sábado, 20 de noviembre de 2010

Be Loved XXVII~

- Los cerezos florecieron.- dijo mi novio emocionado mostrándome una sonrisa.
No me había percatado de eso porque estaba demasiado metido en mi cabeza. Pensaba en lo difícil que iba a ser enfrentar ese momento. Pero sobre todas las cosas tenía que ser fuerte.
Estaba seguro de que todo saldría bien, aunque mi mente no dejase de torturarme diciéndome: “Lo vas a lastimar”.
Pero había algo peor aún: ¿y si se cansaba? ¿y si me dejaba? Me sentía inútil. Me sentía como un bueno para nada que no podía hacer feliz a su pareja.
Suspiré aún de su mano, mientras caminábamos.
El aún mirando los pétalos caer, y yo, callado y enfrascado en mi mundo.
- ¿Estás bien? –preguntó buscando mi mirada.
- ¿Eh? Si, si. Lo estoy.-respondí intentando convencerme a mí mismo y no a mi novio.
- Estás raro… –dijo con una mueca de preocupación en la cara.- Bueno… vamos a casa, estaremos tranquilos, Ryuusei salió con Rina y mamá y papá están trabajando.-me sonrió.
Y ahí mis problemas mentales aumentaron. Me puse nervioso. Sabía que eso significaba algo.
Caminé aún más preocupado que antes. Suspiré en cuanto llegamos a la puerta de la residencia Ikuta.
Abrió la puerta y me llevó directamente a la habitación en donde dejó tirada su mochila y el saco del instituto.
- Ya vengo amor, voy al baño.-me sonrió y se encerró en el baño de la habitación.
Dejé mi mochila a un costado y me senté en la cama.
- El ano es una entrada estrecha, es un esfínter muscular y tiende a ofrecer resistencia, que está acostumbrado a la expulsión y no introducción, por lo que la persona debe de estar completamente relajada y segura de lo que hace.-balbucee de memoria.- A diferencia de la vagina, el recto no se lubrica, por lo que deberéis utilizar una crema, aceite o gel lubricante.-Rebusqué en mi mochila crema para las manos.- ¿Esto servirá? –me rasqué la cabeza y seguí dialogando en voz baja conmigo mismo.- Lubrica un dedo, estimula la zona anal, acariciándola hasta que consigas una cierta excitación y relajación. También puedes utilizar la lengua para la excitación. Esto tiende a resultar muy satisfactorio, No intentes penetrar con el dedo a la primera, frotad un poco con la yema hasta que notes que la entrada se dilata y deja de mostrar resistencia. Vuelve a lubricar tu dedo e introdúcelo poco a poco.-seguí en mi mundo hasta que noté que Toma abría la puerta. Seguí repasando internamente los pasos a seguir.
Toma se sentó a mi lado y yo dejé la crema arriba de la mesita de luz.
Noté que Toma se recostaba y me arrastraba con él hasta abrazarse a mi cuerpo.
Lo besé suavemente en los labios. Realmente quería hacerlo, pero hacerlo bien.
Él como siempre no tardó en acelerar el ritmo de los besos. Lo pegué a mi cuerpo y lo besé con ganas también.
Cambié mi posición poniéndome sobre él con los brazos a los costados de su cabeza.
Le besé las mejilla, el mentón y luego la parte del cuello que estaba descubierta.
Lo sentí suspirar debajo mío.
Le comencé a desabrochar la camisa. De a poco, mientras besaba su piel. Amaba el contacto de mis labios sobre su piel suave. Él en cambio, se concentró en sacarme el saco, mientras se mordía los labios suavemente.
Lo miré a los ojos y noté que los suyos estaban mirándome. Mirando cada cosa que yo hacía.
Le saqué la camisa por completo y jugué con sus tetillas, besándolas y mordiéndolas.
Lo oí gemir, y allí creí que me iba a comenzar a poner nervioso, pero no, supe manejarlo bastante bien, como hasta ahora había sido.
Jugué con su ombligo, él enredaba los dedos en mi cabello mientras gemía bajito. Me saqué la camisa yo mismo, casi desesperado. Realmente quería lograrlo esta vez. Él aprovechó esto para acariciarme el pecho para presionar mis tetillas y hacerme gemir bajito también. Me besó el cuello y el pecho, trazando un camino de saliva que me había dejado sin aire.
Llevé mi mano derecha a su pantalón, comenzando a sacárselo mientras con mis manos acariciaba sus piernas, y con mis labios besaba las mismas al bajar. Toqué su hombría por sobre la ropa interior y lo sentí gemir alto. Noté la desesperación en sus ojos, él también quería lograrlo, por lo que rápidamente me quité la ropa que me quedaba y le saqué el bóxer.
Pero no hice nada. Simplemente lo besé en los labios tiernamente, acaricié su cuello y me coloqué de costado detrás de él. Le besé el cuello, la espalda y con mi mano derecha tomé un poco de crema de la mesa de luz y la coloqué en mi mano para luego sin introducir mi dedo, acariciar la zona, mientras no dejaba de besarlo allí.
Cuando sentí que ya era momento, coloqué un poco más de crema en mi dedo y lo ingresé de a poco. Mientras con mi otra mano tomé su miembro entre mis manos y lo acaricie en la punta, presionando un poco. Lo oí gemir, y continué estimulándolo con el dedo, para luego introducir otro, con el cual lo sentí removerse y gemir un poco más. Luego de unos instantes quité mis dedos y lubriqué mi miembro con la crema sin deja de estimular su miembro, ahora masturbándolo a un ritmo constante. Acomodé sus piernas y poco a poco mientras besaba su espalda, lo fui adentrando en su cavidad poco a poco y lo sentí chillar.
- ¿Estás bien amor? -me quedé allí quieto, aunque me costó hacerlo ya que mi cuerpo me pedía comenzar a moverme.
- Sí, continua.-lo oí gemir, ya que no había dejado de estimularlo.
Poco a poco comencé un vaivén suave, y tranquilo. Comencé a gemir en su oído y lo sentí gemir a la par mía.
Sonreí. Estaba feliz. Ambos lo estábamos disfrutando.
¡Lo habíamos logrado!
Besé su cuello y intenté acomodarme de forma que pudiese besarle los labios suavemente. Necesitaba hacerlo.
Le sonreí, y noté su sonrisa en los labios también.
No supe cuanto tiempo pasó, pero lo sentí temblar y gemir con fuerza antes de acabar en mi mano. Poco tiempo después el orgasmo golpeó mi interior y en un gran gemido acabé dentro suyo.
Me quedé allí, recuperando el aire, y poco a poco, me liberé de su interior.
Lo giré y lo estreché contra mi cuerpo. Besé su frente.
- ¿Estás bien amor? –le pregunté.
- Estupendo.-me sonrió abrazándome fuerte y besándome en los labios.- Lo logramos amor…-murmuró contra mis labios.
- Si, lo logramos.-contesté.

martes, 15 de junio de 2010

Be loved XXVI~

Lo abracé con fuerza y disfruté del contacto por un buen rato. Aspiré el dulce aroma de su cuerpo y cerré los ojos. Recordé lo ocurrido la última vez que estuvimos completamente a solas, aquel encuentro por el que luchamos durante tanto tiempo y que terminó de una forma inesperada. En mi mente apareció la imagen de mi novio, con aquella expresión triste, repitiendo que me había hecho daño. Esa frase me destrozaba, no me gustaba para nada que él pensara aquello. Ciertamente me había dolido en su momento, pero sabía que no había sido a propósito. Aparte yo deseaba que él continuara a pesar del daño, sin embargo él me quería tanto... Tanto como para calmar sus propios deseos.

-Pi. -lo llamé en voz baja.
-¿Sí, amor? -respondió.
-Quieres... ¿quieres venir luego a... a mi casa? Ryuusei sale con Rina, mis papás están trabajando y... bueno...
Yamapi me separó de su cuerpo y me miró unos segundos a la cara. Obviamente notó mi nerviosismo, por lo que entrecerró los ojos.
-Claramente, pretendes que lo intentemos de nuevo. -comentó.
-Bueno, yo... -suspiré. -Sí, así es. -reconocí al fin.
Mi novio suspiró también y bajó la mirada. Jugueteó con sus labios, mordiéndoselos y haciendo leves muecas. Me quedé observándolo atentamente, ese era un típico gesto que tenía cuando algo lo ponía incómodo.
-Amor, si no quieres hacerlo...
-No digas eso. Por supuesto que quiero. -me detuvo antes de culminar mi frase. -Es sólo que...
-¿Te asusta? -cuestioné esta vez interrumpiéndolo yo a él.
Inspiró hondo y cerró los ojos.
-Sí. Temo dañarte de nuevo.
Lo miré con rudeza, molesto con oír aquello.
-Pi, ya hablamos sobre esto bastante. -aclaré por vigésima vez, harto de repetirlo.
-Lo sé. -asintió.
-¿Puedes dejar de pensar en eso? Sabes que no me gusta que te eches la culpa. -bufé.
-Perdón. -dijo enseguida. -De verdad, lo siento. -declaró aunque yo seguía sin relajarme. Él me tomó por los hombros y me obligó a que lo mirara a los ojos. -Hey, en serio. Lo siento mucho. Prometo no volver a decirlo. -expresó con sinceridad.
Solté casi todo el aire que retenía en mis pulmones y acaricié su mejilla.
-No te preocupes, yo también lo siento. Siempre reacciono mal ante esto. Perdón, amor. -musité intentando relajarme, pero aún me sentía alterado. Inevitablemente siempre que charlábamos sobre aquel tema, veía cada vez más lejano el día en el que podríamos hacerlo. Y eso me preocupaba sobremanera.
-Ya está, amor, tranquilo... -susurró Yamapi abrazándose con fuerza a mi cuerpo. Luego se separó un poco, lo suficiente para enfrentar su cara a la mía y de esta manera, besarme. Por supuesto que no lo detuve, necesitaba de sus besos en aquel momento. De alguna mágica manera, siempre lograban calmarme, serenizarme. Mi novio representaba mi puerto seguro, el único sitio en donde yo me sentía a salvo de todo.

Nuestros labios estuvieron conectados por un largo lapso de tiempo y pronto sus manos comenzaron a explorar mi cuerpo propiciando caricias en todas partes. Sabía que dentro de poco regresarían al aula mis compañeros y corríamos el riesgo de que nos descubrieran, pero se sentía tan bien que no pensaba detener aquello. Sus dedos rozaban suavemente mi ropa, trazando caminos imaginarios sin rumbo definido. Recorrieron mi pecho, mis hombros, mi espalda, mis caderas...

Y de repente, sus manos se detuvieron en este último lugar.
-¿Qué es esto? -cuestionó tras separarse de mis labios y cortando ese beso que parecía que iba a ser eterno.
-¿Eh? ¿Qué cos--? -observé que palmeaba uno de los bolsillos de mis pantalones y lo recordé. Supe a qué se estaba refiriendo y entré en pánico. -¡Nada! ¡No es nada! -me separé bruscamente de él, ocultando con mis manos el bolsillo que había indicado.
Pi me miró perplejo, obviamente no comprendía por qué había reaccionado así. Yo tampoco lo sabía, pensándolo bien mi actitud había sido muy estúpida y era más que probable que de esta manera levantara aún más sospechas.

Claro que acerté.

-Toma, muéstrame que llevas ahí. -me ordenó.
-No quiero. -respondí. -¡Dije que no es nada!
-Por favor, ¿me crees tonto o qué? Si no tienes nada, entonces no actuarías así. -dijo elevando las manos y poniendo los ojos en blanco. -Vamos, enséñame lo que llevas en el bolsillo. -se acercó lentamente, acorralándome en un rincón.
-¡No! -exclamé al chocar contra la pared y entonces todo ocurrió muy rápido.
Se produjo un forcejeo realmente patético, en el que obviamente perdí. Él separó mis brazos y sostuvo a ambos con una sola mano, odiaba ser tan débil a su lado. Decidí dejar de hacer esfuerzos en vano y permití que sacara de mi bolsillo aquello que no quería que viera. Suspiré resignado al ver cómo desdoblaba el papel y comenzaba a leer. Y esperé que pasara lo que tuviera que pasar.
-Qué... qué dem... ¡¿qué demonios es esto?! -interrogó escandalizado, abriendo los ojos como platos. -"El ano es una entrada estrecha, es un esfínter muscular y tiende a ofrecer resistencia, que esta acostumbrado a la expulsión y no introducción, por lo que la persona debe de estar completamente relajada y segura de lo que hace." -leyó en voz alta con una expresión atónita. Continuó. -"Trucos para una penetración anal satisfactoria: Lubrica un dedo, estimula la zona anal, acariciándola hasta que consigas una cierta excitación y relajación. También puedes utilizar la lengua para la excitación." -tosió y carraspeó. -"Esto tiende a resultar muy satisfactorio, No intentes penetrar con el dedo a la primera, frota un poco con la yema hasta que notes que la entrada se dilata y deja de mostrar resistencia. Vuelve a lubricar tu dedo e introdúcelo poco a poco." -soltó una gran cantidad de aire y dirigió su mirada a la mía. -Amor, explicáme qué es esto, por favor. -suplicó traumatizado con lo que acababa de leer.
Pensé en decirle que se trataba de algo para la materia de Biología, pero era mi compañero de clases así que sabía a la perfección que no estábamos viendo educación sexual. Aparte, ¿desde cuando explicaban en las escuelas cómo los homosexuales debían tener relaciones?
-Es... es... -tragué saliva y sacudí mi cabeza. -Información que encontré en internet. Lo busqué porque necesitaba saber qué estábamos haciendo mal. -confesé avergonzado. Era ridículo que me pusiera a leer algo tan estúpido, redactado como si fuera una receta de cocina, pero estaba demasiado desesperado. Fue lo único que se me había ocurrido hacer.
-¿En dónde lo buscaste? -preguntó rascándose la cabeza.
-En Google. -contesté. -Puse en el buscador "consejos sexuales... homosexuales". -balbuceé apenado.
-"Homosexuales"... -repitió al parecer aturdido con ese término.
-Si ponía solamente "consejos sexuales" no aparecería lo que buscaba. -aclaré.
Yamapi tomó una gran bocanada de aire y tomó mi mentón para que lo mirara directo a los ojos.
-Amor. -comenzó a hablar. -No es necesario que llegues a estos extremos... -su cara adquirió una expresión contrariada que no supe comprender su por qué. -Bueno, digo... Este tipo de cosas no son para buscarlas en la net. No vas a encontrar la verdad del universo en una página web. -enarcó las cejas.
-Ya lo sé, pero no sabía en qué otro lugar buscar. -le expliqué. -Y es algo muy importante para ambos, no puedo quedarme con los brazos cruzados.
-Amor...
-No vuelvas a decirme que es tu culpa, por favor. -lo detuve.
Suspiró y me abrazó. Era un contacto cálido, reconfortante.
-Ya verás que todo saldrá bien. Te lo prometo. -musitó en mi oído.
Sonreí. Su voz era calma, melodiosa. Cerré los ojos y medité.
Me estaba haciendo demasiados problemas sin necesidad alguna, definitivamente.
-Lo sé, confío en que será así. Costará, pero lo lograremos. -declaré al fin.
Entonces me rodeó con sus brazos con aún más fuerza y me dejé invadir por su calor corporal. Con un novio así, ¿cómo no confiar en que todo se solucionaría?

Se oyeron pasos y murmullos. Me separé rápidamente de él y corrí a mi asiento. El simulacro ya había culminado y todos estaban regresando a las aulas. Rápidamente, mis compañeros llegaron y ocuparon sus lugares, charlando y comentando lo ocurrido en el auditorio. Al parecer nadie se había percatado de nuestra ausencia, ya que no nos dijeron nada al respecto.
Busqué a mi novio con la vista. Todavía leía la hoja que me había sacado.

domingo, 14 de marzo de 2010

Be loved XXV~

- ¿Y ya probaron del otro modo?
- ¿Del otro modo?-la duda estaba reflejada en mi rostro. No entendía con exactitud a qué se refería con esas palabras.
- Ya sabes. Tu debajo de él y él...
- ¡No!-lo interrumpí con un grito estruendoso.
Frente a mí se encontraba mi amigo y uno de los más extraños compañeros que tenía en la clase, Sakurada Kazuhiko. Pelo negro y flequillo planchado, cuerpo delgado, piernas y brazos largos y varios piercings en el rostro eran las características que lo identificaban.
No entiendo cómo me las había arreglado para convencer a Toma de que Ryuusei se encontraba en problemas con Rina y necesitaba de un consejo de hermano. Luego tendía que lidiar con eso, pero las situaciones desesperantes requieren medidas drásticas. Así que, apenas sonó el timbre que daba comienzo al recreo me dirigí casi a pique al banco más próximo al suyo. Él me miró inexpresivo ya que desde que me había puesto de novio no pasábamos juntos la misma cantidad de tiempo. Pero al notar mi expresión supo que necesitaba de su ayuda.
- Es que…-agaché la cabeza y comencé a chocar mis dedos índices entre sí.- Yo no debo ser el que… Bueno entiendes lo que quiero decirte.-dije y suspiré. El espacio que tenía antes de que comience una nueva clase se acortaba y debía sacarle todo el provecho que pudiera. Más si Ryuusei me delataba sin una intención verdadera de hacerlo y yo tenía que enfrentarme a la ira desbordada de mi novio. O algo así.
- Ajá.-dijo y observó pensativo a la nada.
- ¡¿Cómo que “Ajá”?!
- Que Toma es el que tiene más pinta de uke en la relación.-mis ojos se salieron de sus órbitas. ¿Cómo demonios era que él podía entender tanto sobre el tema?
- Bueno a decir cierto es… correcta tu afirmación.-concluí mirando hacia otro lado. Me avergonzaba dejarle en claro los roles en nuestra relación. Creía que en ese momento él se imaginaba a los dos en un “probable encuentro sexual” con cada detalle y disfrutaba internamente de las imágenes que le provocaban su mente.
- ¡¿Puedes por favor ir al grano?!
- ¡¿Qué?! -me había tomado desprevenido. Al parecer debía haber pasado ya un minuto desde mi última reacción y él esperaba atento a que le dijera algo.- Bueno…-me aclaré la garganta.- La cosa es así: Le hice daño a Toma la última vez que intentamos…
- Continúa.-me animó a seguir, un poco molesto porque yo no era lo suficientemente directo como debía.
- Le he hecho daño Toma.- repetí la frase muchas veces en mi cabeza hasta el hartazgo en esas milésimas de segundo.- Y me gustaría repararlo. Quisiera que esto fuese una pura y simple expresión de amor.-no pude continuar. Las lágrimas ya inundaban mis ojos.
Kazuhiko se acercó y cerró un fuerte abrazo sobre mi cuerpo. Yo era pura debilidad, pero el calor que emanaba de su cuerpo rápidamente me causó alivio.
-Detente…-dijo divertido.- Ya bastante has hecho con ponerme meloso a mi.-y deshizo el abrazo para luego secar las lágrimas restantes con sus pulgares.- Vas a ver que podrás demostrarle ese amor que sientes.-ahora él se aclaró la garganta y me miró serio.- Lo que debes hacer…-miró a nuestro alrededor para ver si había alguien cerca escuchándonos.- es provocar una distracción.
- ¿Distracción?
- Por supuesto. Debes distraerlo con otra cosa, de modo tal que en el momento en el que hagas “eso”-hizo unas comillas en el aire- Ikuta no se de cuenta de que lo haces. ¿Me entiendes?
Lo miré asombrado ante el gran descubrimiento.
- ¿Pero qué tipo de distracción?
- Algo sencillo. Podrías susurrarle frases amorosas al oído. O darle besos en el lugar que más le guste. O ambas. ¿Qué creíste que era tan difícil? Tu haces de la falta de experiencia una oportunidad para sonar idiota no para comprender como se deben hacer las cosas.-sonrió burlándose.
- La maldad es líquida como la sangre en tu cuerpo ¿Sabías eso?
Ambos comenzamos a burlarnos de mi chiste hasta que de repente sentí esos brazos tan conocidos que me rodeaban el cuerpo y me llevaban a otro mundo donde reinaba el placer en un sueño eterno, del que jamás quería despertar.
- Suenas muy lindo cuando ríes.-susurró contra mi oído.- ¡Hola Sakurada! - dijo él sonando amable, mejor dicho tratando de sonar amable ya que, aunque Kazuhiko no odiaba a Toma, sus contactos se encontraban determinados por una “prudente” distancia que él había establecido con quien ahora era mi no tan flamante novio.
Lo observe por el rabillo del ojo. Claramente él no estaba ni enojado ni molesto. Mi plan había funcionado a la perfección.
- Hola.- contestó él secamente tratando sin éxito de sonar amable con Toma frente a mí.- Supongo que este es mi pie para irme.
- ¿Cómo?- exclamé aturdido por esto último.
- Tengo cosas que hacer, además dentro de poco va a comenzar el simulacro.
- ¿Simulacro?
- ¿En qué mundo vives amor? - dijo Toma riéndose de mi ingenuidad.- Hoy es el simulacro de incendio. Por eso están todos en el auditorio.-miré a mí alrededor: no había nadie en el aula ni recorriendo los pasillos. Él me besó en la mejilla para luego continuar con un beso apasionado sobre mis labios que ardían de placer.- Y por eso puedo hacer esto.- rió.
Kazu tomó sus cosas y mientras salía del aula dijo:
- Deberían aprovechar el aula vacía. Es lo que yo pienso hacer.
-¿Vas a verte con alguien de los grados superiores?
- Voy a tener una clase particular de literatura con el profesor Kisaragi.-rió y salió despedido por uno de los pasillos.
- Vaya el profesor Kisaragi.- dije cuando ya nos encontrábamos solos.- Jamás lo habría imaginado.
- Tenía pinta. No entiendo cómo no pudiste notarlo.
¡Dios a veces puedo ser tan idiota!
- Te amo.-dije y acompañé mis palabras con un beso.
- Dime algo que no sepa.-río juguetón.


miércoles, 10 de febrero de 2010

Be loved XXIV~

Otra vez con lo mismo, otra vez probaríamos llegar a lo que tanto buscábamos. ¿Cuántas veces más lo intentaríamos? No nos cansábamos de procurarlo, a pesar de que siempre nuestros planes se frustraban con algo. Pero se notaba a la legua que moríamos por conseguirlo, los deseos de ambos se incrementaban día a día. Esperaba que esta vez pudiéramos cumplir nuestra meta...

Seguimos besándonos y con cada movimiento de nuestras lenguas, la pasión aumentaba en aquel contacto. Una oleada de calor recorrió mi cuerpo, concentrándose en mi entrepierna. Ya me sentía excitado y estaba seguro que él también lo estaba, cuando comenzó a besar mi cuello no me cabía ninguna duda. Suspiré al sentir sus labios en esta zona y ladeé la cabeza a un lado para permitir que siguiera con su tarea. Mientras, mis manos revoloteaban por la zona de su abdomen, jugueteando con el límite de su camiseta hasta que no lo resistí más y lo obligué a que se sacara esta prenda. Una vez que estuvo con el torso desnudo, mis caricias sobre su piel no cesaron nunca. Adoraba sentir su suave textura, la unión de ambos tactos hirvientes me deleitaba a no más poder. Poco tiempo después, mi novio procedió a quitarme la parte de arriba de mi ropa y yo apresuradamente llevé mis dedos a la cornisa de sus pantalones para comenzar a bajárselos. Era como si el tiempo se nos acabara y debiéramos correr antes de que eso ocurriera, la urgencia que teníamos para concretar aquello era impresionante. Una vez que mi pareja se encontraba vestida por tan solo su ropa interior se dispuso a dejarme en las mismas condiciones, desabotonando la indumentaria que impedía que esto ocurriera. Lo ayudé levantándome un poco de la cama y jalando de la tela hacia abajo, dejando que me apreciara en bóxers nuevamente, aunque esperaba que esta vez resultara diferente luego de las otras tantas veces en las que pasó eso. Entonces ambos quedamos en las mismas condiciones y rápidamente Yamapi ingresó su mano por debajo de mi única ropa para darle atención a lo que ya se hacía notar debajo del algodón. Gemí ante el contacto y casi por inercia hice lo mismo con él. Nuestros dedos corretearon en las entrepiernas de ambos por unos minutos, arrancándonos varios gemidos por el delicioso placer que nos provocaban esas caricias. Y no mucho rato después, ambos decidimos deshacernos del último obstáculo que nos impedía estar como Dios nos trajo al mundo. Aprecié lo más que pude su maravilloso cuerpo desnudo mientras me acomodaba en el colchón para pasar a la siguiente etapa. Simplemente por instinto separé mis piernas, rogando mentalmente que no apareciera ningún factor indeseable que arruinara nuestro momento...

Y nada pasó. Sin que me diera cuenta, él ya se estaba adentrando en mi cuerpo, tras preguntarme si estaba listo y le contestara afirmativamente con la cabeza. Sin embargo, el dolor desgarrador que sentí en esos momentos fue tal que hizo que derramara un par de lágrimas. No era lo que esperaba, sinceramente creí que el daño sería mucho menor. Bueno, pensándolo bien eso no lo podía calcular, era la primera vez que alguien me penetraba cuando sólo había sido yo quien había hecho eso... con una mujer. ¿Tanto cambiaba la cosa si el rol era otro y los sexos eran los mismos? Al parecer así lo era, mis músculos internos no toleraban aquel intruso allí. Igualmente me callé, no iba a permitir que por mi culpa todo acabara antes de comenzar. Aunque por más que no dijera nada, Pi supo que algo iba mal.
-¿Amor? -me llamó en voz baja. -¿Estás bien? -indagó preocupado, observando mis reacciones.
Tomé una gran bocada de aire y me repetí mentalmente que la parte dolorosa ya culminaría pronto, pero la molestia era demasiado fuerte como para convencerme de esto.
-Sssí... S-sigue, p-p-por fa... vor... -rogué ahogadamente, procurando ignorar cómo se humedecía mi rostro con pequeñas lágrimas cristalinas.
Pero mis palabras no lo convencieron, precisamente.
-Amor, si quieres me detengo y...
-¡No!- lo detuve antes que termine la frase. -P-por lo menos in...intentémos-lo... -le pedí entrecerrando los ojos y ansiando que continuara.
Escuché un suspiro y entonces ya no sentí tanto dolor. Se había salido de mi interior y puesto al lado mío, doblando las rodillas y rodeando sus piernas con los brazos. Lo observé desde mi posición y resoplé con fuerza.
-Perdón. -articulé apenas. -¡Perdón!- repetí con más fuerza y me eché a llorar de la rabia. -Lo volví a arruinar todo, soy un desastre. -dije en medio del llanto, tapándome la cara con las manos.
Yamapi tenía el rostro sombrío, hasta me llegó a parecer que estaba como... deprimido.
-Te hice daño... -esbozó cabizbajo. -Te lastimé, te hice sufrir. -su voz era apenas un susurro, pero podía distinguir perfectamente el sentimiento de culpabilidad que tenía mi novio.
No podía oír eso, no soportaba que pensara de esa manera cuando el del error fui yo. Me acerqué precipitamente a él y lo abracé con fuerza, besando su hombro desnudo.
-No digas eso, amor, yo... -no sabía que más decirle para consolarlo, sabía que me negaría absolutamente todo. Así que me limité a seguir abrazándolo, enterrando mi rostro en su cuello.
Permanecimos de esta manera, sin decirnos nada, oyendo sólo los latidos de nuestros corazones, meditando lo que había ocurrido recién.
-Te amo. -musitó de repente, con los ojos aguados.
-Y yo a ti. Demasiado. -contesté tomando su mano con fuerza.

Algún error y muy importante tuvimos, estaba seguro que ninguno de los dos prentendía que ocurriera de nuevo la próxima vez. Y esperaba que para esa próxima vez no faltara mucho tiempo más.

sábado, 6 de febrero de 2010

Be loved XXIII ~

Pasaron 3 meses desde aquel episodio en que la madre de Toma supo de nuestra relación. Era increíble como ella, junto con Rina y Ryuusei, nos ayudaban en todo lo que podían para que nosotros tuviésemos más tiempo para estar tranquilos, y compartir los bellos momentos de nuestra relación. Nunca hubiese esperado algo así, es decir de los pequeños si pero… de la señora Ikuta… era demasiado extraño, a pesar de que era como mi segunda madre, jamás se me hubiese ocurrido que se tomara tan bien esta situación. Sonreí pensando aquello, sin dudas era una gran mujer. Mi madre aún no lo “sabía”, aunque estaba segura de que por como nos miraba estaba enterada, o por si misma o gracias a la señora Ikuta de la que era una gran amiga. Mi padre nos miraba extraño, supongo que veía algo diferente en nosotros, pero no decía nada por lo que supuse que pensaba que era sólo su imaginación, por lo que eso nos dejaba más tranquilos.
Si mi padre se enteraba quién sabe que pudiese pasar, era demasiado estricto, demasiado...
Por otro lado, en todo ese tiempo no habíamos podido concretar el acto sexual, se nos hacía completamente imposible. Siempre algo sucedía, una cucaracha, el teléfono, alguien llegaba en el momento más inoportuno e incluso Ryuusei pidiendo ayuda con la tarea de matemáticas. Por suerte no fue Rina quien interrumpió, algo que me hizo sentir mucho más tranquilo en aquel momento.
Nuestros intentos fallidos me frustraban demasiado. Demasiado…
- ¿Amor? -preguntó Toma acariciando mis cabellos. La cama se me hacía pequeña cuando estaba allí con él, y eso me gustaba porque sentía que tenía que estar más cerca de él para no caerme.
- ¿Uhm? -pregunté acariciando su cara con las yemas de mis dedos.
- Estás… pensativo…-habló sonriendo.
- Sí, lo estoy.
- ¿En qué piensas? -indagó besándome suavemente.
- En nosotros…-no mentí, aunque me hubiese dado algo de pena decirle que pensaba en…eso.
- ¿Pasa algo? ¿Algo va mal? -noté como en su boca parecía formarse un puchero.
- Para nada amor…-reí jovial.- Si algo malo pasase te lo diría.-en realidad no es que fuese malo, sino que realmente quería hacerlo mío, mostrarle que lo amaba más que nadie, y que lo iba a amar por siempre.
- Si hay algo malo sólo dime.-habló tranquilo mirándome a los ojos.
- No es nada amor, lo prometo. Al menos no es algo malo.-sonreí suavemente.
- ¿Algo te preocupa? -preguntó poniendo su mano sobre la mía en su mejilla.
- Sí, pero no creo que sea demasiado importante.-hice un gesto despreocupado.
- Es… eso, ¿verdad? Que no podemos…-habló haciendo una mueca.
- Si, pero ya podremos estoy seguro amor.-dije besando sus labios suavemente para luego mirarlo a los ojos.- No creo que sea demasiado importante, tenemos mucho tiempo aún.
- Pero… ya van 3 meses y…-lo interrumpí.
- Yo también quiero amor…-hablé tiernamente.- Pero… si no pudimos por algo es.-le sonreí.- Ya podremos, lo prometo.-acaricié su mejilla otra vez notando como sus ojos se cerraban ante mis caricias.
Sonrió y volvió a besarme los labios. Noté que sus labios hacían mucha presión sobre los míos, como si quisieran besarme con urgencia. Entreabrí mis labios dejando que su lengua ingresara en mi boca. Juguetearon entre ellas conociéndose más de lo que ya lo hacían. Cerré mis ojos de a poco concentrándome en su beso, que como siempre me sacaba el aire.
En un impulso me coloqué sobre él, cuidando de no dejarle todo mi peso.
Él coló sus manos por debajo de mi ropa y me acarició suavemente, mientras que mis besos fueron hacia su cuello.
Y ahí íbamos de nuevo, a intentarlo como en todo este tiempo.

jueves, 4 de febrero de 2010

Be loved XXII~

Nos quedamos un buen rato a solas en la habitación, abrazados. Yamapi apenas pudo cesar de llorar, jamás lo había visto sentirse tan culpable con algo. Una vez que se tranquilizó, bajé a la sala para ver cómo era la situación de Rina y Ryuusei. No llegué hasta donde se encontraban, ya que estaban conversando y no quería interrumpirlos.

-¿Y entonces qué? -preguntó Rina en voz baja.
-¿Entonces qué con qué? -cuestionó confundido mi hermano menor.
Me acerqué un poco más para espiar a través de un hueco que había entre la puerta y el marco de ésta, ya que no estaba cerrada del todo. Divisé a ambos chicos sentados uno al lado del otro, pero a la vez bastante distantes entre sí. Rina bajó la mirada y vi que por debajo de la mesa, cerraba las manos como puños.
-Con... con todo esto. Con... nosotros... -susurró apenas, aprentando con fuerza la tela de su falda.
Ryuusei carraspeó su garganta y tomó una gran bocanada de aire. Esa reacción me resultaba tan familiar...
-Yo, eh, bueno, esteee... -la voz le temblaba como si fuera una hoja de papel, apenas se le podía entender.
Pero claro que conocía aquello, era nuestra típica forma de demostrar nuestros nervios, una actitud marca Ikuta.
Rina levantó apenas la cabeza y, en un movimiento rápido, tomó su mentón para que sus miradas se encontrasen.
-Dilo, Ryuu-chan. -murmuró la muchacha. -Dilo y así te respondo. -esbozó una sonrisa angelical, capaz de sacarle el aliento a cualquier hombre.
Y así fue para mi querido hermano, dudaba que estuviera respirando en esos momentos por lo que podía ver.
Ryuusei cerró los ojos y se concentró en el oxígeno que pasaba por sus pulmones, claramente intentando relajarse. Era muy cómico ver aquello, parecía que veía mi propio reflejo.
-Rina, yo... -tragó saliva e inspiró. -¡Me gustas, y quiero que seas mi novia! -dijo atropelladamente, al parecer por miedo a no poder terminar la frase si no se apuraba.
Rina se rió encantada y pegó su nariz a la del chico dulcemente.
-Tonto. -musitó. -A mí también me gustas y claro que acepto ser tu novia. No me importaría intentarlo con un idiota como tú. -bromeó haciéndose la superior y, acto seguido, lo besó en los labios con muchísima ternura. Por supuesto que mi hermano le devolvió el beso, aunque fue con mucha torpeza, pero definitivamente estaba feliz por ser aceptado por la chica que tanto quería.
Decidí irme de allí, sentía que violaba su intimidad. Aparte estaba mucho más tranquilo al ver que ellos dos ya estaban bien.
Regresé al cuarto y apenas ingresé, noté que mi pareja estaba tirada en la cama, durmiendo. Se veía que el haber pensado tanto lo había dejado exhausto, así que ni se me ocurrió despertarlo. Lo tapé con las sábanas y acaricié un poco sus cabellos, estaba enternecido con la imagen de su rostro adormecido. Sonreí y me metí en la cama con él, rodeando su cuerpo con mis brazos con fuerza. Éste reaccionó apenas, abrazándome también pero aún sumergido en sus sueños. Besé su frente y apoyé mi cabeza en su hombro, para luego cerrar los ojos y quedarme dormido a su lado.

Cuando nos despertamos, Rina se había marchado a su hogar y mi mamá ya estaba de vuelta en casa. Era muy grato contemplar a mi hermano quien tenía una sonrisa de oreja a oreja y no se le iba de la cara ni por nada del mundo. Cuando le preguntaba la razón, se sonrojaba a no más poder y me decía "No es nada" y huía de mí. Por suerte las cosas entre él y Yamapi mejoraron bastante, no podían tratarse con la misma fluidez de siempre pero por lo menos se dirigían la palabra.
Cayó la noche y llegó el momento en el que mi novio tenía que regresar a su casa. Lo acompañé hasta la puerta y, a escondidas de los demás, le di un gran beso de despedida.
-Ve tranquilo y no te metas con Rina, ¿sí? -le recordé abrazándolo con fuerza. Me costaba dejarlo ir.
-Sí, lo sé. -dijo haciendo una mueca. -Debo pedirle disculpas como se debe... Y luego haré lo mismo con Ryuusei. -suspiró.
-Vamos, yo sé que podrás. Cualquier cosa no dudes en llamarme. -le avisé acariciando su mejilla.
Él sonrió y me apegó más a su cuerpo.
-Gracias, amor. Te amo. -susurró y a continuación, me dio un beso cargado de pura pasión. Yo no dudé en devolvérselo, rodeando su cuello con mis brazos.
-Te amo... -dije con un hilo de voz al separarme tan solo un segundo de sus labios para luego retomar el fogoso contacto.
Y de repente, se escuchó algo romperse en el piso. Giramos bruscamente y vimos que se trataba de un plato, ahora ya hecho añicos. Y la persona que lo portaba antes no era mi hermano, precisamente.
-M-mamá... -farfullé apenas, completamente shockeado por ser descubierto por mi madre en un momento así.
Ella estaba congelada mirándonos, no podía moverse de ninguna forma. Temblé, temeroso de que se tomara a mal lo que era obvio que sucedía entre Pi y yo.
Nos quedamos los tres en silencio, sin decir absolutamente nada. Minutos después, alguien se animó a romper la atmósfera de tensión.
-Los felicito, chicos. Espero que sean muy felices juntos. -articuló mi madre extrañamente animada, como si fuera algo de lo más normal lo que acababa de presenciar.
Se dio media vuelta, dirigiéndose a quién sabe dónde y pronto dejamos de oír sus pasos. Yamapi y yo nos quedamos de nuevo callados, anonadados por la confusa actuación de mi madre.

Y así fue como otro miembro de mi familia supo de mi nueva e inusual relación. No era el modo que hubiera planeado antes, pero qué más daba. Ya estaba hecho, así que mucho más al respecto no podía hacer.

domingo, 31 de enero de 2010

Be loved XXI

Cuando me abrazó me sentí a penas un poco más calmo, pero tenía tantos pensamientos ondeando en la mente que no sentí aquel beso que Toma me dio en la mejilla. Parecía ser que mis sentimientos de sobreprotección serían muy difíciles de calmar, sobretodo porque estaba interpretando las cosas apresuradamente y mis conclusiones no eran demasiado alentadoras.

Bufé molesto… molesto con Ryuusei, molesto con Rina y molesto conmigo mismo por no proteger a mi hermana de la forma en que mi mente de hermano mayor me imponía.

Mi pequeña crecía pero parecía no darme cuenta, o más bien no quería hacerlo, ya que cuanto más crecía más pequeña a mis ojos se veía.

Me rasqué la nuca incapaz de avanzar hacia el comedor y encontrarme con frases como “Íbamos a tener sexo, y lo arruinaste” por parte de Ryuusei, o un “Quería que me hiciese suya” de Rina. Sacudí la cabeza, jamás permitiría que algo así ocurriese hasta que mi pequeña tuviera aproximadamente 30 años y estuviese casada.

- Amor, tranquilo…-susurró Toma.- Estás sacando conclusiones apresuradas.-dijo leyendo todo lo que pasaba por mi mente con tan sólo mirarme. O me conocía demasiado bien, o mi mirada era demasiado expresiva. O ambas.

Suspiré e intenté sonreír, aunque más que sonrisa fue una mueca. Mi novio me sonrió reconfortándome una vez más, para tomar fuertemente mi mano entre la suya y comenzar a caminar hacia el comedor. Una vez allí mi cara de “miedo, odio, confusión y sobreprotección” se volvió a plasmar en mi cara, haciendo que Ryuusei tragase saliva y que Rina mirara hacia la madera de la mesa con algo de pena y miedo.

El silencio fue tal que el mayor de los Ikuta suspiró y comenzó a hablar.

- Bien… ¿por qué tanto silencio? Hemos venido a hablar, por lo que…-Rina lo interrumpió levantando su mirada.

- Pi…-murmuró y la miré inexpresivo.- Vinimos porque queríamos hablar tranquilos.-suspiró.- Ryuusei quería decirme algo, no sé qué… pero me pidió por favor que necesitaba estar a solas conmigo para eso, porque le resultaba muy vergonzoso lo que iba a pedirme…-hizo una media sonrisa.

¡Error! Mal comienzo, esto me parecía una excusa de Ryuusei hacia ella sólo para pedirle que tuviera sexo con él y como sabe que a Rina le gusta, era obvio que diría que si. Apreté mis puños y me acerqué a Ryuusei.

- ¿¡Por qué la engañas!? Lo único que quieres es acostarte con ella, ¿verdad? -tomé su camiseta entre mis manos y prácticamente lo agité. Toma comenzó a acercarse pero antes de llegar a separarme de su hermano recibí una fuerte cachetada. Rina fue la que con sus dedos llegó a dejarme helado aún con las manos sobre Ryuusei.

- ¡El no quiere hacer nada Tomohisa! -chilló mi hermana.- ¡Él no haría eso jamás!

- Es cierto…-se escuchó un murmullo de parte del menor de los Ikuta.- Yo sólo quería… quería…-suspiró decidido subiendo la mirada.- ¡Quería pedirle que fuese mi novia! -soltó en un susurro mirando a Pi.

- Arruinaste mi momento, nuestro momento…-concluyó Rina conmocionada.- Y no es la primera vez…-dijo comenzando a soltar lágrimas de sus ojos.

Suspiré sintiéndome pésimo, pensando en que me había reclamado el hecho de haber arruinado su primer beso, y ahora había arruinado la declaración de Ryuusei.

Bajé la mirada y sentí que Toma me abrazó en cuanto hube soltado a su hermano. Rina corrió a los brazos de Ryuusei, y se abrazó a él llorando. Pero no de felicidad por su “pedido”, sino de bronca por mi culpa.

- Lo siento pequeña…-murmuré queriendo abrazarla pero ella no quiso aceptarme.

- Déjala… ya se le pasará.-dijo Toma en mi oído y me llevó abrazado hasta su habitación.- Deberías aprender a controlarte, ya no es una nena.-dijo suavemente mirándome sin dejar de sonreírme mientras que yo mantenía una expresión de tristeza en la cara.

- Ayúdame amor…-dije suavemente.

- ¿Eh? -me miró sin entender.

- Ayúdame a entender que Rina está creciendo, no quiero lastimarla una vez más.-completé para que entendiese y mi novio soltó una pequeña risa para luego besarme suavemente.

- Te ayudaré en todo lo que pueda, como siempre lo he hecho.-me dijo y lo abracé fuerte.

Lo único que pude hacer al llegar a su habitación fue llorar. Mi hermana era muy preciada para mí y si ella no me perdonaba, yo mismo no me perdonaría.