojos y me miró.- ¿Por qué?
- Porque decía que era más cariñoso contigo que con ella.-reí suavemente y Toma me imitó.
- Pero eras igual con ella.-comentó.
- Lo sé, pero quizá ella se daba cuenta de lo que me pasaba, no se mostró muy sorprendida cuando le expliqué la situación.-agregué.
- ¿Le contaste? -abrió los ojos como plato.
- No te preocupes, Natsu no le dirá a nadie, sabes que ella no es así.-le sonreí dándole seguridad.
- Tienes razón.
Silencio, pero uno que esta vez no era para nada incómodo. Lo miré a los ojos y él hizo lo mismo. No dejé de acariciarlo, mi mano libre y una de las suyas estaban entrelazadas. No podíamos evitarlo, nos salía natural ahora que sabíamos que estábamos juntos. Nuestros ojos parecían no querer dejar de enfrentarse, y nuestras sonrisas estaban más expresivas que nunca. Corté nuestro contacto visual para darle un pequeño beso, que se tornó apasionado, sin llegar más que a eso, a un simple y hermoso beso. Sabía que iba a costar dar un siguiente paso, teníamos miedo, ambos. No es que tampoco fuéramos muy expertos en el tema sexo, Toma había estado con la misma persona siempre, y yo únicamente con dos, lo que tampoco no era demasiado, y sumándole el hecho de que eran mujeres, y ninguno de nosotros lo éramos.
Seguí besando sus labios unos minutos más.
- ¿Quieres que te de tu pijama? -yo tenía el mío puesto. Aquel pantalón de jogging con una simple remera de entre casa. Y sí, él tenía pijama en mi casa, no es broma.
- Bueno.-lo busqué y se lo pasé.- Gracias.-se dirigió al baño a cambiarse y mientras yo abrí las sábanas y me metí dentro a esperarlo.
A los minutos salió. Aquella remera me encantaba, pero no por la remera en sí, sino por como quedaba perfecta en su persona. En realidad, todo le quedaba perfecto siempre.
Se acostó a mi lado y yo me abracé a él escondiéndome en su cuello como siempre lo hacía.
- Buenas noches.-dijo.
- Buenas noches.-susurré mientras ponía la alarma para la escuela y volvía a acomodarme en su brazo.


Be loved VIII~

Al final no tuvimos que pensar demasiado en qué hacer. La mamá de Yamapi nos había casi obligado a bajar a comer, ya que cocinó "especialmente" para nosotros esa noche. Bien, ese sería un momento realmente incómodo teniendo en cuenta que ella ya se había dado cuenta de lo que ocurría. Y además, su presencia implicaba que no podía ni besarlo ni acariciarlo ni decirle nada romántico. Un solo testigo hacía que mis planes con mi ¿mejor amigo? esa noche no puedan cumplirse. Aún no estaba listo para sacar a la luz el extraño vuelco que ocurrió en nuestra relación.
Bajamos de las escaleras y nos dirijimos al comedor. La señora Aoki ya se encontraba allí en la mesa, esperándonos.
-Espero que les guste. -anunció sonriente. Habían tres platos con gyoza servidos.
-Se ve realmente delicioso. -le dije devolviéndole la sonrisa.
-Es cierto. -coincidió Yamapi. -Te pasaste, mamá.
-¿Pasarme? Para nada, es algo sencillo de cocinar. -hizo una leve mueca con los labios. -¿Qué esperan para sentarse?
Ambos nos acomodamos y procedimos a comer. Tal como lo habíamos dicho, estaba riquísimo. Pero no hablamos de absolutamente nada al principio, ya que ninguno supo qué tema tocar en ese momento. Hasta que aquella mujer rompió el hielo.
-¿Y, chicos? ¿Qué hicieron en el día de hoy?
Intercambiamos una rápida mirada entre los dos y aclaramos rapidamente que sería Yamapi quien hablaría para manejar la situación.
-Nada en especial, escuela, poca tarea... Y en la tarde fui a ver a Ryuusei y Toma en su casa.
Asentí para confirmar sus palabras. Después de todo no era mentira.
-Ya veo... -musitó ella. -¿Y no hicieron nada más?
¡¿Qué?!
-No, ¿por qué? ¿Deberíamos hacer algo más? -interrogó el hijo a su madre tratando de no mostrarse nervioso.
La señora Aoki puso los ojos en blanco.
-No es eso, es que como hoy te vi llegar a casa sonriendo de oreja a oreja pensé que quizá había ocurrido algo...
Abrí los ojos como platos y miré a Yamapi.
-Estás alucinando, mamá. Eso no pasó. -casi gruñó él.
Se produjo un silencio. Entonces se produjo un suave sonido. Un suspiro de ella.
-Lo siento entonces. Me equivoqué. -se disculpó.
De pronto me sentí culpable por estar ocultándole todo a esa mujer. Pobre, se merecía saberlo.
-No te preocupes. -dijo Yamapi.
-Sí, en serio, no se preocupe. -repetí yo intentando apaciguar las cosas.
Ella esbozó una amplia sonrisa.
-¿Quieren más? -consultó cuando vio que habíamos acabado con la cena.
-No, gracias. -dijimos al unísono los dos y nos reímos por esto.
La señora se vio contagiada por nuestra carcajada.
-Bueno, si necesitan algo me avisan, ¿sí?- ofreció ella.
-Claro, no hay problema. -respondí.
-¿Vamos a mi cuarto? -me dijo Yamapi.
Dirigí mi mirada disimuladamente hacia su madre. Estaba recogiendo los platos y cubiertos. Aparentaba no escucharnos, aunque estaba casi seguro de que no era así.
-Sí... -murmuré con un hilo de voz.
Él captó mi indirecta para mostrarnos un poco más discretos y me hizo un gesto con la cabeza para subir. Yo me levanté en silencio y me encaminé a las escaleras.
-Buenas noches, mamá. -dijo Yamapi.
-Buenas noches, señora. -agregué yo al instante.
-Buenas noches, chicos. Que duerman bien. -nos deseó.
Podría jurar que su voz denotaba emoción.
-Igualmente. -respondió él.
Subimos hasta la habitación y resoplé apenas entramos.
-Eso sí que fue extraño. Ya no sé cómo tratar a tu madre. -ladeé la cabeza de un lado al otro y me senté en su cama.
-Lo sé, es demasiado intuitiva. Ya dedujo todo lo que ocurre. -observó.
-¿Y si se lo decimos? -pregunté.
Él me miró frunciendo el entrecejo.
-¿Estás loco? Nos estaría encima todo el día. Y tu mamá también. Sabes que sería así, ellas son muy amigas.
Me mordí el labio inferior al imaginar esto.
-Una verdadera tortura. -opiné.
-Exacto. -asintió.
-Pero por otro lado... me da pena ocultarles todo. Se merecen saberlo...
-¿Saber qué? -preguntó haciendo un gesto desesperado.
-Saber... -de pronto no supe qué decir. Porque en realidad, había algo muy importante que ignoraba. -Pi...
-Dime, amor. -se acercó para pasar su brazo por arriba de mi hombro.
Me mordí el labio inferior mientras planteaba un nuevo cuestionamiento en mi cabeza.
-¿Qué somos? -interrogué.

Be loved VII

- ¿Dormimos? -pregunté intentando generar una solución.- ¿O tienes hambre? Le digo a mamá que prepare algo.-di como otra opción.
- Tranquilo Pi, no tengo hambre, cualquier cosa en medio de la noche hacemos un desayuno tempranero.-rió suavemente Toma.
Silencio.
Nos mirábamos sin saber que decir.
- Creo que la película no fue una buena idea.-habló unos minutos después.
- No del todo.-dije yo.- No digo que no me... haya agradado la situación, pero aún no estoy listo para algo así. Además no tengo la menor idea.-repetí lo dicho hacía unos instantes por los dos.- ¿A ti no te gustó?-me miró y pensé que diría que no.
- Al contrario.-me miró con una sonrisa algo inocente que no cuadraba con lo que hablamos.- Pero…
- Sí, lo sé.
Silencio.
- Estoy algo incómodo.-dije.
- Yo también. ¿Quieres que me vaya?
- No.-dije rápidamente como si estuviese desesperado por tenerlo a mi lado.
- ¿Hagamos algo? ¿Juguemos a algo? -planteó.
- ¿Póker? -solté de la nada y luego me di cuenta de que ese juego a veces tenía doble intención y me arrepentí.- Nada que tenga que ver con sacarse la ropa…-aclaré.
- Mejor no, Pi.-habló.- Ese juego también me recuerda a eso.-comentó.
- ¿Entonces?
- Veamos algún programa de entretenimiento.-dijo.
- A esta hora no hay nada.-aclaré.
Silencio.
- Esto es raro.-rompí el silencio.- No tenemos nada para decir, o al menos nos cuesta hacerlo.-hablé frunciendo el ceño.
- Lo sé.
Y adivinen qué… otra vez silencio.
- Creo que debemos acostumbrarnos a estas situaciones.-hice una mueca.
- ¿A no hablar? -indagó.
- No, a tener las hormonas a flor de piel cuando estamos juntos y solos.-respondí.
- Sí…-dijo susurrando.- De todas formas no quiero apurarme en… eso.-dijo refiriéndose a llegar a “segunda base”.
- Yo tampoco.-dije seguro.- Me encantaría que fuese más fácil.-hablé haciendo una mueca.
- A mi también me encantaría.-sonrió.
- Ya podremos… espero.-dije algo dudoso.
- Hay tiempo…-Toma frunció los labios.
- Si.
- Mucho ¿verdad?
- Mucho.-y algo dudoso y sonrojado le di un pequeño beso en los labios.
- ¿Mañana qué haremos? -preguntó.
- ¿A qué te refieres? -indagué yo esta vez.
- En al escuela.-contestó.- No podremos besarnos.-susurró sonrojado.
- La azotea es nuestra ¿recuerdas? Nadie va a allí.-sonreí.

Be loved VI~

La situación se tornó en verdad curiosa. Era como estuviese viendo la película, pero a la vez miraba a Yamapi. Estaba atento a todo lo que ocurría en la historia sin dejar de deleitar mis ojos con su imagen. Y aparte... aparte... Para ser sincero, estaba trasladando esas escenas a mi mente pero con otros protagonistas. Los que quería que fueran realmente...
-¿Eh? -me despertó de esa especie de transe su voz ronca y profunda. Demasiado sensual para enfriar mis pensamientos. -Nada, amor, no te preocupes. -Definitivamente me hacía sentir extraño llamarlo "amor".
-Te habías quedado mirándome. ¿Tengo monos en la cara o qué? -preguntó divertido mientras revolvía mis cabellos.
Me reí suavemente y me aferré con más fuerza a él.
-Es que eres tan hermoso que me distraigo. -musité acomodando mi cabeza en su hombro.
-Tú también me distraes. -rió. -Lo bueno es que esta película ya la vi, así que de mucho no me pierdo. El tema es que cierta personita aún no la ha visto. -murmuró tirándome de los cachetes. Me quejé entre risas y luego volvimos a quedarnos en silencio, mirando fijamente al televisor.
Y apareció otra escena subida de tono. Y otra más. Y otra más...
Sin darme cuenta, estaba acariciando el pecho de Yamapi insistentemente. Mi mano recorría su piel una y otra vez, llegando a su abdomen en donde mis dedos jugueteaban sin cesar. La temperatura de su cuerpo definitivamente no era la misma, se había elevado tanto que por un momento creí que estaba volando de fiebre. Pero sabía que no estaba enfermo ni mucho menos. Todo parecía indicar que esa película junto con mis roces no tan inocentes le estaban haciendo efecto. Y mi situación no era demasiado diferente. Mi corazón palpitaba escandolasamente, mientras que el aire llegaba y se iba de mis pulmones a gran velocidad. Demonios, me estaba excitando por primera vez en mi vida con un hombre. Y encima era mi mejor amigo. ¿Cómo había cambiado tanto mi vida con ese muchacho?
Llegó un momento que no lo soporté más y levanté mi cabeza para acercarme a sus labios peligrosamente. Lo besé con fervor, mientras mis dedos seguían jugueteando sobre su estómago. Este beso fue diferente. Sin haberlo previsto, nuestras lenguas cumplieron un rol muy importante, entrelazándose entre ellas en nuestras bocas y dándole un toque exquisito a este bailoteo de labios. Ese detalle me inspiraba a seguir explorando su cuerpo con mi mano, dirigiéndola a sus muslos para acariciarlos suavemente. Al poco tiempo, él estaba introduciendo una de sus manos por debajo de mi remera, casi más arañando mi espalda por la desesperación de sus movimientos.
Demonios, a eso se le llamaba besar en serio. Hasta ese momento, jamás me había compenetrado tanto con nadie de esa manera. No encontraba la razón por la cual con Yamapi era todo especial, a tal punto de sentirme un completo y estúpido virgen desesperado por hacer el amor.
Pero el problema radicaba justamente en eso. En realidad, jamás lo había hecho... con alguien de mi mismo sexo. Ese era un tema que en cierto modo me asustaba, me sentía inseguro al no saber qué tenía que hacer.
Y el asunto era el siguiente: ¿cómo parar en un momento así? ¿Cómo poder interrumpir la fogosidad que emanaban nuestros cuerpos en esos momentos?
Afortunadamente, fue Yamapi quien tuvo el incentivo para intentar controlar todo.
-Momento, esto está yendo demasiado rápido. -anunció jadeante.
-Completamente de acuerdo. -afirmé con la respiración tremendamente audible.
-Debemos parar.
-Así es.
-No tengo la más mínima idea de qué hacer con un hombre.
-Y yo mucho menos.
-Detengo la película, ¿cierto?
-Te lo ruego. -supliqué y rápidamente presionó el botón de "Stop" del control remoto. Ambos suspiramos como si nos hubiesemos sacado un peso de encima.
-Bien, el tema es... ¿qué hacemos ahora para tranquilizarnos? -preguntó con la desesperación reflejada en el rostro.
Lo miré imitando su gesto, claramente no sabía la respuesta.
-Ni idea, ¿se te ocurre algo productivo? -interrogué.
Y de esta manera, nos dispusimos a pensar en una alternativa para calmar nuestras hormonas revolucionadas, las cuales no estábamos aún dispuestos a dejar actuar.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Be loved V

Lo tiré a mi lado cuando dijo aquello. Besé sus cabellos y busqué su nariz para darle un besito.
- Los dos lo fuimos.-sonreí con pena pero luego la cambié a una sonrisa amplia.- Pero ahora estamos juntos.-le besé los labios suavemente tirándolo contra mi pecho y luego me separé sonrojado. Era raro para mí estar así con un hombre, y más aún mi mejor amigo.- Aún me siento algo raro, pero a pesar de eso, mi corazón late tan pero tan fuerte, que no puedo evitar besarte siempre que puedo.-hablé suavemente mientras relamía mis labios.
Aún estaba con el pecho descubierto, no me incomodaba en lo absoluto aunque debo decir que sentir su cabeza y mano sobre el, me hace sentir extrañamente apenado.
- Yo tampoco puedo dejar de hacerlo.-susurró y me besó de nuevo poniendo la mitad de su cuerpo en el mío, y luego se separó.- ¿Vemos una película?
- ¿Cuál? -pregunté pensando en cuales tenía anticipadamente.
- No lo sé, ¿“El imperio de los sentidos”?-indagó.
- Esa es viejísima, tendré que revolver el armario de mi madre, y estoy segura de que me echará en cara el hecho que está repleta de japonesas desnudas.-reí un poco me dio gracia imaginarme la situación.
- ¿Enserio? -dijo inocente.
- ¿Nunca la viste? -pregunté.
- No.-rió un poco.
- Haré un esfuerzo e iré a buscarla.-sonreí y me levanté.- Espero no se de cuenta, igualmente… no es nada del otro mundo, tampoco es que es porno.-reí.- La trama es muy interesante.-comenté.- Ya vengo.
Fui al placard de mi madre y tomé la película para luego volver. Me daba algo de pudor tener que ver la película con Toma en este momento de nuestra relación, pero creía que no sería para tanto. Tampoco es que estaba listo para que algo pasase.
- Acá está.-reí.- ¿La vemos? -abrí el dvd y la puse en la tv para luego tirarme a la cama junto a él.
Sentí que me abrazó y no pude evitar besarle la nariz, me generó mucha ternura. Tomé su mano y la entrelacé en la mía, comenzando a ver la película.
Luego de unos 30 minutos, aquella geisha procedió a hacerle sexo a oral a aquel hombre mayor casado, y tantas otras cosas que “UFF” me hicieron entrar en calor.
Cuando me di cuenta de aquello, Toma estaba mirándome fijamente, como si quisiese hacer o decir algo.
- ¿Qué pasa amor? -pregunté con voz ronca, fue inevitable.

Be loved IV~

Levanté mi mano para presionar uno de mis dedos sobre el timbre. Éste sonó en toda la casa y mi corazón comenzó a golpetear contra mi pecho a gran velocidad. Lo vería de nuevo y, como tantas otras veces, pasaría la noche en su casa. Pero esta vez sería completamente diferente. Los dos sabíamos que nos amábamos el uno al otro y que no podíamos evitarlo. Y si había terminado su relación con Natsu, él estaría soltero. Y yo no estaba con nadie. Y...
Estuve a punto de darme una bofetada por dejar ir mi mente de aquella manera. Qué espanto, ¿desde cuándo me ilusionaba tanto con alguien? Yo no era así, solía tomarme las cosas con calma. Con mi primera y hasta ese momento única novia, había vivido una linda y duradera relación, pero no pensaba en todo como si fuera algo mágico y hermoso. No como me ocurría con Yamapi. ¿Por qué era tan distinto al estar con él? ¿Influenciaba el hecho de haber tenido tantos años como mejores amigos? ¿O todo se resumía a que era él?
Demasiadas preguntas y ninguna respuesta que frenara esos constantes pensamientos.
Entonces alguien abrió la puerta y las palpitaciones se hicieron presentes de nuevo. Contrario a lo que me esperaba, quien me estaba invitando a pasar era la madre de mi amigo.
-Toma, ¿cómo estás? Adelante, Pi está en su habitación. -anunció con una gran sonrisa en el rostro.
Algo me decía que esa mujer se había dado cuenta de todo.
-Gracias, señora Aoki. -ingresé al recinto torpemente. -Yo me encuentro muy bien, ¿y usted?
-Perfectamente, porque vi a mi hijo muy feliz. -la mamá de Yamapi enarcó una ceja. -No hay nada que contente tanto una madre que ver a su hijo de esa manera, ¿sabes? -musitó y luego dislumbró una amplia sonrisa.
"Demonios, lo sabe absolutamente todo." me dije internamente
-¿Sí? ¡Qué bien! -me hice el desentendido adentrándome a la casa. -Bien, creo que iré subiendo. Con su permiso, señora Aoki... -me dirigí tambaleante hacia las escaleras para comenzar a subirlas, sin mirar a la otra persona.
-Bueno, cualquier cosa que necesiten me avisan. Diviértanse. -soltó una risilla y luego se fue.
Oh, no. Tendría que tolerar ese tipo de comentarios por parte de la mamá de Yamapi y la suya. Porque ambas mujeres hablaban muchísimo entre ellas y estaba claro que el tema de los hijos estaba siempre presente en sus conversaciones. ¿Por qué el sexo femenino era tan intuitivo? A veces agradecía ser hombre y no estar atento a tantos detalles.
Llegué al segundo piso y me detuve frente a la puerta del cuarto de mi mejor amigo. Normalmente, abriría la puerta sin preguntar, pero ahora me daba vergüenza hacerlo y no comprendía la razón. Me parecía realmente estúpido eso por mi parte y sin embargo golpeé para llamar la atención del otro lado.
-¿Sí? -murmuró esa voz masculina y profunda que tanto me gustaba de Yamapi.
Sentí un leve escalofrío.
-Ehh, Pi, soy yo. -musité con la voz algo baja.
-Pasa. -escuché cómo reía suavemente. Seguro le había hecho gracia que pidiera permiso antes de entrar.
Y al abrir la puerta, descubrí por qué me apenaba tanto la idea de entrar bruscamente allí.
Vi al muchacho tendido en la cama, con unos pantalones deportivos cómodos y una toalla alrededor del cuello. El resto del cuerpo lo tenía completamente desnudo, algo húmedo por la ducha que seguramente acababa de darse. Santo cielo, era la primera vez que apreciaba el cuerpo de aquel hombre de semejante manera. Me había quedado sin aliento, como si jamás en la vida hubiera visto el físico increíble que tenía ese chico.
-P-Pi... -jadeé y sacudí la cabeza. -Am... Hola de nuevo, ¿cómo te fue con Natsu? -interrogué acercándome a la cama intentando desviar la vista de él sin demasiado éxito.
Entrecerró los ojos extrañado por esta actitud.
-Bueno, digamos que... se lo tomó como creía que lo haría. Se puso mal, pero no se enojó ni nada por el estilo. Por suerte ella es una chica bastante buena y comprensiva. -dijo con apoyando su mentón sobre una de sus manos.
Se produjo un silencio.
-¿Toma-chan? -llamó curioso. -¿Estás bien?
-¿Qué? -sacudí la cabeza. -Ah, sí, me alegro de que haya sido así. Siempre me pareció que era una buena persona y esto me lo terminó de confirmar.
Yamapi me observó atentamete.
-¿De verdad estás bien?- preguntó preocupado.
Parpadeé un par de veces.
-Sí, es sólo que... Es sólo que... -Es sólo que no puedo quitarte los ojos de encima... -Es sólo que... Todo esto me resulta muy extraño.
Y si es por mí, te devoro a besos por todas las veces en que quise probar tus delciosos labios.
Quería decirle tantas cosas, pero sólo pude decirlo lo siguiente:
-Eres tan hermoso, Pi. Demasiado, y por muchos años no lo había notado. -reconocí sonrojado. -Qué tonto fui todo este tiempo...

Be loved III

Lo besé, pensé que quizá las palabras no iban a poder expresar todo si primero no cometía esa acción. Sus labios estaban húmedos, algo que parecía ser normal, ya que la noche anterior parecían estar iguales, mientras que los míos estaban secos como siempre. Humedecerlos con mi lengua era como un tic, pero si pensaba en tener sus besos constantes no parecía ser necesario.
Cuando nos separamos, lo abracé, y aferrándome a su espalda, me escondí en su cuello cerrando los ojos.
- Era sumamente necesario para mí hacer eso primero.-contesté en un débil susurro separándome luego.- Pero ahora es necesario conversar… ¿no crees? -noté que asintió sonriendo.- Te amo…-dije suavemente sonriendo de costado con algo de vergüenza.- Hace varios meses que me siento en las nubes al verte. ¡Dios! ¡No puedo creer ser tan cursi! -reí suavemente.
- No eres cursi, eres tierno.-rió también.
- ¿No entiendes que si soy así contigo perderé reputación de ser “el rebelde”? -bromee y le di un beso en la mejilla.
- Pero siempre eres así conmigo.-contestó simplemente.
- Lo sé… No nos vayamos de tema.-reí un poco.- Como decía, hace unos meses que estoy luchando en si decirte o no, pero tenía miedo. Lo sé soy patético.-volví a reír.- Pero no pensé que sería tan simple.-sonreí y tomé su mano.- Pensé que dejarías de hablarme o algo.
- Nunca lo haría.-me besó suavemente previamente mirando que no hubiese nadie cerca de la puerta.- Lo siento, creo que me avergonzaría demasiado.-rió.
- No serías el único.-dije imitándolo. Las risas parecían ser infaltables cuando estaba con él. Siempre me divertía tanto, había cosas que sólo con él podía hacer o decir, él y sólo él. Aunque había un grave problema que tenía que solucionar, por mi bien y el de Toma.- Tengo que ir a la casa de Natsu.-hablé despacio y su cara hizo una leve mueca.- ¡No hagas ese puchero! -sonreí con ternura.- Iré para decirle que quiero dar por finalizada mi relación con ella…-hablé.- No quiero lastimarla, y no quiero sentir que te engaño tampoco.-sonreí y besé los labios de mi mejor amigo.- No quiero besar a nadie más que a ti.-agregué.
- Yo tampoco.-lo besé otra vez.- Te amo.-sentí que mi corazón latía muy fuerte al escucharlo.- Te amo, te amo, te amo, te amo.-reí y me tiré a sus brazos.
- ¿Quieres hacerme tener un coma diabético? Demasiada dulzura, aunque sería una forma hermosa de morir.-bromee.- Yo también mi amor.-le acaricié la cara.
- ¿No te sientes extraño? -preguntó.
- ¿De qué? -respondí.
- De que estemos así, los dos, siendo igual que siempre pero a la vez diferentes. Como que evolucionamos.-reí.
- Sí, pero me encanta.-se abrazó a mí.
- A mi también, a mi también.-sonrió.
- Esta noche…. ¿Te quedas en casa? ¡Por favor! -puse cara de perrito triste, no quería separarme por mucho tiempo.- ¿Si?
- Claro.-sonrió y solté el abrazo.
- Debo irme, deséame suerte, no quiero que se ponga mal. Me daría pena.-murmuré haciendo una mueca.
- Suerte.-contestó de igual forma y luego de saludar a su familia, me fui caminando hasta la casa de Natsu donde me esperaba un momento no muy agradable, en donde el llanto de su parte estaría presente.

Be loved II~

Llegué de la escuela esa tarde a mi casa exhausto, sin ganas de hacer absolutamente nada. Mientras que mi hermano se dirigía a la cocina a comer algo, yo subí directamente a la habitación. Una vez allí, lancé mi bolso al piso y me dejé caer en mi cama, sin molestarme en cambiarme siquiera. Tenía sueño, mucho sueño. Porque la noche anterior no había dormido absolutamente nada.
Rodé por el colchón hasta quedar boca abajo. Rapidamente, los recuerdos de anoche se hicieron presentes. Yamapi y yo nos besamos. Yo había pegado mis labios a los suyos y le había dicho que lo quería. Y él, bueno... digamos que le dio dinámica al beso.
Sentí cómo mis mejillas se ruborizaban, ya que sentí un gran calor en esta zona de la cara. Oh, Dios mío. ¿De verdad había ocurrido eso? Volví a girar en mi cama y me llevé la mano a la boca, rozándola suavemente con los dedos. Al instante se me vino a la cabeza la cara de Yamapi en la oscuridad de la noche, emepeñado en que ese beso fuera real...
Me incorporé con el corazón latiendo con fuerza y la respiración agitada. ¡Diablos! Me costaba pensar que aquello había sucedido realmente. Tantos años de amistad, tantas amores que pasamos, tantos consejos, tantas charlas sobre nuestras parejas... Y ahora, inexplicablemente, estábamos profundamente enamorados el uno del otro. Sí, lo que ocurrió la noche pasada no había sido uno de nuestros tantos juegos. Era completamente en serio, podía notar lo que él sentía por mí. Y, claramente, me sucedía lo mismo que a él. Mi mejor amigo me gustaba. Mucho. O quizá demasiado.
Suspiré y me recosté de nuevo. En ese día, apenas nos pudimos mirar. Ninguno de los dos supo cómo continuar nuestra relación tras lo ocurrido. No podíamos tratarnos como siempre, pero tampoco íbamos a andar besándonos por ahí...
Abrí los ojos como platos al pensar en esto último. "¿Pero qué dem--?" Un momento, nosotros no éramos novios ni nada por el estilo. Supuestamente seguíamos siendo amigos a pesar de lo ocurrido, o eso era lo que yo tenía entendido. La cabeza comenzó a darme vueltas. ¿Qué éramos? ¿Cómo debía actuar con él ahora?
"Qué complicado es enamorarte de tu mejor amigo" pensé sacudiendo la cabeza de modo desesperado.

De pronto, oí cómo alguien se acercaba al cuarto. Se abrió la puerta y ni me molesté en levantar la vista.
-Ryuusei, ¿me trajiste algo para comer? -pregunté cruzando mis brazos por detrás de mi cabeza y apoyándolos contra el cabezal de la cama.
-Toma-chan... -murmuró una voz muy conocida para mí que definitivamente no era la de mi hermano menor.
Dirigí mis ojos hacia la puerta y lo vi. Allí estaba él, mirándome fijamente con esos ojos brillantes, hermosos. Estaba esperando a que le hablara antes de hacer ningún movimiento por lo que pude deducir.
Me levanté de un sobresalto y casi me caigo al piso con este movimiento brusco.
-¡Pi! Ho-hola... -murmuré ahogadamente con un intenso sonrojo.
Él sonrió con esa frescura tan característica, aunque con el nerviosismo reflejado en el resto de su cara. Se acercó algo tambaleante y se sentó en mi cama. Casi por inercia, hice lo mismo que él, ya que vivíamos sentados allí, uno al lado del otro.
-Podemos... ¿podemos hablar un momento? -interrogó dudoso, como si le diera miedo escuchar mi respuesta.
"Llegó el momento de aclarar las cosas" concluí internamente.
-Por supuesto que sí. -contesté con la voz temblorosa.
Y, sin previo aviso, se acercó velozmente a mí para besarme de nuevo.

Be loved [The beginning]~

Latía, tan pero tan fuerte que creía que se saldría de mi caja toraxica para adentrarse en la suya. Saltaba tan pero tan fuerte, que sentía que casi golpeaba mis costillas, fuerte y constantemente.
Pero muy por el contrario, no dolía, nada, ni siquiera un poquitito. Simplemente me hacía palpitar, suspirar, sonrojarme; únicamente él podía hacerme sentir aquello, parecía ser que simplemente él podía revolucionar mi cuerpo con sólo acariciarme el cabello. Mi cara de niño me delataba, me sentía en las nubes, parecía tan enamorado que cada poro de mi piel se pintaba de rosado al sólo verlo. Dieciséis años. Únicamente eso, y creía no haberme enamorado nunca, hasta que descubrí en él, en mi mejor amigo, el amante perfecto. Quería decírselo, pero creía que me diría loco, raro, extravagante, excéntrico, estrafalario… y me sentía sumamente pusilánime por eso, sentía miedo, y la vez una opresión en mi interior. Necesitaba decirlo, pero…
- Pi…-detuvo mis pensamientos.
- ¿Qué? -pregunté.
- Estás muy callado.-picó mi estómago y acomodó sus piernas haciendo que mi cabeza se moviera un poco por estar recostada allí.
- No es nada.-besé su estómago por sobre la ropa, cariños que sólo tenía con él y su hermano. Mis dos preciados tesoros, aunque el que me hablaba en ese instante parecía ser el más importante.
- ¿En qué piensas? -preguntó mientras acomodaba mi flequillo.
- En que me agrada estar así contigo.-contesté con naturalidad. No era raro en mí tener aquellas actitudes con él.
- A mi también me agrada.-contestó suavemente y se encorvó para besarme la mejilla.- Te quiero Pi.-me dijo con dulzura y aquella sonrisa que hizo que mi corazón empezara a querer romper mi cuerpo para escaparse.
- Yo también.-contesté y un bostezo salió de mis labios. Eran las cuatro de la mañana y estábamos allí con la televisión prendida y nada interesante para ver en ella.
- ¿Tienes sueño? -indagó sonriendo.
- Sí, un poco.-dije riendo un poquito.- ¿Vamos a dormir? -ya toda su familia se encontraba en el decimoquinto sueño seguramente y nosotros estábamos en aquel sillón desvelándonos.
- Sí, yo también estoy algo cansado.-contestó y levantó mi cabeza de su regazo. Me levanté y él me siguió. Las escaleras fueron subidas por nosotros lentamente, parecía ser que el cansancio de verdad nos había alcanzado. Cuando abrió la puerta de su habitación, ni las luces hubo prendido, sino que directamente se tiro boca abajo en la cama, en donde luego yo me acosté a su lado.
- Muero de sueño.-dijo bostezando esta vez él.
- Yo también…-me contagió su bostezo.- Tu habitación es muy fría…-comenté.
- ¿Verdad que sí? -dijo dudoso girándose.- Tendré que colocar alguna estufa.
Asentí en la oscuridad, ya las palabras no querían salir de mi boca y mis ojos se cerraban.
- ¿Tienes mucho frío? -dijo abriendo la cama para adentrarse en ella y luego hice lo mismo por inercia.
- Ajá…-simplemente solté y sentí sus brazos alrededor de mi cuerpo dándome su calor.
Apoyé mi cabeza sobre su pecho. Me sonrojé y mantuve mis ojos abiertos apenas mirándolo de reojo, vislumbrando sus ojos ahora cerrados y sus labios brillar con la luz de la luna. Besé su pecho, y sentí que susurró algo que no supe descifrar.
Levanté mi cabeza y sentí unos labios sobre los míos por incidente. Abrí mis ojos y vi los suyos clavados en los míos. Me sentí tan inocente al no saber si separarme o si simplemente cerrar los ojos y besarlo de verdad. Dieciséis años y retrocedí en el tiempo al día que di mi primer beso.
No supe como reaccionar, no supe que hacer, lo único que podía sentir era mi corazón latir y latir contra su pecho.
Nuestros labios seguían unidos, ni él, ni yo, dimos indicios de separarlos. Parecía ser como si alguien quisiese burlarse de nosotros y hubieran colocado alguna especie de pegamento mágicamente sobre nuestros labios.
- Pi…-susurró apretando nuestro abrazo, pero no separó nuestros labios, ni un centímetro, ni una pequeña milésima, ni un micrón.
Sólo cerré mis ojos; si él no se separaba significaba que todo estaba bien, que lo que sucedía no era únicamente un deseo mío, sino que él también sentía las mismas opresiones y latidos.
Sonreí, y sentí sus labios cometer la misma acción sobre los míos. Quise entreabrir mis labios y besarlo correctamente, pero al parecer me había olvidado de cómo hacerlo, sólo sabía que quería hacerlo perfectamente, sin cometer ningún error, pero no podía, cada cosa que sabía se había borrado de mi mente, como si de un niño pequeño se tratase.
- Toma…-sólo pude susurrar.
- Te quiero Pi, te quiero mucho…-sentí que acarició mis cabellos y abrí los ojos para notar los suyos aún cerrados y sus labios pegados a mí, sin movimiento alguno, brindándome el calor y la humedad que tenían.
Y aquellas palabras parecían haber activado mi mente, pero más que nada a mi corazón. Lo besé suavemente, sintiendo sus labios, su boca, cada recóndito lugar que se ubicaba detrás de esos labios carnosos estaba siendo saboreado por mí como si fuese el más grande de los placeres de la vida. El placer de saber, que el amor se hace de a dos.