Pasaron 3 meses desde aquel episodio en que la madre de Toma supo de nuestra relación. Era increíble como ella, junto con Rina y Ryuusei, nos ayudaban en todo lo que podían para que nosotros tuviésemos más tiempo para estar tranquilos, y compartir los bellos momentos de nuestra relación. Nunca hubiese esperado algo así, es decir de los pequeños si pero… de la señora Ikuta… era demasiado extraño, a pesar de que era como mi segunda madre, jamás se me hubiese ocurrido que se tomara tan bien esta situación. Sonreí pensando aquello, sin dudas era una gran mujer. Mi madre aún no lo “sabía”, aunque estaba segura de que por como nos miraba estaba enterada, o por si misma o gracias a la señora Ikuta de la que era una gran amiga. Mi padre nos miraba extraño, supongo que veía algo diferente en nosotros, pero no decía nada por lo que supuse que pensaba que era sólo su imaginación, por lo que eso nos dejaba más tranquilos.
Si mi padre se enteraba quién sabe que pudiese pasar, era demasiado estricto, demasiado...
Por otro lado, en todo ese tiempo no habíamos podido concretar el acto sexual, se nos hacía completamente imposible. Siempre algo sucedía, una cucaracha, el teléfono, alguien llegaba en el momento más inoportuno e incluso Ryuusei pidiendo ayuda con la tarea de matemáticas. Por suerte no fue Rina quien interrumpió, algo que me hizo sentir mucho más tranquilo en aquel momento.
Nuestros intentos fallidos me frustraban demasiado. Demasiado…
- ¿Amor? -preguntó Toma acariciando mis cabellos. La cama se me hacía pequeña cuando estaba allí con él, y eso me gustaba porque sentía que tenía que estar más cerca de él para no caerme.
- ¿Uhm? -pregunté acariciando su cara con las yemas de mis dedos.
- Estás… pensativo…-habló sonriendo.
- Sí, lo estoy.
- ¿En qué piensas? -indagó besándome suavemente.
- En nosotros…-no mentí, aunque me hubiese dado algo de pena decirle que pensaba en…eso.
- ¿Pasa algo? ¿Algo va mal? -noté como en su boca parecía formarse un puchero.
- Para nada amor…-reí jovial.- Si algo malo pasase te lo diría.-en realidad no es que fuese malo, sino que realmente quería hacerlo mío, mostrarle que lo amaba más que nadie, y que lo iba a amar por siempre.
- Si hay algo malo sólo dime.-habló tranquilo mirándome a los ojos.
- No es nada amor, lo prometo. Al menos no es algo malo.-sonreí suavemente.
- ¿Algo te preocupa? -preguntó poniendo su mano sobre la mía en su mejilla.
- Sí, pero no creo que sea demasiado importante.-hice un gesto despreocupado.
- Es… eso, ¿verdad? Que no podemos…-habló haciendo una mueca.
- Si, pero ya podremos estoy seguro amor.-dije besando sus labios suavemente para luego mirarlo a los ojos.- No creo que sea demasiado importante, tenemos mucho tiempo aún.
- Pero… ya van 3 meses y…-lo interrumpí.
- Yo también quiero amor…-hablé tiernamente.- Pero… si no pudimos por algo es.-le sonreí.- Ya podremos, lo prometo.-acaricié su mejilla otra vez notando como sus ojos se cerraban ante mis caricias.
Sonrió y volvió a besarme los labios. Noté que sus labios hacían mucha presión sobre los míos, como si quisieran besarme con urgencia. Entreabrí mis labios dejando que su lengua ingresara en mi boca. Juguetearon entre ellas conociéndose más de lo que ya lo hacían. Cerré mis ojos de a poco concentrándome en su beso, que como siempre me sacaba el aire.
En un impulso me coloqué sobre él, cuidando de no dejarle todo mi peso.
Él coló sus manos por debajo de mi ropa y me acarició suavemente, mientras que mis besos fueron hacia su cuello.
Y ahí íbamos de nuevo, a intentarlo como en todo este tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario