miércoles, 30 de diciembre de 2009

Be loved XVII~

El teléfono sonó. Sabía quién era, no debía ni pensar en correr a atender antes de que alguien lo hiciese, pero me ganaron. La pulguita hermosa me ganó.
Me quedé cerca, aunque ella ni se percató de mi presencia.
- Hola cuñado...-murmuró para que nadie la escuchase.- Ajá, está en la cocina.-comentó enredando el cable del teléfono en su dedo.- Sí, pero... ¿puedo preguntarte algo? -suspiró y habló.- ¿Está bien Ryuusei? Me di cuenta que se avergonzó demasiado, y no creo que sea para tanto.-escuchó la respuesta y sonrió.- Lo sé, he estado hablando mucho con él anoche.-se quedó con la boca abierta unos segundos y luego se rascó la cabeza con la mano libre.- Ehh...-titubeó.- No he tenido, pero no es que me avergüence lo que pasó.-murmuró.- Yo... él me gusta hace mucho.-dijo con voz segura y fruncí el ceño arrepentido, despreciándome por el hecho de haber arruinado su primer beso.- Ajá, gracias. ¡Pi!-gritó y me acerqué corriendo como si nunca hubiese estado parada a metros de ella. Me alcanzó el teléfono.
- Amor, me siento un tonto.-mi hermana me miró extraño pero se fue. Suspiré.- Se lo arruiné.-murmuré.- Su beso, su primer beso, lo arruiné.-mi voz denotaba pena, pero como siempre supo tranquilizarme.- Lo sé, soy muy cuidadoso con ella, que hasta arruino sus momentos importantes y así todo no me odia.-sonreí, cambiamos de tema.- ¿En el parque? Genial, en media hora. Llevo comida.-reí.- Te amo.-dije bajito.- Adiós.
Me vestí y tomé comida que había dejado preparada temprano, suponía que íbamos a almorzar juntos, por lo que unos oniguiris y un poco de tempura, entre otras cosas, estaban guardados en la heladera listos para ser degustados.
Los tomé de allí y los coloqué dentro de un pequeño bolso. Rina se acercó sonriente escondiendo algo en su espalda.
- ¡Pi! -chilló riendo.
- ¿Qué pasa pulguita? -sonreí mirándola.
- ¡Que no soy una pulga! -rió y me hecho perfume en el cuello y el pecho.- Para que lo conquistes más.-me guiñó el ojo. Me reí era una loca, pero así la amaba.
- Gracias mi vida.-le despeiné el cabello y le di un beso en la frente.
Salí de casa, y tras cerrar la puerta, caminé hasta aquel parque en el que prácticamente pasé la mitad de mi infancia. Me senté bajo el mismo árbol en donde siempre nos juntábamos y esperé recostado allí con los ojos cerrados.
Me puse a tararear una melodía, quién sabe cuál era, estaba lo suficientemente perdido viendo los ojos de Toma en mi mente, tratando de memorizar todas sus facciones, su sonrisa, cada marca que hubiese en su piel, todo lo que ya conocía de él, pensando en el sabor de sus besos. ¿Era menta o chocolate? No lo sé, pero era mucho más exquisito que eso, tanto que no había algo con que pudiese compararlo.
Y sentí como unas manos me acomodaba un mechón de cabello que se encontraba sobre mis ojos. Abrí los ojos suavemente y allí lo vi.
- Amor…-murmuré, aún era raro sentirlo así, tan mío.
- Pi…-me sonrió y se acercó a darme un pequeño beso en los labios.- ¿Cómo estás?
- Ahora, perfecto, porque estás conmigo.-sonreí y noté un leve sonrojo en sus mejillas. Me acerqué y besé allí.
- ¿Qué trajiste? -husmeó el pequeño bolso.
- Veo que tienes hambre.-sonreí.
- Si, demasiada, Ryuusei comió todo el desayuno y no me dejó ni una tostada.-bufó enojado, fruncí le ceño pensando en aquel chico pero luego sonreí, iba a intentar confiar en mi amigo, aunque era difícil poder decir que le confiaba a mi hermana.
- Ah…-murmuré simplemente.
Rió suavemente y me codeó.
- Tranquilo, ¡no se la va a comer! Es mi hermano, tu amigo, no es cualquiera.-rió suavemente dándome un suave besito en el pecho.
- Es que no importa quién sea, el hecho es que es mi pequeña.-fruncí el entrecejo.
- Amor, confía en ella.-me sonrió.
- En ella confió, en el que no confió es en Ryuusei.-contesté.
- Él la quiere, no le haría daño.-sonrió.- Si te consuela de algo, Ryuusei es virgen aún.-comentó riendo intentando calmarme y debo decir que lo logró aunque sea un poco.
- Ok.-dije dudoso.- ¿No me mientes verdad? -lo miré.
- No podría amor.-sonrió.
Abrió el bolso sin poder aguantar y mordió un pedazo de onigiri, para luego darme en la boca la otra mitad.
- Uhmm, ¡rico! -chilló agarrando otro.
- Me alegro que te guste amor.
La tarde estuvo lleno de delicias, ninguna preparada por mí, únicamente sus besos.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Be loved XVI~

Apenas Yamapi y Rina se fueron, me dirigí a la habitación de mi hermano. Tenía que hablar de un par de cosas con él antes de morir asesinado por mi novio.

Ingresé a la habitación de Ryuusei, quien estaba tirado en su cama con la almohada cubriendo su cabeza y me senté al lado suyo.

-¿Estás psicológicamente preparado para una charla de hermanos? –cuestioné mirando hacia él, por más que no pudiera ver su rostro.

-No. –respondió al instante.

Suspiré y sonreí.

-¿Te gusta Rina? –cuestioné con voz monocorde.

-No. –dijo rotundamente.

-Entonces, ¿por qué la besaste? –insistí.

-No tengo idea, simplemente lo hice.

-Tiene que haber una razón, Ryuusei. No puedes besarla porque sí…

-¡Que no tengo idea! –bufó y apretó con fuerza la almohada contra sus cabellos.

Resoplé al ver su reacción y sonreí. Era obvio que no estaba acostumbrado a todo eso, si había un tema en el que nunca se metía era en el del amor.

-A ver, yo diría que te aclares un poco antes de que Pi te denuncie por abuso de menores. –puse los ojos en blanco.

Ryuusei gruñó.

-Es un exagerado, fue sólo un beso. Ni que la hubiese tocado. –se quejó.

-Lo sé, pero lo conoces. Es demasiado celoso con ella. Para él siempre será una niña frágil a la cual debe sobreproteger. Y más si hay buitres dándole vueltas. –expliqué meneando la cabeza con resignación.

-Hey, ¡yo no soy ningún buitre! –se sacó la almohada y se incorporó. –Yo no miro a Rina como si fuese un estúpido baboso. La quiero, es la hermana de un gran amigo a quien aprendí a apreciar con los años. La vi crecer conmigo, no soy un maldito pervertido. –sus palabras salieron atropelladamente, deseoso de dejar eso en claro.

-Pero entonces, ¿por qué la besaste? –me crucé de brazos y lo miré atentamente.

Ryuusei se quedó mudo, sin saber bien qué decir. Bajó la mirada y la posó en un punto fijo, negándose a mirarme a los ojos. Conocía muy bien esa actitud. Era muy propia de los Ikuta cuando no queríamos reconocer algo.

-Yo no… No sé, es que estábamos hablando y se veía tan linda, tan encantadora que no pude… no pude resistirlo. –murmuró completamente avergonzado, como si hubiera confesado el peor de sus errores.

Me llevé la mano al mentón.

-Mmhh… ¿Es la primera vez que la ves de ese modo? –interrogué.

Mi hermano menor se rascó la cabeza y llevó la mirada a otro punto aún más lejano.

-Eh… No, no es la primera vez. –dijo casi en un susurro.

Chasqué los dedos y asentí con la cabeza.

-Listo, te gusta. No le des más vueltas, es así.

-¡¿QUÉ?! No, no eso no es verdad, ¡no lo es! –exclamó sobresaltado.

Esbocé una gran sonrisa y lo obligué con mi mano a que girara su rostro hacia mí.

-Mi querido hermano, es así. Es demasiado obvio. Yo me di cuenta de que Pi me gustaba porque no paraba de mirarlo, de admirar su belleza. Y aparte porque llegó un punto en el que no podía vivir sin él, ya era demasiado. Bueno, ese es un caso aparte, yo estoy completamente enamorado de ese hombre. –me reí suavemente. –No tengas miedo en reconocerlo, si ella está interesada es aún con más razón. Yo puedo hablar con su hermano para tranquilizarlo un poco, aunque no prometo mucho teniendo en cuenta cómo es él. Espero no tener inconvenientes así con él y que sea celoso sólo con Rina, de lo contrario esto será un poco complicado, aunque no me molestaría tanto. Ver celoso a Pi es muy tierno, que reaccione así me da aún más ganas de besarlo y…

-Basta, deja de hablar de él porque voy a terminar lanzándote por la ventana y luego iré a vomitar. –me detuvo y me fulminó con la mirada.

Me eché a reír y tuve que taparme la boca para detenerme.

-Perdón, es algo inevitable. Más adelante te ocurrirá eso con Rina. –le guiñé un ojo.

-¡Já! Olvídalo, no soy como tú. La melosidad y yo no vamos de la misma mano. –dobló sus piernas para llevarlas hacia su pecho y así poder apoyar su cabeza sobre sus rodillas.

-Pero el amor y tú sí. –dije levantando el dedo índice.

Rodeó los ojos y suspiró.

-Sí, puede ser, quizá. No lo sé aún, este no es mi terreno. Déjame pensarlo un poco y ver cómo se dan las cosas. Es muy pronto para mí reconocer nada.

Sonreí ampliamente y llevé una mano a su hombro.

-Tranquilo, cualquier cosa que necesites me la puedes pedir. Yo te cubro con Pi, lo prometo. –levanté el dedo pulgar como asegurándoselo.

Ryuusei sonrió genuinamente.

-Gracias, hermanito. De verdad te lo agradezco, me da cosa hablar de estas cosas con mis amigos. Sabes que no soy muy amante de las emociones. Y me alegro por ti y por Pi, aunque si es posible no se anden besando frente mío. Los acepto, pero no es muy agradable ver a una pareja así y mucho menos si son dos hombres. –frunció el entrecejo y resopló con fuerza.

Solté una risilla nerviosa me mordí el labio inferior.

-Está bien, haré todo lo posible. Ya que está todo aclarado, ¿vamos a desayunar?

-Por favor, me muero de hambre. –se llevó la mano al estómago y puso cara de sufrimiento.

Y de esta manera nos dirigimos a la cocina, mientras pensaba en arreglar qué hacer en ese día con mi pareja. Era fin de semana, no podía desaprovecharlo.

Be loved XV~

A las 2 de la mañana, mi hermana parecía empezar a quedarse dormida. Sus ojitos no dejaban de cerrarse, y volver a abrirse para continuar riendo. Sabía más que nadie que se estaba obligando a quedarse despierta para seguir disfrutando todos juntos, pero ya no aguantaba. Lo miré a Toma con una sonrisa, y luego observé a Rina. Él asintió, entendiendo con la mirada que todos, incluyéndola, necesitábamos descansar.

- Rina…-hablé.

- ¿Uhm? -dijo parpadeando para intentar despertarse.

- Es hora de dormir…-le dije y ella bufó.

- Eso va para ti también Ryuusei.-Toma empujó a su hermano a la salida.

- Nos están echando porque quieren hacer lo que yo leo en mangas.-mi hermana se cruzó de brazos.

- ¡¡¿El qué?!! -chillamos los dos a la vez.

- Eso que se imaginan…-contestó con una risilla.

- Me preguntó quién te manda a leer esas cosas con lo pequeña que eres.-murmuré enfadado.

- ¡Hey! Tengo catorce, no tres.-chilló enojada también.

Bufé, no quería pelearme con ella. La empujé fuera del cuarto, y con Ryuusei ya fuera, cerré la puerta, para tirarme en la cama sobre Toma.

- Por fin solos…-susurré contra sus labios.

- Ajá…-fue lo único que dijo antes de atrapar mi boca en un apasionado beso.

Acaricie sus brazos, y su cara con mis manos. Mordí sus labios suavecito y me separé.

- ¿Quieres dormir? -murmuré suavemente.

- No aún…-contestó mirándome con una sonrisa. En respuesta tuvo otro beso mío en sus labios, el cual duró bastantes minutos.

- No puedo dejar de besarte.-murmuré con la respiración acelerada.

- Yo tampoco…-me besó de nuevo, esta vez girando en la cama hasta quedar sobre mí. Acaricié su piel por debajo de la remera, y sentí como sus vellos se erizaban.- Amor…-murmuró ronco. Con su mirada me pedía que evitara aquello, por varias circunstancias, nuestros hermanos, sus padres, y por nosotros mismos.

- Lo siento.-dije suavemente y di un suave beso en sus labios para luego adentrarnos en la cama.

Suspiró sonriendo y se abrazó a mí luego. Lo tomé en mis brazos y besé su frente.

- Buenas noches.

- Buenas noches amor.-contestó.

Parecía ser que aquellas ganas de dormir repentinas de ambos, fueran para evitar aquel momento que a la vez tanto queríamos, pero que nos llenaba de dudas y miedos. Aunque de todas formas no fuese el momento indicado.

No tardé demasiado en quedarme dormido. Lo único que supe fue que sus labios fueron lo primer que sentí al abrir los ojos.

- Buenos días amor…-dije aún con los ojos cerrados y el cabello revuelto.

Sentí que rió y me acomodó el pelo un poco.

- Buenos días Pi.-contestó y volvió a besarme.- Son las 11 de la mañana.-habló.- Creo que deberías llevar a Rina a casa.-me sonrió.

- Lo sé, ya es tarde.-suspiré.- Quiero que hable con papá.-lo miré con algo de pena. Papá era un ogro cuando se lo proponía, y no quería que Rina estuviese mal después, pero la charla era inevitable.

Asintió y me levanté.

- Voy a despertar a Rina.-sonreí depositando un beso en sus labios y salí de la habitación.

Caminé por el pasillo a penas unos metros y abrí la puerta de la habitación de Ryuusei.

La imagen me dejó con los ojos abiertos por completo, y tuve unas ganas inmensas de asesinar a Ryuusei de todas las formas posibles.

Mi hermanita ya vestida y peinada, y Ryuusei aún con su pijama puesto, se estaban dando un beso en los labios… ¡en los labios!

- ¡Ikuta Ryuusei saca tus labios de mi hermana ya! -grité enfadado y Rina se separó de inmediato asustada por mi reacción.

- Pero…-habló el menor de los Ikuta.

Toma llegó a la habitación alertado por mis gritos.

- ¿Qué pasa amor? -murmuró.

- ¡Tu hermano estaba besando a Rina! -bufé frunciendo el ceño y únicamente sentí una risita de su parte.- ¿De qué te ríes? -chillé molesto.

- ¿Y qué tiene? -sonrió mirándolos.

- ¡Que es muy chica! -me crucé de brazos molesto, rió y lo miré enfadado.

- Es un beso inocente…-murmuró sonriendo y me dio un beso en los labios.

- Pero…-rezongué contra sus labios.

- Déjalos.-sonrió separándose.

Rina nos miraba emocionada, con brillito en los ojos. Me dio ternura y tuve que sonreí, pero en cuanto dirigí mi mirada hacia Ryuusei volví a fruncir el ceño.

- ¡Más te vale que no la toques! -dije enfadado hacia mi amigo, que me miraba con la pena tatuada en el rostro, estaba colorado de la vergüenza.

Asintió con miedo y volví a bufar.

- Rina, a casa.-hablé aún enojado, aunque no tanto con ella, sino con mi amigo.

Asintió sin objetar y se acercó a mí tomando mi mano.

- Adiós Ryuusei.-murmuró mirándolo y él solo hizo una pequeña reverencia hacia ambos.

Toma le sonrió a su hermano y caminó con nosotros hasta el piso de abajo y luego hasta la puerta. Besé sus labios, sonreí yéndome de la mano de Rina.

Al llegar a casa, papá miró a Rina con enojo, en cambio mamá sonrió tranquila cuando notó que había estado conmigo y no sola quién sabe donde.

Miré a Rina indicándole que fuese a su habitación y tuve una extensa charla con mi padre, en la cual, por suerte, logré acordar aquello que Rina quería, pero a cambio, debía ayudarla todo lo que pudiese con sus notas.

Acepté sin titubear, mi hermana era más importante que cualquier cosa, a excepción de Toma, claro.

Be loved XIV~

Llegamos a mi casa abrazados, riéndonos de nuestra charla. Una vez que estuvimos frente a la puerta, me separé de él y esbocé una sonrisa de disculpa.
-Sólo por si acaso. -le dije en voz baja.
Yamapi asintió.
-Claro, total en tu cuarto no pienso soltarte. -respondió guiñando un ojo.
Me reí suavemente y procedí a abrir la puerta para así ingresar al recinto. A la primera persona que vimos fue a Ryuusei.
-Hey, tanto tiempo. -murmuró sonriente y levantando una mano.
-Pff, demasidado. -puse los ojos en blanco. -¿Y mamá?
-Creo que se fue a cocinar.
-¡NO! -gritó Yamapi y se disparó hacia la cocina.
Mi hermano y yo vimos cómo se iba y Ryuusei reflejó la confusión en su rostro.
-¿Qué dem--?
-Quiere hacer la cena. -lo interrumpí.
-... ah. -murmuró asintiendo con la cabeza y luego se echó a reír. -Este Pi, jamás cambiará.
-Y yo no quiero que cambie. -repliqué.
-Argh, no seas meloso. -hizo una mueca de asco.
Me reí al verlo reaccionar así.
-Eso no es ser meloso, se nota que nunca estuviste en pareja, hermano.
-Ni me interesaría, realmente...
-PIIII, ¡¡¿¿ESTÁS AHÍ??!!
Ambos nos quedamos en silencio al escuchar el grito femenino que se oyó detrás de la puerta. Inmediatamente, reconocimos la voz.
-Rina. -dijimos al unísono y nos dirigimos a la entrada. Apenas abrimos la puerta, vimos a la muchacha empañada en lágrimas, con sus cabellos despeinados. Se abalanzó hacia Ryuusei y lo abrazó para comenzar a llorar. Éste se quedó rígido, shockeado por el contacto repentino. Yo también estaba algo sorprendido, ella no era tan cercana al menor de los Ikuta.
-Rina, ¿qué ocurre? -cuestioné en voz queda mientras me acercaba para colocar mi mano sobre su espalda.
Ésta levantó la cara para dirigir su mirada a mi rostro.
-Lo... ¡snif! Lo... ¡LO ODIO! -volvió a estallar en lágrimas y esta vez me abrazó a mí. Aferré mis brazos a su espalda y acaricié sus cabellos dulcemente.
-Creo que ya sé lo que pasó. -suspiré. Fue justo en ese momento en el que apareció Yamapi, su hermano mayor, completamente desesperado.
-¡Rina! -extendió sus brazos dispuesto a recibirla. No dudé en acercásela ya que él era el mejor consuelo que había para esa chica. Ella se dejó abrazar con fuerza, enterrando su rostro en el pecho de él.
-¿Qué hizo papá? -preguntó enfadado.
Rina se secó las lágrimas con el dorso de la mano y tomó una gran bocanada de aire.
-Quiere cambiarme de escuela por tener malas notas. No quiero irme de ahí, no quiero separarme de mis amigos. ¡No quiero! -su voz se quebró al final y el llanto se hizo presente de nuevo.

Fue una charla bastante extensa, la cual requirió de los consejos de todos. Hasta mi mamá, quien se encontraba cocinando, se nos acercó para ayudar en la conversación. Rina estaba destruída, de verdad quería seguir yendo a ese instituto. Había hecho una gran cantidad de amigos y no estaba lista para dejarlos. La comprendía, si a mí me pasaba eso, me negaría rotundamente a la idea. Sobre todo porque no podría ver a Yamapi con la misma frecuencia y eso era algo que no estaba dispuesto a cambiar.

Luego de tranquilizarla un poco, cenamos todos juntos, con mi papá incluído quien acababa de llegar del trabajo. El ambiente estaba mucho más relajado, Rina se encontraba más tranquila, se interesaba en nuestros temas de conversación y pronto ya estaba riéndose con nosotros.
El momento era de lo más agradable, pero sinceramente yo ya no quería estar ahí. Moría de ganas por estar con mi pareja a solas, sin que todos nos estuvieran viendo y nos cuestionen nada. Así que apenas terminamos de comer, me dirigí a mi habitación esperando que Yamapi me siguiera. Efectivamente él hizo eso, ya que Rina se encontraba muy entretenida charlando con mi mamá y mi hermano.
Al poco tiempo, estábamos los dos en el cuarto, besándonos como si nunca nos hubiésemos besado. Nuestras respiraciones se volvieron ruidosas, irregulares. Nos acariciábamos a tal velocidad que los latidos se hicieron sonoros a causa de esto.
Se separó de mis labios y me miró a los ojos con intensidad.
-¿Qué pasaría si alguien entrara justo ahora? -indagó casi en un susurro.
-Tocarían la puerta antes. Mamá y papá nunca entran sin permiso y Ryuusei sabe que estamos acá. -expliqué mientras revolvía sus cabellos y acercaba su cabeza de nuevo a mi cara para besarlo con ganas.
Él se rió.
-Bueno, entonces... -comenzó a hablar pero rapidamente se calló, congelando sus facciones por completo.
-¿Qué pasa, amor? -pregunté preocupado, tomando su rostro con mis manos.
-¡¿"Amor"?! -se escuchó decir a otra persona, ya que claramente no era ninguno de nosotros dos.
Giré mi cabeza hacia la puerta, rogando que la voz de mi hermano pueda ser así de aguda al querer hacer una broma.
Ah, mierda.
Rina se encontraba en el umbral con la boca en forma de "O", conteniendo la respiración.
Nos había visto. Nos estaba viendo. Y no tenía intención alguna de dejar de hacerlo.
A la velocidad de la luz, Yamapi corrió hacia ella y la empujó hacia adentro, cerrando la puerta y colocándole la traba que ésta tenía. La llevó contra la pared y le lanzó una mirada asesina.
-Tú, pequeña mocosa. Llegas a decir algo y olvídate que te ayudo con lo de la escuela. -amenazó con la voz profunda y grave.
La chica se cruzó de brazos y enarcó una ceja.
-Hecho, pero antes me deberían explicar qué es lo que no debo contar, ya que no termino de entender qué ocurre aquí. -anunció entrecerrando los ojos.
Su hermano se rió histéricamente.
-¿Estás bromeando? Rina, tú más que nadie sabes de estas cosas. ¿Acaso no eres una amante del yaoi? -dijo llevándose las manos a la cintura.
-Una cosa es ver algo en un animé, otra muy distinta ver algo en la vida real. Y peor aún si tu hermano está implicado en ello. -espetó ladeando la cabeza de un lado al otro.
Yamapi se tapó la cara con las manos y suspiró con fuerza.
-Demonios, Rina, no me hagas decirlo. -bufó.
-A ver, entonces sólo responde mis preguntas. ¿Son novios?
-Sí.
-¿Desde hace mucho tiempo?
-No.
-¿Mamá sabe?
-No, pero lo sospecha.
-¿Papá sabe?
-No digas idioteces.
-¿Ryuusei lo sabe?
-Sí.
-¿Y los papás de Toma-chan?
-No.
-¿Puedo verlos besarse?
-¡No! -exclamó Yamapi con furia.
-Mentira, no voy a pedirles algo así. Pero no se priven de nada estando conmigo, yo no voy a quejarme. -guiñó un ojo y se echó a reír.
No pude evitar reírme con ella, me resultó contagiasa su carcajada. Consideraba a Rina una hermana y por más rara que fuera, la quería.
Mi novio nos miró extrañado y luego resopló.
-A veces pienso que ustedes son los hermanos en realidad. -meneó la cabeza y luego rió por lo bajo.
-Quizá. Pero ahora Toma-chan es mi cuñado, ¿no? -me tomó por el brazo y colocó su cabeza sobre mi hombro.
Sobé su cabeza y le sonreí.
-Soy tu hermano-cuñado ahora. Eres mi familia más que nunca. -musité.
Ella se rió encantada.
-Por supuesto, y como te quiero a ti y a mi lindo hermanito les dejaré la habitación para ustedes solos. -se llevó la mano al mentón y esbozó una media sonrisa.
Yamapi rodeó los ojos y soltó una risilla.
-¿Y en dónde piensas dormir esta noche? -soltó burlonamente.
-Puede quedarse en mi cuarto si quiere. -ofreció una cuarta voz, la de mi hermano menor.
-¡Ryuusei! ¿Qué haces aquí? -cuestioné sorprendido.
-Es que seguí a Rina y quise detenerla, pero me ganó. Y preferí esperar a que aclararan las cosas entre ustedes, por lo que terminé escuchando todo desde afuera. -se encogió de hombros.
Ella corrió hacia su salvación y lo abrazó con fuerza.
-¡Gracias, Ryuu-chan! Prometo no molestarte esta noche, me portaré bien. ¡Lo juro! -a continuación, besó su mejilla tiernamente, con una sonrisa de oreja a oreja.
Ryuusei se puso rojo como un tomante, claramente anonadado con el acto de la hermana de Yamapi.
-O-Ok, n-no hay problema... -aseguró con la voz ahogada.
No lo resistí más y me reí a carcajadas.
-¿No era que no te interesaba estar en pareja? -insinué y Yamapi estalló en risas.
-¡Basta! -se quejó Ryuusei pero al ver reírnos terminó haciendo lo mismo.
Rapidamente la risa de Rina repicó junto con las nuestras, creando un ambiente mucho más liviano en la habitación e invitándonos a disfrutar de la noche entre los cuatro, como si fuesemos la misma familia.

martes, 1 de diciembre de 2009

Be loved XIII~

Ryuusei ya se había retirado. La tarde fue más divertida de lo que pensé que sería. Me imaginaba llantos, al menos de mi parte, por la no aceptación de mi amigo. Pero pareciese ser que por ahora todo estaba color de rosa para nosotros.
Estábamos sentados en el sillón. Mamá había salido, unas amigas la invitaron a cenar y la casa se encontraba perfectamente tranquila, como para mirar algún animé en el living de la casa.
Reíamos continuamente. Y estábamos viendo un género que hasta el momento no habíamos experimentado, o muy poco, ya que conviviendo con mi hermana sería difícil no conocer aunque sea mínimamente algo. Pero del conocimiento al hecho había una línea y la había cruzado… y con mi pareja.
- ¡Dios! -rió Toma.- No pensé que el yaoi fuese tan divertido.-sonrió.
- Es que… es como un animé normal, salvo que varían los sexos.-reí también.- No es que cambie demasiado tampoco. Igualmente no entiendo el trauma de mi hermana con esto.-comenté sonriendo.
- Nunca entendí ninguna actitud de Rina.-frunció el ceño.
- Sé, sé que mi hermana es rara.-sonreí.- ¿Recuerdas que cuando éramos más chicos decía que se quería casar conmigo? -reí con ganas.-
- Mil veces le explicamos que eran hermanos y no podían, hasta que lloró por una semana y no dijo nunca más nada del tema.-rió suavemente al recordarlo.- Era muy linda de chiquita.-sonrió.
- Yo soy más lindo.-enfaticé.
- Claro que sí.-me besó suavemente.
Y en medio del beso, la puerta comenzó a abrirse. Saltamos de la impresión y nos acomodamos en el sillón con bastante distancia uno del otro, más que la normal.
- Hola chicos.-una voz masculina resonó en el recibidor.
- H-ho-hola papá.-contesté.
- Bue-buenas noches señor Aoki.-y miró la pantalla asustado, ya que en ese momento Usagi-san se le estaba insinuando sin disimulo a Misaki. ¡Genial! Apagué la tv en cuanto pude. Reaccionando a la velocidad de la luz.
Mi padre frunció el ceño y los hombros quitándole importancia a mi reacción.
- Ikuta-kun…-lo miró- ¿te quedas a cenar? -Toma lo miró y luego me miró a mí que hice una seña negativa.
- No, gracias, Pi irá a mi casa a cenar.-sonrió haciendo una reverencia.
- Está bien.-se dirigió a la cocina y suspiramos.
- ¿Estará bien que vaya? -pregunté.
- Como si mamá fuese a decir algo.-se encogió de hombros.- Sabes que eres el único que siempre es bienvenido en casa.-sonrió tomando mi mano.
- Lo sé.-le di un beso en la mejilla.- ¿Vamos? Me siento incómodo con papá en el mismo techo.-comenté frunciendo el ceño.
- Sí…huyamos por favor.-rió y salimos sin siquiera saludar. Caminamos una cuadra normalmente, aunque había algo diferente, silencio, que más que disimular, lo empeoraba, ya que no era un comportamiento usual, pero nuestras cabezas no parecían tomarlo en cuenta.
Cuando la cuadra terminó, me acerqué y tomé su mano entrelazándola con la mía.
- Él me da miedo.-habló Toma.
- Lo sé, a mi más.-murmuré.- ¿Ryuusei estará en tu casa? -indagué.
- Espero que sí, al menos nos apañaría un poco con mamá.-hablé sonriendo.
- Sí.-contesté y luego pensé.- ¿Mamá salió con tu madre también?
- Creo que no.-contestó.
- Oh… ¿igualmente puedo cocinar yo? -pregunté.
- ¿Crees que mamá se negaría? -rió.
- Entonces, hecho. Cocino yo.-sonreí.