miércoles, 30 de diciembre de 2009
Be loved XVII~
Me quedé cerca, aunque ella ni se percató de mi presencia.
- Hola cuñado...-murmuró para que nadie la escuchase.- Ajá, está en la cocina.-comentó enredando el cable del teléfono en su dedo.- Sí, pero... ¿puedo preguntarte algo? -suspiró y habló.- ¿Está bien Ryuusei? Me di cuenta que se avergonzó demasiado, y no creo que sea para tanto.-escuchó la respuesta y sonrió.- Lo sé, he estado hablando mucho con él anoche.-se quedó con la boca abierta unos segundos y luego se rascó la cabeza con la mano libre.- Ehh...-titubeó.- No he tenido, pero no es que me avergüence lo que pasó.-murmuró.- Yo... él me gusta hace mucho.-dijo con voz segura y fruncí el ceño arrepentido, despreciándome por el hecho de haber arruinado su primer beso.- Ajá, gracias. ¡Pi!-gritó y me acerqué corriendo como si nunca hubiese estado parada a metros de ella. Me alcanzó el teléfono.
- Amor, me siento un tonto.-mi hermana me miró extraño pero se fue. Suspiré.- Se lo arruiné.-murmuré.- Su beso, su primer beso, lo arruiné.-mi voz denotaba pena, pero como siempre supo tranquilizarme.- Lo sé, soy muy cuidadoso con ella, que hasta arruino sus momentos importantes y así todo no me odia.-sonreí, cambiamos de tema.- ¿En el parque? Genial, en media hora. Llevo comida.-reí.- Te amo.-dije bajito.- Adiós.
Me vestí y tomé comida que había dejado preparada temprano, suponía que íbamos a almorzar juntos, por lo que unos oniguiris y un poco de tempura, entre otras cosas, estaban guardados en la heladera listos para ser degustados.
Los tomé de allí y los coloqué dentro de un pequeño bolso. Rina se acercó sonriente escondiendo algo en su espalda.
- ¡Pi! -chilló riendo.
- ¿Qué pasa pulguita? -sonreí mirándola.
- ¡Que no soy una pulga! -rió y me hecho perfume en el cuello y el pecho.- Para que lo conquistes más.-me guiñó el ojo. Me reí era una loca, pero así la amaba.
- Gracias mi vida.-le despeiné el cabello y le di un beso en la frente.
Salí de casa, y tras cerrar la puerta, caminé hasta aquel parque en el que prácticamente pasé la mitad de mi infancia. Me senté bajo el mismo árbol en donde siempre nos juntábamos y esperé recostado allí con los ojos cerrados.
Me puse a tararear una melodía, quién sabe cuál era, estaba lo suficientemente perdido viendo los ojos de Toma en mi mente, tratando de memorizar todas sus facciones, su sonrisa, cada marca que hubiese en su piel, todo lo que ya conocía de él, pensando en el sabor de sus besos. ¿Era menta o chocolate? No lo sé, pero era mucho más exquisito que eso, tanto que no había algo con que pudiese compararlo.
Y sentí como unas manos me acomodaba un mechón de cabello que se encontraba sobre mis ojos. Abrí los ojos suavemente y allí lo vi.
- Amor…-murmuré, aún era raro sentirlo así, tan mío.
- Pi…-me sonrió y se acercó a darme un pequeño beso en los labios.- ¿Cómo estás?
- Ahora, perfecto, porque estás conmigo.-sonreí y noté un leve sonrojo en sus mejillas. Me acerqué y besé allí.
- ¿Qué trajiste? -husmeó el pequeño bolso.
- Veo que tienes hambre.-sonreí.
- Si, demasiada, Ryuusei comió todo el desayuno y no me dejó ni una tostada.-bufó enojado, fruncí le ceño pensando en aquel chico pero luego sonreí, iba a intentar confiar en mi amigo, aunque era difícil poder decir que le confiaba a mi hermana.
- Ah…-murmuré simplemente.
Rió suavemente y me codeó.
- Tranquilo, ¡no se la va a comer! Es mi hermano, tu amigo, no es cualquiera.-rió suavemente dándome un suave besito en el pecho.
- Es que no importa quién sea, el hecho es que es mi pequeña.-fruncí el entrecejo.
- Amor, confía en ella.-me sonrió.
- En ella confió, en el que no confió es en Ryuusei.-contesté.
- Él la quiere, no le haría daño.-sonrió.- Si te consuela de algo, Ryuusei es virgen aún.-comentó riendo intentando calmarme y debo decir que lo logró aunque sea un poco.
- Ok.-dije dudoso.- ¿No me mientes verdad? -lo miré.
- No podría amor.-sonrió.
Abrió el bolso sin poder aguantar y mordió un pedazo de onigiri, para luego darme en la boca la otra mitad.
- Uhmm, ¡rico! -chilló agarrando otro.
- Me alegro que te guste amor.
La tarde estuvo lleno de delicias, ninguna preparada por mí, únicamente sus besos.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Be loved XVI~
Apenas Yamapi y Rina se fueron, me dirigí a la habitación de mi hermano. Tenía que hablar de un par de cosas con él antes de morir asesinado por mi novio.
Ingresé a la habitación de Ryuusei, quien estaba tirado en su cama con la almohada cubriendo su cabeza y me senté al lado suyo.
-¿Estás psicológicamente preparado para una charla de hermanos? –cuestioné mirando hacia él, por más que no pudiera ver su rostro.
-No. –respondió al instante.
Suspiré y sonreí.
-¿Te gusta Rina? –cuestioné con voz monocorde.
-No. –dijo rotundamente.
-Entonces, ¿por qué la besaste? –insistí.
-No tengo idea, simplemente lo hice.
-Tiene que haber una razón, Ryuusei. No puedes besarla porque sí…
-¡Que no tengo idea! –bufó y apretó con fuerza la almohada contra sus cabellos.
Resoplé al ver su reacción y sonreí. Era obvio que no estaba acostumbrado a todo eso, si había un tema en el que nunca se metía era en el del amor.
-A ver, yo diría que te aclares un poco antes de que Pi te denuncie por abuso de menores. –puse los ojos en blanco.
Ryuusei gruñó.
-Es un exagerado, fue sólo un beso. Ni que la hubiese tocado. –se quejó.
-Lo sé, pero lo conoces. Es demasiado celoso con ella. Para él siempre será una niña frágil a la cual debe sobreproteger. Y más si hay buitres dándole vueltas. –expliqué meneando la cabeza con resignación.
-Hey, ¡yo no soy ningún buitre! –se sacó la almohada y se incorporó. –Yo no miro a Rina como si fuese un estúpido baboso. La quiero, es la hermana de un gran amigo a quien aprendí a apreciar con los años. La vi crecer conmigo, no soy un maldito pervertido. –sus palabras salieron atropelladamente, deseoso de dejar eso en claro.
-Pero entonces, ¿por qué la besaste? –me crucé de brazos y lo miré atentamente.
Ryuusei se quedó mudo, sin saber bien qué decir. Bajó la mirada y la posó en un punto fijo, negándose a mirarme a los ojos. Conocía muy bien esa actitud. Era muy propia de los Ikuta cuando no queríamos reconocer algo.
-Yo no… No sé, es que estábamos hablando y se veía tan linda, tan encantadora que no pude… no pude resistirlo. –murmuró completamente avergonzado, como si hubiera confesado el peor de sus errores.
Me llevé la mano al mentón.
-Mmhh… ¿Es la primera vez que la ves de ese modo? –interrogué.
Mi hermano menor se rascó la cabeza y llevó la mirada a otro punto aún más lejano.
-Eh… No, no es la primera vez. –dijo casi en un susurro.
Chasqué los dedos y asentí con la cabeza.
-Listo, te gusta. No le des más vueltas, es así.
-¡¿QUÉ?! No, no eso no es verdad, ¡no lo es! –exclamó sobresaltado.
Esbocé una gran sonrisa y lo obligué con mi mano a que girara su rostro hacia mí.
-Mi querido hermano, es así. Es demasiado obvio. Yo me di cuenta de que Pi me gustaba porque no paraba de mirarlo, de admirar su belleza. Y aparte porque llegó un punto en el que no podía vivir sin él, ya era demasiado. Bueno, ese es un caso aparte, yo estoy completamente enamorado de ese hombre. –me reí suavemente. –No tengas miedo en reconocerlo, si ella está interesada es aún con más razón. Yo puedo hablar con su hermano para tranquilizarlo un poco, aunque no prometo mucho teniendo en cuenta cómo es él. Espero no tener inconvenientes así con él y que sea celoso sólo con Rina, de lo contrario esto será un poco complicado, aunque no me molestaría tanto. Ver celoso a Pi es muy tierno, que reaccione así me da aún más ganas de besarlo y…
-Basta, deja de hablar de él porque voy a terminar lanzándote por la ventana y luego iré a vomitar. –me detuvo y me fulminó con la mirada.
Me eché a reír y tuve que taparme la boca para detenerme.
-Perdón, es algo inevitable. Más adelante te ocurrirá eso con Rina. –le guiñé un ojo.
-¡Já! Olvídalo, no soy como tú. La melosidad y yo no vamos de la misma mano. –dobló sus piernas para llevarlas hacia su pecho y así poder apoyar su cabeza sobre sus rodillas.
-Pero el amor y tú sí. –dije levantando el dedo índice.
Rodeó los ojos y suspiró.
-Sí, puede ser, quizá. No lo sé aún, este no es mi terreno. Déjame pensarlo un poco y ver cómo se dan las cosas. Es muy pronto para mí reconocer nada.
Sonreí ampliamente y llevé una mano a su hombro.
-Tranquilo, cualquier cosa que necesites me la puedes pedir. Yo te cubro con Pi, lo prometo. –levanté el dedo pulgar como asegurándoselo.
Ryuusei sonrió genuinamente.
-Gracias, hermanito. De verdad te lo agradezco, me da cosa hablar de estas cosas con mis amigos. Sabes que no soy muy amante de las emociones. Y me alegro por ti y por Pi, aunque si es posible no se anden besando frente mío. Los acepto, pero no es muy agradable ver a una pareja así y mucho menos si son dos hombres. –frunció el entrecejo y resopló con fuerza.
Solté una risilla nerviosa me mordí el labio inferior.
-Está bien, haré todo lo posible. Ya que está todo aclarado, ¿vamos a desayunar?
-Por favor, me muero de hambre. –se llevó la mano al estómago y puso cara de sufrimiento.
Y de esta manera nos dirigimos a la cocina, mientras pensaba en arreglar qué hacer en ese día con mi pareja. Era fin de semana, no podía desaprovecharlo.
Be loved XV~
A las 2 de la mañana, mi hermana parecía empezar a quedarse dormida. Sus ojitos no dejaban de cerrarse, y volver a abrirse para continuar riendo. Sabía más que nadie que se estaba obligando a quedarse despierta para seguir disfrutando todos juntos, pero ya no aguantaba. Lo miré a Toma con una sonrisa, y luego observé a Rina. Él asintió, entendiendo con la mirada que todos, incluyéndola, necesitábamos descansar.
- Rina…-hablé.
- ¿Uhm? -dijo parpadeando para intentar despertarse.
- Es hora de dormir…-le dije y ella bufó.
- Eso va para ti también Ryuusei.-Toma empujó a su hermano a la salida.
- Nos están echando porque quieren hacer lo que yo leo en mangas.-mi hermana se cruzó de brazos.
- ¡¡¿El qué?!! -chillamos los dos a la vez.
- Eso que se imaginan…-contestó con una risilla.
- Me preguntó quién te manda a leer esas cosas con lo pequeña que eres.-murmuré enfadado.
- ¡Hey! Tengo catorce, no tres.-chilló enojada también.
Bufé, no quería pelearme con ella. La empujé fuera del cuarto, y con Ryuusei ya fuera, cerré la puerta, para tirarme en la cama sobre Toma.
- Por fin solos…-susurré contra sus labios.
- Ajá…-fue lo único que dijo antes de atrapar mi boca en un apasionado beso.
Acaricie sus brazos, y su cara con mis manos. Mordí sus labios suavecito y me separé.
- ¿Quieres dormir? -murmuré suavemente.
- No aún…-contestó mirándome con una sonrisa. En respuesta tuvo otro beso mío en sus labios, el cual duró bastantes minutos.
- No puedo dejar de besarte.-murmuré con la respiración acelerada.
- Yo tampoco…-me besó de nuevo, esta vez girando en la cama hasta quedar sobre mí. Acaricié su piel por debajo de la remera, y sentí como sus vellos se erizaban.- Amor…-murmuró ronco. Con su mirada me pedía que evitara aquello, por varias circunstancias, nuestros hermanos, sus padres, y por nosotros mismos.
- Lo siento.-dije suavemente y di un suave beso en sus labios para luego adentrarnos en la cama.
Suspiró sonriendo y se abrazó a mí luego. Lo tomé en mis brazos y besé su frente.
- Buenas noches.
- Buenas noches amor.-contestó.
Parecía ser que aquellas ganas de dormir repentinas de ambos, fueran para evitar aquel momento que a la vez tanto queríamos, pero que nos llenaba de dudas y miedos. Aunque de todas formas no fuese el momento indicado.
No tardé demasiado en quedarme dormido. Lo único que supe fue que sus labios fueron lo primer que sentí al abrir los ojos.
- Buenos días amor…-dije aún con los ojos cerrados y el cabello revuelto.
Sentí que rió y me acomodó el pelo un poco.
- Buenos días Pi.-contestó y volvió a besarme.- Son las 11 de la mañana.-habló.- Creo que deberías llevar a Rina a casa.-me sonrió.
- Lo sé, ya es tarde.-suspiré.- Quiero que hable con papá.-lo miré con algo de pena. Papá era un ogro cuando se lo proponía, y no quería que Rina estuviese mal después, pero la charla era inevitable.
Asintió y me levanté.
- Voy a despertar a Rina.-sonreí depositando un beso en sus labios y salí de la habitación.
Caminé por el pasillo a penas unos metros y abrí la puerta de la habitación de Ryuusei.
La imagen me dejó con los ojos abiertos por completo, y tuve unas ganas inmensas de asesinar a Ryuusei de todas las formas posibles.
Mi hermanita ya vestida y peinada, y Ryuusei aún con su pijama puesto, se estaban dando un beso en los labios… ¡en los labios!
- ¡Ikuta Ryuusei saca tus labios de mi hermana ya! -grité enfadado y Rina se separó de inmediato asustada por mi reacción.
- Pero…-habló el menor de los Ikuta.
Toma llegó a la habitación alertado por mis gritos.
- ¿Qué pasa amor? -murmuró.
- ¡Tu hermano estaba besando a Rina! -bufé frunciendo el ceño y únicamente sentí una risita de su parte.- ¿De qué te ríes? -chillé molesto.
- ¿Y qué tiene? -sonrió mirándolos.
- ¡Que es muy chica! -me crucé de brazos molesto, rió y lo miré enfadado.
- Es un beso inocente…-murmuró sonriendo y me dio un beso en los labios.
- Pero…-rezongué contra sus labios.
- Déjalos.-sonrió separándose.
Rina nos miraba emocionada, con brillito en los ojos. Me dio ternura y tuve que sonreí, pero en cuanto dirigí mi mirada hacia Ryuusei volví a fruncir el ceño.
- ¡Más te vale que no la toques! -dije enfadado hacia mi amigo, que me miraba con la pena tatuada en el rostro, estaba colorado de la vergüenza.
Asintió con miedo y volví a bufar.
- Rina, a casa.-hablé aún enojado, aunque no tanto con ella, sino con mi amigo.
Asintió sin objetar y se acercó a mí tomando mi mano.
- Adiós Ryuusei.-murmuró mirándolo y él solo hizo una pequeña reverencia hacia ambos.
Toma le sonrió a su hermano y caminó con nosotros hasta el piso de abajo y luego hasta la puerta. Besé sus labios, sonreí yéndome de la mano de Rina.
Al llegar a casa, papá miró a Rina con enojo, en cambio mamá sonrió tranquila cuando notó que había estado conmigo y no sola quién sabe donde.
Miré a Rina indicándole que fuese a su habitación y tuve una extensa charla con mi padre, en la cual, por suerte, logré acordar aquello que Rina quería, pero a cambio, debía ayudarla todo lo que pudiese con sus notas.
Acepté sin titubear, mi hermana era más importante que cualquier cosa, a excepción de Toma, claro.
Be loved XIV~
martes, 1 de diciembre de 2009
Be loved XIII~
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Be loved XII~
Cayó la tarde, y con ella una persona más a la casa. Al sonar el timbre, mi ahora pareja y yo intercambiamos una fugaz mirada.
-Ryuusei. -dijimos a la vez, ya que lo estábamos esperando. Le habíamos enviado un mensaje de texto pidiéndole que fuera con nosotros para charlar de algo.
Se lo ibamos a decir, aunque ya me imaginaba la cara estupefacta de mi hermano.
Yamapi bajó a abrirle y yo esperé nervioso en la cama, haciendo caso a la regla impuesta de no moverme. Me resultaba algo realmente innecesario si es que tenía un dolor estomacal, ya que por más que me moviera no me pasaría nada malo. Suspiré. ¿Para qué autoengañarme? Tal dolor jamás existió. "Deberías aplicar tus clases de teatro ahora" me dije a mí mismo.
Un instante después, el menor de los Ikuta se encontraba en la habitación.
-Hermano, ¡estás vivo! -exclamó a modo de saludo.
Me reí suavemente.
-Hola, hermano, ¿cómo estás? -saludé.
-Bien, bien, aunque según me dijeron tu caso no es el mismo. -murmuró sentándose en la cama. -¿Qué pasó?
Luz, cámara, ¡acción!
-No lo sé, ayer la señora Aoki nos cocinó gyoza. Estaba delicioso, no tienes idea de lo que fue eso. -me mordí el labio inferior ladeando la cabeza de un lado al otro. -Pero creo que me pasé, porque hoy... apenas pude moverme de los retorcijones que me agarraron. -llevé mi mano al vientre e improvisé la mejor cara de sufrimiento que podía hacer. No supe si Ryuusei se la creyó, pero Yamapi tenía la preocupación tatuada en el rostro. Demonios, no me gustaba verlo así. Jamás volvería a mentirle, me hacía sentir la peor basura del universo.
-Ya veo... -musitó mi hermano menor. -Es una lástima que me haya perdido esa cena, pero pensándolo bien, yo hubiese comido muchísimo más que tú. -me señaló. -Así que me salvé de terminar internado. -concluyó.
Los tres nos reímos.
-Seguro, aunque tienes más resistencia que Toma. -espetó Yamapi.
Ryuusei asintió.
-Eso es cierto, pero prefiero no arriesgarme.
Nos pasamos un buen rato hablando de trivialidades, poniéndonos al tanto de lo que sucedió en la escuela en esa jornada. Por suerte, mi hermano tenía mucho ingenio, por lo que se las arregló para cubrirnos ese día en clases. Mintió como el mejor haciendo que en los registros figurara que ambos estábamos en el instituto, realizando actividades que ningún profesor jamás nos encomendó.
-Te debemos una. -dije sonriente.
-No es nada, soy un profesional en este tipo de casos. -respondió tranquilo.
Yamapi soltó una risilla.
-Bueno, pero cualquier cosa que necesites no dudes en pedirnosla.
Ryuusei puso los ojos en blanco.
-Ahórrense tanta ceremonia y díganme de una buena vez de qué tanto querían charlar. -soltó dejando notar la impaciencia en su voz.
Miré a Yamapi con los ojos bien abiertos. Éste hizo una leve mueca y resopló.
-Bien. -comenzó él. -Amigo mío, tenemos algo importante que contarte. -anunció.
Nuestro oyente enarcó una ceja y se cruzó de brazos. Suspiró.
-Son pareja, ¿verdad? -atinó a decir el muchacho.
Los dos abrimos los ojos como platos, abrumados por sus palabras.
-¿Cómo...? ¿Cómo lo... sabías? -murmuré dificultosamente.
Ryuusei soltó una risilla y se llevó una mano a la barbilla.
-Por favor, chicos, no soy estúpido. Viven juntos, son dependientes entre ustedes, no pueden estar mucho tiempo separados. Y, como si fuera poco, se comen con la mirada. No hace falta que lo expresen en palabras. Están locos el uno por el otro. Hasta un ciego lo ve.
Silencio total. Yamapi y yo nos quedamos mudos, sin saber qué decir. Ryuusei nos contempló divertido, como si estuviese reprimiendo la risa.
Hasta que estalló en carcajadas. Y sin entenderlo, nosotros hicimos lo mismo.
Y allí tenías a tres adolescentes riéndose como idiotas, sin estar compartiendo el mismo chiste. O eso era lo que aparentaba.
Tomé aire profundamente para poder calmarme. Los demás comenzaron a callarse y también respiraron hondo, viendo que yo pensaba retomar la conversación.
-Entonces, siempre lo supiste. -observé.
-Claro, era algo demasiado obvio. Creo que lo supe desde el día en que se conocieron. -se encogió de hombros.
-Vaya... -musitó Yamapi. -No sabía que se nos notara tanto.
-Créeme que sí. Al menos a mí no me costó nada deducirlo, los conozco como la palma de mi mano. -sonrió.
Esto era algo demasiado extraño. Ya se había explicado todo y ni siquiera tuvimos que hablar Yamapi y yo.
-Bueno, pero... ¿qué dices? Digo, ¿qué opinas de todo esto? -interrogué curioso por saber su respuesta.
Él estiró sus brazos despreocupadamente y nos miró a los dos.
-Hmm... ¿Qué puedo opinar? Genial por ustedes, sean felices siendo gays.
Ambos nos paramos y entornamos los ojos.
-¡¿QUÉ?!- casi gritamos a la vez.
Ryuusei se rió al ver nuestra reacción.
-Bueno, gays o bisexuales o lo que sea. No me importa, los quiero de cualquier manera. Y mientras estén bien, yo también lo estoy. Saben lo importantes que son para mí. -aseguró.
Miré a mi hermano completamente conmovido. No me hizo falta saber que Yamapi estaba haciendo lo mismo, ya que coordinadamente nos abalanzamos sobre él para abrazarlo con fuerza.
-Te quiero, hermano. -murmuré.
-Te quiero, amigo. Gracias por todo. -dijo Yamapi.
-¡Hey, basta! -se quejó. -¡No me peguen su melosidad!
Entonces los tres volvimos a reírnos, ahora sabedores de que era por la misma broma. Y así estuvimos el resto de la tarde.
martes, 10 de noviembre de 2009
Be loved XI~
domingo, 8 de noviembre de 2009
Be loved X~
-Ya es hora... -anunció con una voz ronca que me hizo derretir.
Yo asentí nervioso, pero la ansiedad hacía que quisiera llegar hasta el final.
-Estoy listo. -aseguré colocándome en la cama con los brazos extendidos.
Él sonrió perversamente y se posicionó entre mis piernas. Un instante después, sentí cómo algo que jamás había sentido en mi interior se introducía con fuerza, haciendo que suelte un grito por la mezcla de placer y dolor. Quería más de esa excitante sensación, por lo que con los ojos cerrados supliqué que siguiera con lo que fuera que estuviera haciendo. Con aquello que encendía cada rincón de mi anatomía y me estaba haciendo alcanzar el paraíso...
Fue justo en ese momento en el que me desperté. Me senté en la cama con un sobresalto y miré a mi alrededor sintiéndome completamente perdido. Definitivamente ese no era mi cuarto, por lo que debía ser el de Yamapi. Pero él no estaba allí. ¿A dónde se había ido? Cuando quise levantarme, sentí algo de dolor en mi entrepierna. Eché un vistazo y solté una maldición. Estaba completamente erecto, aquel sueño erótico me había dejado así. Menos mal que la otra persona no estabapresente porque sino me moriría de la vergüenza...
-Buen día. -murmuró Yamapi al abrir la puerta.
Rapidamente me tapé con las sábanas.
-B-buen día, amor. -saludé intentando esbozar una sonrisa.
Él notó esta actitud algo extraña en mi, pero se limitó a acercarse para darme un dulce beso en los labios.
-¿Cómo dormiste? ¿No te pateé ni nada, verdad? -interrogó riéndose.
-Claro que no me pateaste. -solté una risilla. -Y si lo hiciste no me enteré. Estaba muy cómodo durmiendo abrazado a ti... -acaricié su cabeza tiernamente.
Volvió a besarme pero con más dedicación. Aquello que estaba ocultando bajo las sábanas se movió, emocionado. Di un respingo.
-¿Estás bien? - preguntó separándose bruscamente de mi boca.
-Ssi... -murmuré con la voz algo temblorosa.
Él me miró a los ojos, como intentando descifrar qué me sucedía.
-Hmm... Bueno, bajemos a desayunar para ir a la escuela entonces. -sonrió.
Oh, Dios, eso no era bueno. Aún no volvía a la normalidad y no me daba la cara para confesarle que había tenido ese tipo de sueño con él. Era la primera vez que me ocurría, al menos con otro hombre.
-Estem... Ve tú, yo luego te sigo... -le propuse.
Yamapi me miró extrañado.
-¿Por qué?
¿Y qué le podía decir?
-Es que... Me duele un poco el estómago, creo que... creo que comí de más anoche... -mentí rogando que me creyera.
Rapidamente, llevó sus manos a mi cara y me acarició.
-Te traeré alguna medicina, espérame aquí. -dijo preocupado.
"Ya se la creyó demasiado", pensé.
-No, no te preocupes, Pi, ya me pondré bien...
Pero él ya se había levantado y estaba abriendo la puerta para salir. Me insulté mentalmente. ¡Qué inoportuno era! Volví a espiar y el "problema" tenía un mejor aspecto. Pero aun estaba allí, molestando.
-Idiota. Ikuta Toma, eres un idiota. -mascullé para mi mismo.
-¿Qué, amor? -indagó Yamapi ingresando de nuevo a la habitación.
Por suerte yo ya me había tapado de nuevo.
-Nada, sólo... Sólo me quejaba por el dolor estomacal. -atiné a decir.
Se acercó con un vaso de agua y una pastilla. Sus labios estaban fruncidos dejando notar su preocupación.
-Si tan mal te sientes no podrás ir a la escuela... -observó.
Y de repente, se hizo la luz.
-Quizá... Sí, será mejor que no vaya. -coincidí llevándome la mano al vientre mientras tomaba agua para digerir el remedio.
Lo miré intentando mostrar dolor en mis ojos. Él suspiró.
-Entonces, nos quedamos. -declaró.
-¿Nos quedamos? No, tú debes ir a la escuela. -le reprendí, aunque sabía que él se negaría.
-No quiero ir, me quedaré contigo. -besó mi mejilla.
Bingo. Sabía que ocurriría eso. De esa manera solucionaba dos cosas: 1) Mi incómodo problema. 2) Mis deseos enormes de estar con él sin que nadie nos diga nada.
-Bueno, está bien. Pero no sé si será conveniente contarles a nuestras madres.
-No hace falta. Ryuusei nos ayudará. -tomó su celular y comenzó a escribir un mensaje de texto. -Él nos puede cubrir.
Me reí suavemente.
-Gracias a Dios, tengo un hermano tan genial como él. -sonreí complacido al saber que tenía la victoria asegurada.
Be loved IX ~
Be loved VIII~
Bajamos de las escaleras y nos dirijimos al comedor. La señora Aoki ya se encontraba allí en la mesa, esperándonos.
-Espero que les guste. -anunció sonriente. Habían tres platos con gyoza servidos.
-Se ve realmente delicioso. -le dije devolviéndole la sonrisa.
-Es cierto. -coincidió Yamapi. -Te pasaste, mamá.
-¿Pasarme? Para nada, es algo sencillo de cocinar. -hizo una leve mueca con los labios. -¿Qué esperan para sentarse?
Ambos nos acomodamos y procedimos a comer. Tal como lo habíamos dicho, estaba riquísimo. Pero no hablamos de absolutamente nada al principio, ya que ninguno supo qué tema tocar en ese momento. Hasta que aquella mujer rompió el hielo.
-¿Y, chicos? ¿Qué hicieron en el día de hoy?
Intercambiamos una rápida mirada entre los dos y aclaramos rapidamente que sería Yamapi quien hablaría para manejar la situación.
-Nada en especial, escuela, poca tarea... Y en la tarde fui a ver a Ryuusei y Toma en su casa.
Asentí para confirmar sus palabras. Después de todo no era mentira.
-Ya veo... -musitó ella. -¿Y no hicieron nada más?
¡¿Qué?!
-No, ¿por qué? ¿Deberíamos hacer algo más? -interrogó el hijo a su madre tratando de no mostrarse nervioso.
La señora Aoki puso los ojos en blanco.
-No es eso, es que como hoy te vi llegar a casa sonriendo de oreja a oreja pensé que quizá había ocurrido algo...
Abrí los ojos como platos y miré a Yamapi.
-Estás alucinando, mamá. Eso no pasó. -casi gruñó él.
Se produjo un silencio. Entonces se produjo un suave sonido. Un suspiro de ella.
-Lo siento entonces. Me equivoqué. -se disculpó.
De pronto me sentí culpable por estar ocultándole todo a esa mujer. Pobre, se merecía saberlo.
-No te preocupes. -dijo Yamapi.
-Sí, en serio, no se preocupe. -repetí yo intentando apaciguar las cosas.
Ella esbozó una amplia sonrisa.
-¿Quieren más? -consultó cuando vio que habíamos acabado con la cena.
-No, gracias. -dijimos al unísono los dos y nos reímos por esto.
La señora se vio contagiada por nuestra carcajada.
-Bueno, si necesitan algo me avisan, ¿sí?- ofreció ella.
-Claro, no hay problema. -respondí.
-¿Vamos a mi cuarto? -me dijo Yamapi.
Dirigí mi mirada disimuladamente hacia su madre. Estaba recogiendo los platos y cubiertos. Aparentaba no escucharnos, aunque estaba casi seguro de que no era así.
-Sí... -murmuré con un hilo de voz.
Él captó mi indirecta para mostrarnos un poco más discretos y me hizo un gesto con la cabeza para subir. Yo me levanté en silencio y me encaminé a las escaleras.
-Buenas noches, mamá. -dijo Yamapi.
-Buenas noches, señora. -agregué yo al instante.
-Buenas noches, chicos. Que duerman bien. -nos deseó.
Podría jurar que su voz denotaba emoción.
-Igualmente. -respondió él.
Subimos hasta la habitación y resoplé apenas entramos.
-Eso sí que fue extraño. Ya no sé cómo tratar a tu madre. -ladeé la cabeza de un lado al otro y me senté en su cama.
-Lo sé, es demasiado intuitiva. Ya dedujo todo lo que ocurre. -observó.
-¿Y si se lo decimos? -pregunté.
Él me miró frunciendo el entrecejo.
-¿Estás loco? Nos estaría encima todo el día. Y tu mamá también. Sabes que sería así, ellas son muy amigas.
Me mordí el labio inferior al imaginar esto.
-Una verdadera tortura. -opiné.
-Exacto. -asintió.
-Pero por otro lado... me da pena ocultarles todo. Se merecen saberlo...
-¿Saber qué? -preguntó haciendo un gesto desesperado.
-Saber... -de pronto no supe qué decir. Porque en realidad, había algo muy importante que ignoraba. -Pi...
-Dime, amor. -se acercó para pasar su brazo por arriba de mi hombro.
Me mordí el labio inferior mientras planteaba un nuevo cuestionamiento en mi cabeza.
-¿Qué somos? -interrogué.
Be loved VII
Be loved VI~
-¿Eh? -me despertó de esa especie de transe su voz ronca y profunda. Demasiado sensual para enfriar mis pensamientos. -Nada, amor, no te preocupes. -Definitivamente me hacía sentir extraño llamarlo "amor".
-Te habías quedado mirándome. ¿Tengo monos en la cara o qué? -preguntó divertido mientras revolvía mis cabellos.
Me reí suavemente y me aferré con más fuerza a él.
-Es que eres tan hermoso que me distraigo. -musité acomodando mi cabeza en su hombro.
-Tú también me distraes. -rió. -Lo bueno es que esta película ya la vi, así que de mucho no me pierdo. El tema es que cierta personita aún no la ha visto. -murmuró tirándome de los cachetes. Me quejé entre risas y luego volvimos a quedarnos en silencio, mirando fijamente al televisor.
Y apareció otra escena subida de tono. Y otra más. Y otra más...
Sin darme cuenta, estaba acariciando el pecho de Yamapi insistentemente. Mi mano recorría su piel una y otra vez, llegando a su abdomen en donde mis dedos jugueteaban sin cesar. La temperatura de su cuerpo definitivamente no era la misma, se había elevado tanto que por un momento creí que estaba volando de fiebre. Pero sabía que no estaba enfermo ni mucho menos. Todo parecía indicar que esa película junto con mis roces no tan inocentes le estaban haciendo efecto. Y mi situación no era demasiado diferente. Mi corazón palpitaba escandolasamente, mientras que el aire llegaba y se iba de mis pulmones a gran velocidad. Demonios, me estaba excitando por primera vez en mi vida con un hombre. Y encima era mi mejor amigo. ¿Cómo había cambiado tanto mi vida con ese muchacho?
Llegó un momento que no lo soporté más y levanté mi cabeza para acercarme a sus labios peligrosamente. Lo besé con fervor, mientras mis dedos seguían jugueteando sobre su estómago. Este beso fue diferente. Sin haberlo previsto, nuestras lenguas cumplieron un rol muy importante, entrelazándose entre ellas en nuestras bocas y dándole un toque exquisito a este bailoteo de labios. Ese detalle me inspiraba a seguir explorando su cuerpo con mi mano, dirigiéndola a sus muslos para acariciarlos suavemente. Al poco tiempo, él estaba introduciendo una de sus manos por debajo de mi remera, casi más arañando mi espalda por la desesperación de sus movimientos.
Demonios, a eso se le llamaba besar en serio. Hasta ese momento, jamás me había compenetrado tanto con nadie de esa manera. No encontraba la razón por la cual con Yamapi era todo especial, a tal punto de sentirme un completo y estúpido virgen desesperado por hacer el amor.
Pero el problema radicaba justamente en eso. En realidad, jamás lo había hecho... con alguien de mi mismo sexo. Ese era un tema que en cierto modo me asustaba, me sentía inseguro al no saber qué tenía que hacer.
Y el asunto era el siguiente: ¿cómo parar en un momento así? ¿Cómo poder interrumpir la fogosidad que emanaban nuestros cuerpos en esos momentos?
Afortunadamente, fue Yamapi quien tuvo el incentivo para intentar controlar todo.
-Momento, esto está yendo demasiado rápido. -anunció jadeante.
-Completamente de acuerdo. -afirmé con la respiración tremendamente audible.
-Debemos parar.
-Así es.
-No tengo la más mínima idea de qué hacer con un hombre.
-Y yo mucho menos.
-Detengo la película, ¿cierto?
-Te lo ruego. -supliqué y rápidamente presionó el botón de "Stop" del control remoto. Ambos suspiramos como si nos hubiesemos sacado un peso de encima.
-Bien, el tema es... ¿qué hacemos ahora para tranquilizarnos? -preguntó con la desesperación reflejada en el rostro.
Lo miré imitando su gesto, claramente no sabía la respuesta.
-Ni idea, ¿se te ocurre algo productivo? -interrogué.
Y de esta manera, nos dispusimos a pensar en una alternativa para calmar nuestras hormonas revolucionadas, las cuales no estábamos aún dispuestos a dejar actuar.
sábado, 7 de noviembre de 2009
Be loved V
Be loved IV~
Estuve a punto de darme una bofetada por dejar ir mi mente de aquella manera. Qué espanto, ¿desde cuándo me ilusionaba tanto con alguien? Yo no era así, solía tomarme las cosas con calma. Con mi primera y hasta ese momento única novia, había vivido una linda y duradera relación, pero no pensaba en todo como si fuera algo mágico y hermoso. No como me ocurría con Yamapi. ¿Por qué era tan distinto al estar con él? ¿Influenciaba el hecho de haber tenido tantos años como mejores amigos? ¿O todo se resumía a que era él?
Demasiadas preguntas y ninguna respuesta que frenara esos constantes pensamientos.
Entonces alguien abrió la puerta y las palpitaciones se hicieron presentes de nuevo. Contrario a lo que me esperaba, quien me estaba invitando a pasar era la madre de mi amigo.
-Toma, ¿cómo estás? Adelante, Pi está en su habitación. -anunció con una gran sonrisa en el rostro.
Algo me decía que esa mujer se había dado cuenta de todo.
-Gracias, señora Aoki. -ingresé al recinto torpemente. -Yo me encuentro muy bien, ¿y usted?
-Perfectamente, porque vi a mi hijo muy feliz. -la mamá de Yamapi enarcó una ceja. -No hay nada que contente tanto una madre que ver a su hijo de esa manera, ¿sabes? -musitó y luego dislumbró una amplia sonrisa.
"Demonios, lo sabe absolutamente todo." me dije internamente
-¿Sí? ¡Qué bien! -me hice el desentendido adentrándome a la casa. -Bien, creo que iré subiendo. Con su permiso, señora Aoki... -me dirigí tambaleante hacia las escaleras para comenzar a subirlas, sin mirar a la otra persona.
-Bueno, cualquier cosa que necesiten me avisan. Diviértanse. -soltó una risilla y luego se fue.
Oh, no. Tendría que tolerar ese tipo de comentarios por parte de la mamá de Yamapi y la suya. Porque ambas mujeres hablaban muchísimo entre ellas y estaba claro que el tema de los hijos estaba siempre presente en sus conversaciones. ¿Por qué el sexo femenino era tan intuitivo? A veces agradecía ser hombre y no estar atento a tantos detalles.
Llegué al segundo piso y me detuve frente a la puerta del cuarto de mi mejor amigo. Normalmente, abriría la puerta sin preguntar, pero ahora me daba vergüenza hacerlo y no comprendía la razón. Me parecía realmente estúpido eso por mi parte y sin embargo golpeé para llamar la atención del otro lado.
-¿Sí? -murmuró esa voz masculina y profunda que tanto me gustaba de Yamapi.
Sentí un leve escalofrío.
-Ehh, Pi, soy yo. -musité con la voz algo baja.
-Pasa. -escuché cómo reía suavemente. Seguro le había hecho gracia que pidiera permiso antes de entrar.
Y al abrir la puerta, descubrí por qué me apenaba tanto la idea de entrar bruscamente allí.
Vi al muchacho tendido en la cama, con unos pantalones deportivos cómodos y una toalla alrededor del cuello. El resto del cuerpo lo tenía completamente desnudo, algo húmedo por la ducha que seguramente acababa de darse. Santo cielo, era la primera vez que apreciaba el cuerpo de aquel hombre de semejante manera. Me había quedado sin aliento, como si jamás en la vida hubiera visto el físico increíble que tenía ese chico.
-P-Pi... -jadeé y sacudí la cabeza. -Am... Hola de nuevo, ¿cómo te fue con Natsu? -interrogué acercándome a la cama intentando desviar la vista de él sin demasiado éxito.
Entrecerró los ojos extrañado por esta actitud.
-Bueno, digamos que... se lo tomó como creía que lo haría. Se puso mal, pero no se enojó ni nada por el estilo. Por suerte ella es una chica bastante buena y comprensiva. -dijo con apoyando su mentón sobre una de sus manos.
Se produjo un silencio.
-¿Toma-chan? -llamó curioso. -¿Estás bien?
-¿Qué? -sacudí la cabeza. -Ah, sí, me alegro de que haya sido así. Siempre me pareció que era una buena persona y esto me lo terminó de confirmar.
Yamapi me observó atentamete.
-¿De verdad estás bien?- preguntó preocupado.
Parpadeé un par de veces.
-Sí, es sólo que... Es sólo que... -Es sólo que no puedo quitarte los ojos de encima... -Es sólo que... Todo esto me resulta muy extraño.
Y si es por mí, te devoro a besos por todas las veces en que quise probar tus delciosos labios.
Quería decirle tantas cosas, pero sólo pude decirlo lo siguiente:
-Eres tan hermoso, Pi. Demasiado, y por muchos años no lo había notado. -reconocí sonrojado. -Qué tonto fui todo este tiempo...
Be loved III
Be loved II~
Rodé por el colchón hasta quedar boca abajo. Rapidamente, los recuerdos de anoche se hicieron presentes. Yamapi y yo nos besamos. Yo había pegado mis labios a los suyos y le había dicho que lo quería. Y él, bueno... digamos que le dio dinámica al beso.
Sentí cómo mis mejillas se ruborizaban, ya que sentí un gran calor en esta zona de la cara. Oh, Dios mío. ¿De verdad había ocurrido eso? Volví a girar en mi cama y me llevé la mano a la boca, rozándola suavemente con los dedos. Al instante se me vino a la cabeza la cara de Yamapi en la oscuridad de la noche, emepeñado en que ese beso fuera real...
Me incorporé con el corazón latiendo con fuerza y la respiración agitada. ¡Diablos! Me costaba pensar que aquello había sucedido realmente. Tantos años de amistad, tantas amores que pasamos, tantos consejos, tantas charlas sobre nuestras parejas... Y ahora, inexplicablemente, estábamos profundamente enamorados el uno del otro. Sí, lo que ocurrió la noche pasada no había sido uno de nuestros tantos juegos. Era completamente en serio, podía notar lo que él sentía por mí. Y, claramente, me sucedía lo mismo que a él. Mi mejor amigo me gustaba. Mucho. O quizá demasiado.
Suspiré y me recosté de nuevo. En ese día, apenas nos pudimos mirar. Ninguno de los dos supo cómo continuar nuestra relación tras lo ocurrido. No podíamos tratarnos como siempre, pero tampoco íbamos a andar besándonos por ahí...
Abrí los ojos como platos al pensar en esto último. "¿Pero qué dem--?" Un momento, nosotros no éramos novios ni nada por el estilo. Supuestamente seguíamos siendo amigos a pesar de lo ocurrido, o eso era lo que yo tenía entendido. La cabeza comenzó a darme vueltas. ¿Qué éramos? ¿Cómo debía actuar con él ahora?
"Qué complicado es enamorarte de tu mejor amigo" pensé sacudiendo la cabeza de modo desesperado.
De pronto, oí cómo alguien se acercaba al cuarto. Se abrió la puerta y ni me molesté en levantar la vista.
-Ryuusei, ¿me trajiste algo para comer? -pregunté cruzando mis brazos por detrás de mi cabeza y apoyándolos contra el cabezal de la cama.
-Toma-chan... -murmuró una voz muy conocida para mí que definitivamente no era la de mi hermano menor.
Dirigí mis ojos hacia la puerta y lo vi. Allí estaba él, mirándome fijamente con esos ojos brillantes, hermosos. Estaba esperando a que le hablara antes de hacer ningún movimiento por lo que pude deducir.
Me levanté de un sobresalto y casi me caigo al piso con este movimiento brusco.
-¡Pi! Ho-hola... -murmuré ahogadamente con un intenso sonrojo.
Él sonrió con esa frescura tan característica, aunque con el nerviosismo reflejado en el resto de su cara. Se acercó algo tambaleante y se sentó en mi cama. Casi por inercia, hice lo mismo que él, ya que vivíamos sentados allí, uno al lado del otro.
-Podemos... ¿podemos hablar un momento? -interrogó dudoso, como si le diera miedo escuchar mi respuesta.
"Llegó el momento de aclarar las cosas" concluí internamente.
-Por supuesto que sí. -contesté con la voz temblorosa.
Y, sin previo aviso, se acercó velozmente a mí para besarme de nuevo.