sábado, 20 de noviembre de 2010
Be Loved XXVII~
No me había percatado de eso porque estaba demasiado metido en mi cabeza. Pensaba en lo difícil que iba a ser enfrentar ese momento. Pero sobre todas las cosas tenía que ser fuerte.
Estaba seguro de que todo saldría bien, aunque mi mente no dejase de torturarme diciéndome: “Lo vas a lastimar”.
Pero había algo peor aún: ¿y si se cansaba? ¿y si me dejaba? Me sentía inútil. Me sentía como un bueno para nada que no podía hacer feliz a su pareja.
Suspiré aún de su mano, mientras caminábamos.
El aún mirando los pétalos caer, y yo, callado y enfrascado en mi mundo.
- ¿Estás bien? –preguntó buscando mi mirada.
- ¿Eh? Si, si. Lo estoy.-respondí intentando convencerme a mí mismo y no a mi novio.
- Estás raro… –dijo con una mueca de preocupación en la cara.- Bueno… vamos a casa, estaremos tranquilos, Ryuusei salió con Rina y mamá y papá están trabajando.-me sonrió.
Y ahí mis problemas mentales aumentaron. Me puse nervioso. Sabía que eso significaba algo.
Caminé aún más preocupado que antes. Suspiré en cuanto llegamos a la puerta de la residencia Ikuta.
Abrió la puerta y me llevó directamente a la habitación en donde dejó tirada su mochila y el saco del instituto.
- Ya vengo amor, voy al baño.-me sonrió y se encerró en el baño de la habitación.
Dejé mi mochila a un costado y me senté en la cama.
- El ano es una entrada estrecha, es un esfínter muscular y tiende a ofrecer resistencia, que está acostumbrado a la expulsión y no introducción, por lo que la persona debe de estar completamente relajada y segura de lo que hace.-balbucee de memoria.- A diferencia de la vagina, el recto no se lubrica, por lo que deberéis utilizar una crema, aceite o gel lubricante.-Rebusqué en mi mochila crema para las manos.- ¿Esto servirá? –me rasqué la cabeza y seguí dialogando en voz baja conmigo mismo.- Lubrica un dedo, estimula la zona anal, acariciándola hasta que consigas una cierta excitación y relajación. También puedes utilizar la lengua para la excitación. Esto tiende a resultar muy satisfactorio, No intentes penetrar con el dedo a la primera, frotad un poco con la yema hasta que notes que la entrada se dilata y deja de mostrar resistencia. Vuelve a lubricar tu dedo e introdúcelo poco a poco.-seguí en mi mundo hasta que noté que Toma abría la puerta. Seguí repasando internamente los pasos a seguir.
Toma se sentó a mi lado y yo dejé la crema arriba de la mesita de luz.
Noté que Toma se recostaba y me arrastraba con él hasta abrazarse a mi cuerpo.
Lo besé suavemente en los labios. Realmente quería hacerlo, pero hacerlo bien.
Él como siempre no tardó en acelerar el ritmo de los besos. Lo pegué a mi cuerpo y lo besé con ganas también.
Cambié mi posición poniéndome sobre él con los brazos a los costados de su cabeza.
Le besé las mejilla, el mentón y luego la parte del cuello que estaba descubierta.
Lo sentí suspirar debajo mío.
Le comencé a desabrochar la camisa. De a poco, mientras besaba su piel. Amaba el contacto de mis labios sobre su piel suave. Él en cambio, se concentró en sacarme el saco, mientras se mordía los labios suavemente.
Lo miré a los ojos y noté que los suyos estaban mirándome. Mirando cada cosa que yo hacía.
Le saqué la camisa por completo y jugué con sus tetillas, besándolas y mordiéndolas.
Lo oí gemir, y allí creí que me iba a comenzar a poner nervioso, pero no, supe manejarlo bastante bien, como hasta ahora había sido.
Jugué con su ombligo, él enredaba los dedos en mi cabello mientras gemía bajito. Me saqué la camisa yo mismo, casi desesperado. Realmente quería lograrlo esta vez. Él aprovechó esto para acariciarme el pecho para presionar mis tetillas y hacerme gemir bajito también. Me besó el cuello y el pecho, trazando un camino de saliva que me había dejado sin aire.
Llevé mi mano derecha a su pantalón, comenzando a sacárselo mientras con mis manos acariciaba sus piernas, y con mis labios besaba las mismas al bajar. Toqué su hombría por sobre la ropa interior y lo sentí gemir alto. Noté la desesperación en sus ojos, él también quería lograrlo, por lo que rápidamente me quité la ropa que me quedaba y le saqué el bóxer.
Pero no hice nada. Simplemente lo besé en los labios tiernamente, acaricié su cuello y me coloqué de costado detrás de él. Le besé el cuello, la espalda y con mi mano derecha tomé un poco de crema de la mesa de luz y la coloqué en mi mano para luego sin introducir mi dedo, acariciar la zona, mientras no dejaba de besarlo allí.
Cuando sentí que ya era momento, coloqué un poco más de crema en mi dedo y lo ingresé de a poco. Mientras con mi otra mano tomé su miembro entre mis manos y lo acaricie en la punta, presionando un poco. Lo oí gemir, y continué estimulándolo con el dedo, para luego introducir otro, con el cual lo sentí removerse y gemir un poco más. Luego de unos instantes quité mis dedos y lubriqué mi miembro con la crema sin deja de estimular su miembro, ahora masturbándolo a un ritmo constante. Acomodé sus piernas y poco a poco mientras besaba su espalda, lo fui adentrando en su cavidad poco a poco y lo sentí chillar.
- ¿Estás bien amor? -me quedé allí quieto, aunque me costó hacerlo ya que mi cuerpo me pedía comenzar a moverme.
- Sí, continua.-lo oí gemir, ya que no había dejado de estimularlo.
Poco a poco comencé un vaivén suave, y tranquilo. Comencé a gemir en su oído y lo sentí gemir a la par mía.
Sonreí. Estaba feliz. Ambos lo estábamos disfrutando.
¡Lo habíamos logrado!
Besé su cuello y intenté acomodarme de forma que pudiese besarle los labios suavemente. Necesitaba hacerlo.
Le sonreí, y noté su sonrisa en los labios también.
No supe cuanto tiempo pasó, pero lo sentí temblar y gemir con fuerza antes de acabar en mi mano. Poco tiempo después el orgasmo golpeó mi interior y en un gran gemido acabé dentro suyo.
Me quedé allí, recuperando el aire, y poco a poco, me liberé de su interior.
Lo giré y lo estreché contra mi cuerpo. Besé su frente.
- ¿Estás bien amor? –le pregunté.
- Estupendo.-me sonrió abrazándome fuerte y besándome en los labios.- Lo logramos amor…-murmuró contra mis labios.
- Si, lo logramos.-contesté.
martes, 15 de junio de 2010
Be loved XXVI~
domingo, 14 de marzo de 2010
Be loved XXV~
miércoles, 10 de febrero de 2010
Be loved XXIV~
sábado, 6 de febrero de 2010
Be loved XXIII ~
jueves, 4 de febrero de 2010
Be loved XXII~
domingo, 31 de enero de 2010
Be loved XXI
Cuando me abrazó me sentí a penas un poco más calmo, pero tenía tantos pensamientos ondeando en la mente que no sentí aquel beso que Toma me dio en la mejilla. Parecía ser que mis sentimientos de sobreprotección serían muy difíciles de calmar, sobretodo porque estaba interpretando las cosas apresuradamente y mis conclusiones no eran demasiado alentadoras.
Bufé molesto… molesto con Ryuusei, molesto con Rina y molesto conmigo mismo por no proteger a mi hermana de la forma en que mi mente de hermano mayor me imponía.
Mi pequeña crecía pero parecía no darme cuenta, o más bien no quería hacerlo, ya que cuanto más crecía más pequeña a mis ojos se veía.
Me rasqué la nuca incapaz de avanzar hacia el comedor y encontrarme con frases como “Íbamos a tener sexo, y lo arruinaste” por parte de Ryuusei, o un “Quería que me hiciese suya” de Rina. Sacudí la cabeza, jamás permitiría que algo así ocurriese hasta que mi pequeña tuviera aproximadamente 30 años y estuviese casada.
- Amor, tranquilo…-susurró Toma.- Estás sacando conclusiones apresuradas.-dijo leyendo todo lo que pasaba por mi mente con tan sólo mirarme. O me conocía demasiado bien, o mi mirada era demasiado expresiva. O ambas.
Suspiré e intenté sonreír, aunque más que sonrisa fue una mueca. Mi novio me sonrió reconfortándome una vez más, para tomar fuertemente mi mano entre la suya y comenzar a caminar hacia el comedor. Una vez allí mi cara de “miedo, odio, confusión y sobreprotección” se volvió a plasmar en mi cara, haciendo que Ryuusei tragase saliva y que Rina mirara hacia la madera de la mesa con algo de pena y miedo.
El silencio fue tal que el mayor de los Ikuta suspiró y comenzó a hablar.
- Bien… ¿por qué tanto silencio? Hemos venido a hablar, por lo que…-Rina lo interrumpió levantando su mirada.
- Pi…-murmuró y la miré inexpresivo.- Vinimos porque queríamos hablar tranquilos.-suspiró.- Ryuusei quería decirme algo, no sé qué… pero me pidió por favor que necesitaba estar a solas conmigo para eso, porque le resultaba muy vergonzoso lo que iba a pedirme…-hizo una media sonrisa.
¡Error! Mal comienzo, esto me parecía una excusa de Ryuusei hacia ella sólo para pedirle que tuviera sexo con él y como sabe que a Rina le gusta, era obvio que diría que si. Apreté mis puños y me acerqué a Ryuusei.
- ¿¡Por qué la engañas!? Lo único que quieres es acostarte con ella, ¿verdad? -tomé su camiseta entre mis manos y prácticamente lo agité. Toma comenzó a acercarse pero antes de llegar a separarme de su hermano recibí una fuerte cachetada. Rina fue la que con sus dedos llegó a dejarme helado aún con las manos sobre Ryuusei.
- ¡El no quiere hacer nada Tomohisa! -chilló mi hermana.- ¡Él no haría eso jamás!
- Es cierto…-se escuchó un murmullo de parte del menor de los Ikuta.- Yo sólo quería… quería…-suspiró decidido subiendo la mirada.- ¡Quería pedirle que fuese mi novia! -soltó en un susurro mirando a Pi.
- Arruinaste mi momento, nuestro momento…-concluyó Rina conmocionada.- Y no es la primera vez…-dijo comenzando a soltar lágrimas de sus ojos.
Suspiré sintiéndome pésimo, pensando en que me había reclamado el hecho de haber arruinado su primer beso, y ahora había arruinado la declaración de Ryuusei.
Bajé la mirada y sentí que Toma me abrazó en cuanto hube soltado a su hermano. Rina corrió a los brazos de Ryuusei, y se abrazó a él llorando. Pero no de felicidad por su “pedido”, sino de bronca por mi culpa.
- Lo siento pequeña…-murmuré queriendo abrazarla pero ella no quiso aceptarme.
- Déjala… ya se le pasará.-dijo Toma en mi oído y me llevó abrazado hasta su habitación.- Deberías aprender a controlarte, ya no es una nena.-dijo suavemente mirándome sin dejar de sonreírme mientras que yo mantenía una expresión de tristeza en la cara.
- Ayúdame amor…-dije suavemente.
- ¿Eh? -me miró sin entender.
- Ayúdame a entender que Rina está creciendo, no quiero lastimarla una vez más.-completé para que entendiese y mi novio soltó una pequeña risa para luego besarme suavemente.
- Te ayudaré en todo lo que pueda, como siempre lo he hecho.-me dijo y lo abracé fuerte.
Lo único que pude hacer al llegar a su habitación fue llorar. Mi hermana era muy preciada para mí y si ella no me perdonaba, yo mismo no me perdonaría.
jueves, 21 de enero de 2010
Be loved XX~
martes, 19 de enero de 2010
Be loved XIX ~
- Siento que quiero evitarlo pero ya no puedo…-murmuré sobre sus labios.- En realidad, ya no quiero detenerlo.-lo miré.- No puedo soltarte Ikuta, me dejas completamente falto de cordura.-y retomé el contacto con sus labios, los mordí, succioné y saboree todo lo que estuvo a mi alcance. Luego pasé a su cuello y lo besé y lamí con ganas. Quería dejarle marcas pero no quería tener problemas con su familia, por lo que lo evité.
- Quiero morderte, mucho, marcarte por completo para que seas mío.-murmuré sediento por más del cuerpo de Toma. Me sentía completamente un desconocido, no era de decir ese tipo de cosas nunca.
- Amor…-habló algo ronco y yo imité su acción anterior quitándome la camiseta también.- Hazme todas las marcas que quieras…-suspiró ladeando su cuello y suspirando. Esos suspiros me hacían volverme cada vez más loco por tenerlo.- No me importa lo que puedan llegar a decirme.-completó.
Pensé que si seguía con las ganas de morderlo, iba a tener que buscar un lugar lo suficientemente oculto, por lo que mordí su pecho, mientras mis manos jugueteaban en sus tetillas.
Lo escuché gemir suavemente, lo cual hizo que de a poco, si es que antes ya no estaba de esa forma, mi miembro comenzara a necesitar atención y el pantalón comenzara a su vez a ser un estorbo.
Me los quité mientras que Toma con sus manos no hacía más que rasguñar mi estómago. Cada vez que sus uñas me tocaban la piel mis gemidos salían, suaves y roncos, y los disfruté como nunca antes lo había hecho.
Me apoderé de sus labios de nuevo, dejando su pecho libre para que este pudiese chocar con el mío. Jugué con sus cabellos, los revolví y agité.
- Pi, estamos en medio de la sala…-logró decir.- Sé que antes dije que el lugar no me importaba, pero es mi casa…-habló entre gemidos suaves.
Lo cargué y lo llevé al sillón, no podía ir más lejos, necesitaba estar con él, y no me importaba dónde fuese. Ahora era yo el que no podía parar, realmente ya no podía.
Le quité los pantalones en medio de besos, y entre ambos nos retiramos la última prenda, lo que sin darnos cuenta, nos hizo sonrojar a ambos. Acaricie su mejilla. Tenía miedo, pero él parecía estar seguro por lo que iba a dar todo de mí.
- ¿Estás listo amor? -lo giré, besé sus labios suavemente y luego su hombro y espalda. Asintió y cuando estaba por entrar sobre él escuché un chillido que me hizo detenerme antes de empezar.- ¿¡Qué pasa!? -pregunté asustado.
- ¡Una cucaracha! -chilló Toma otra vez.
- ¿Eh? -miré y no vi nada.
- ¡Ahí! -señaló debajo nuestro.
- ¿Dónde? -señaló el sillón en una parte cercana a su pecho y salió de abajo de mío para esconderse detrás de la mesa.
De un momento a otro la excitación parecía haberse ido.
- ¡Mátala! ¡Pi! ¡Mátala! -chilló desesperado.
- ¡Maldita cucaracha! -grité y con una revista la golpee tantas veces que el pobre insecto deseó nunca haber vivido. La revista comenzaba a despedazarse pero mi instinto asesino no parecía querer detenerse. Esa cucaracha sería mi peor enemigo, podía jurarlo.