domingo, 31 de enero de 2010

Be loved XXI

Cuando me abrazó me sentí a penas un poco más calmo, pero tenía tantos pensamientos ondeando en la mente que no sentí aquel beso que Toma me dio en la mejilla. Parecía ser que mis sentimientos de sobreprotección serían muy difíciles de calmar, sobretodo porque estaba interpretando las cosas apresuradamente y mis conclusiones no eran demasiado alentadoras.

Bufé molesto… molesto con Ryuusei, molesto con Rina y molesto conmigo mismo por no proteger a mi hermana de la forma en que mi mente de hermano mayor me imponía.

Mi pequeña crecía pero parecía no darme cuenta, o más bien no quería hacerlo, ya que cuanto más crecía más pequeña a mis ojos se veía.

Me rasqué la nuca incapaz de avanzar hacia el comedor y encontrarme con frases como “Íbamos a tener sexo, y lo arruinaste” por parte de Ryuusei, o un “Quería que me hiciese suya” de Rina. Sacudí la cabeza, jamás permitiría que algo así ocurriese hasta que mi pequeña tuviera aproximadamente 30 años y estuviese casada.

- Amor, tranquilo…-susurró Toma.- Estás sacando conclusiones apresuradas.-dijo leyendo todo lo que pasaba por mi mente con tan sólo mirarme. O me conocía demasiado bien, o mi mirada era demasiado expresiva. O ambas.

Suspiré e intenté sonreír, aunque más que sonrisa fue una mueca. Mi novio me sonrió reconfortándome una vez más, para tomar fuertemente mi mano entre la suya y comenzar a caminar hacia el comedor. Una vez allí mi cara de “miedo, odio, confusión y sobreprotección” se volvió a plasmar en mi cara, haciendo que Ryuusei tragase saliva y que Rina mirara hacia la madera de la mesa con algo de pena y miedo.

El silencio fue tal que el mayor de los Ikuta suspiró y comenzó a hablar.

- Bien… ¿por qué tanto silencio? Hemos venido a hablar, por lo que…-Rina lo interrumpió levantando su mirada.

- Pi…-murmuró y la miré inexpresivo.- Vinimos porque queríamos hablar tranquilos.-suspiró.- Ryuusei quería decirme algo, no sé qué… pero me pidió por favor que necesitaba estar a solas conmigo para eso, porque le resultaba muy vergonzoso lo que iba a pedirme…-hizo una media sonrisa.

¡Error! Mal comienzo, esto me parecía una excusa de Ryuusei hacia ella sólo para pedirle que tuviera sexo con él y como sabe que a Rina le gusta, era obvio que diría que si. Apreté mis puños y me acerqué a Ryuusei.

- ¿¡Por qué la engañas!? Lo único que quieres es acostarte con ella, ¿verdad? -tomé su camiseta entre mis manos y prácticamente lo agité. Toma comenzó a acercarse pero antes de llegar a separarme de su hermano recibí una fuerte cachetada. Rina fue la que con sus dedos llegó a dejarme helado aún con las manos sobre Ryuusei.

- ¡El no quiere hacer nada Tomohisa! -chilló mi hermana.- ¡Él no haría eso jamás!

- Es cierto…-se escuchó un murmullo de parte del menor de los Ikuta.- Yo sólo quería… quería…-suspiró decidido subiendo la mirada.- ¡Quería pedirle que fuese mi novia! -soltó en un susurro mirando a Pi.

- Arruinaste mi momento, nuestro momento…-concluyó Rina conmocionada.- Y no es la primera vez…-dijo comenzando a soltar lágrimas de sus ojos.

Suspiré sintiéndome pésimo, pensando en que me había reclamado el hecho de haber arruinado su primer beso, y ahora había arruinado la declaración de Ryuusei.

Bajé la mirada y sentí que Toma me abrazó en cuanto hube soltado a su hermano. Rina corrió a los brazos de Ryuusei, y se abrazó a él llorando. Pero no de felicidad por su “pedido”, sino de bronca por mi culpa.

- Lo siento pequeña…-murmuré queriendo abrazarla pero ella no quiso aceptarme.

- Déjala… ya se le pasará.-dijo Toma en mi oído y me llevó abrazado hasta su habitación.- Deberías aprender a controlarte, ya no es una nena.-dijo suavemente mirándome sin dejar de sonreírme mientras que yo mantenía una expresión de tristeza en la cara.

- Ayúdame amor…-dije suavemente.

- ¿Eh? -me miró sin entender.

- Ayúdame a entender que Rina está creciendo, no quiero lastimarla una vez más.-completé para que entendiese y mi novio soltó una pequeña risa para luego besarme suavemente.

- Te ayudaré en todo lo que pueda, como siempre lo he hecho.-me dijo y lo abracé fuerte.

Lo único que pude hacer al llegar a su habitación fue llorar. Mi hermana era muy preciada para mí y si ella no me perdonaba, yo mismo no me perdonaría.

jueves, 21 de enero de 2010

Be loved XX~

Patética. Mi actitud había sido realmente patética. Arruiné por completo nuestro momento íntimo, en donde iba a ocurrir algo importante. Me sentía el peor.
-Perdón, amor. -solté de repente luego de un silencio eterno que se produjo desde el incidente de la cucaracha. -Yo... no debí decir nada, tenía que haber seguido ignorando a ese bicho y...
-Shh, tranquilo. -me calló dulcemente mientras acariciaba mi mejilla. -Está bien, a ninguno de los dos le hubiera gustado hacerlo con aquella asquerosidad tan cerca. -reconoció.
Fruncí los labios, resignado. Era verdad, sin embargo eso no evitaba sentirme frustrado.
-Demonios, ¡estábamos tan cerca!- me quejé llevándome las manos a mi frente.
Yamapi resopló con fuerza.
-Lo sé, amor, pero quizá aún no estemos preparados. -murmuró.
Me mordí el labio inferior pensando en esto. A ese paso, jamás llegaría el momento indicado.
-Pero de verdad quería que ocurriera hoy. -le expliqué.
-¿Crees que yo no? -dijo mirándome angustiado. Se sentó en el sillón al lado mío y me abrazó con fuerza. -Escucha, lo mejor será que no apuremos las cosas. Todo se dará a su debido tiempo, no tenemos por qué desesperarnos. Aguardemos tranquilos sin dejar de disfrutar de nuestra relación, ¿sí? -besó tiernamente mi cabeza y yo no pude evitar sonreír. Milagrosamente, siempre encontraba la forma de hacerme sentir mejor.
-Claro, pero voy a necesitar colaboración por tu parte. Tengo miedo de perder el control de nuevo. -ladeé la cabeza de un lado al otro recordando que fui yo quien insistió en ir a casa.
Mi novio me dedicó una sonrisa encantadora que me dejó sin aliento.
-Por supuesto, pero voy a pedirte lo mismo, yo temo igual por mí. -se rió con suavidad. -Por cierto, te diría que vayas vistiéndote. Estamos aún en medio de la sala y es posible que en cualquier momento aparezca alguien de tu familia. -observó.
Asentí y busqué mi ropa para comenzar a vestirme. Sin embargo, cuando me acababa de poner los bóxers se escuchó cómo la puerta principal era abierta. Intenté colocarme el pantalón pero fue en vano. De lo apurado que estaba, casi me tropiezo y estampo contra el piso, así que quedé vestido sólo con mi ropa interior.
-¿Hay alguien? -preguntó una voz muy conocida, pero me sorprendió oír a continuación otra inesperada.
-¿No era que no iba a haber nadie en tu casa? -era una voz aguda, de una chica. Yamapi y yo la reconocimos al instante.
-Eso se suponía, pero no lo sé... -dijo el muchacho.
Y fue entonces cuando aparecieron en la sala nuestros respectivos hermanos, Ryuusei y Rina.
-Qué... ¡¿qué demonios?! -el menor de los Ikuta no podía creer lo que sus ojos veían.
-¡¿Qué haces solo con mi hermana?! -exclamó con furia mi pareja, levantándose del sillón ignorando que sólo llevaba puesto su prenda interior y el resto de su ropa se encontraba tirada en el suelo.
-¡¿Qué están haciendo?! -se escandalizó Rina intentando reflejar horror, aunque era más que obvio que lo que estaba sintiendo en esos momentos era emoción pura.
-¿Pueden parar de gritar los tres, por favor? -les pedí en voz alta pero procurando mostrarme calmado.
-¡Pero maldita sea, están los dos desnudos en un lugar que no es la habitación y cualquiera en la casa puede verlos! -gruñó mi hermano, claramente enojado.
Yamapi lo miró gravemente, haciendo una mueca extraña en el rostro.
-Eso es verdad y yo te pido disculpas al respecto, pero... ¿Qué pretendías hacer trayendo a Rina a tu casa sabiendo que no debía haber nadie? Tengo la sensación de que si te decían que había gente aquí, no la ibas a traer, ¿o me equivoco? -interrogó cruzándose de brazos, desafiante.
Ryuusei y Rina se quedaron mudos, estaba más que claro que Yamapi había dado en el clavo.
-N-no es lo que p-piensas... -tartamudeó el muchacho.
-Tiene razón, hermano. -le defendió ella. -Estás malinterpretando las cosas... .
-¡¿Entonces cómo son?! -gritó mi novio enfadado y entonces con rapidez me paré al lado suyo para tomar su mano con fuerza.
-Amor, tranquilo, ellos tendrán una razón, no tienes por qué reaccionar así. -busqué tranquilizarlo hablándole suavemente y acariciándolo con las yemas de mis dedos.
Él cerró los ojos y tomó una gran bocanada de aire para luego soltar un gran suspiro.
-¿Y qué pretendes que piense? No se me puede ocurrir otro motivo, amor, aparte nosotros... -se quedó callado y me miró fijamente a los ojos, como queriendo transmitirme el resto del mensaje de esa manera. Y lo comprendí, supe que la frase completa era "aparte nosotros vinimos hasta aquí por eso."
-Te entiendo, pero démosle una oportunidad, ¿eh? Propongo que nos terminemos de vestir y charlemos entre los cuatro con tranquilidad. -esbocé una media sonrisa y esperé a que me respondiera. Asintió apenas, aún no muy convencido con el plan. Miré a los otros dos chicos. -¿Están de acuerdo? -les consulté.
Ryuusei no podía hablar, así que fue la menor de los Aoki quien contestó.
-Por supuesto, los esperamos en el comedor. -decidió invitando con un gesto a mi hermano para que la siguiera. Éste lo hizo apenas, aún nervioso con lo ocurrido recién.
Apenas quedamos a solas de nuevo, abracé a mi novio de manera reconfortante y besé su mejilla. Sabía que aquella situación lo estaba superando, pero también sabía que Rina y Ryuusei no lo hacían a propósito. Eran unos adolescentes que se gustaban entre sí y querían descubrir qué era el amor juntos. Tal cual lo como nos sucedía a Pi y a mí.

martes, 19 de enero de 2010

Be loved XIX ~

Al ver su pecho descubierto, supe que toda la cordura que creí tener se había escapado de mi cuerpo. Suspiré fuerte, con un ritmo acelerado debido a la agitación de ver su torso desnudo frente a mí. Tomé su mano y la entrelacé con la mía. Juguetee con sus dedos unos instantes temeroso, y lo seguí mirando hasta que mis hormonas pudieron más y me tiré sobre su cuerpo para besar sus labios rudamente, aunque no perdí el cuidado, esos labios no podían ser ultra tajados. Al menos no por mí.
- Siento que quiero evitarlo pero ya no puedo…-murmuré sobre sus labios.- En realidad, ya no quiero detenerlo.-lo miré.- No puedo soltarte Ikuta, me dejas completamente falto de cordura.-y retomé el contacto con sus labios, los mordí, succioné y saboree todo lo que estuvo a mi alcance. Luego pasé a su cuello y lo besé y lamí con ganas. Quería dejarle marcas pero no quería tener problemas con su familia, por lo que lo evité.
- Quiero morderte, mucho, marcarte por completo para que seas mío.-murmuré sediento por más del cuerpo de Toma. Me sentía completamente un desconocido, no era de decir ese tipo de cosas nunca.
- Amor…-habló algo ronco y yo imité su acción anterior quitándome la camiseta también.- Hazme todas las marcas que quieras…-suspiró ladeando su cuello y suspirando. Esos suspiros me hacían volverme cada vez más loco por tenerlo.- No me importa lo que puedan llegar a decirme.-completó.
Pensé que si seguía con las ganas de morderlo, iba a tener que buscar un lugar lo suficientemente oculto, por lo que mordí su pecho, mientras mis manos jugueteaban en sus tetillas.
Lo escuché gemir suavemente, lo cual hizo que de a poco, si es que antes ya no estaba de esa forma, mi miembro comenzara a necesitar atención y el pantalón comenzara a su vez a ser un estorbo.
Me los quité mientras que Toma con sus manos no hacía más que rasguñar mi estómago. Cada vez que sus uñas me tocaban la piel mis gemidos salían, suaves y roncos, y los disfruté como nunca antes lo había hecho.
Me apoderé de sus labios de nuevo, dejando su pecho libre para que este pudiese chocar con el mío. Jugué con sus cabellos, los revolví y agité.
- Pi, estamos en medio de la sala…-logró decir.- Sé que antes dije que el lugar no me importaba, pero es mi casa…-habló entre gemidos suaves.
Lo cargué y lo llevé al sillón, no podía ir más lejos, necesitaba estar con él, y no me importaba dónde fuese. Ahora era yo el que no podía parar, realmente ya no podía.
Le quité los pantalones en medio de besos, y entre ambos nos retiramos la última prenda, lo que sin darnos cuenta, nos hizo sonrojar a ambos. Acaricie su mejilla. Tenía miedo, pero él parecía estar seguro por lo que iba a dar todo de mí.
- ¿Estás listo amor? -lo giré, besé sus labios suavemente y luego su hombro y espalda. Asintió y cuando estaba por entrar sobre él escuché un chillido que me hizo detenerme antes de empezar.- ¿¡Qué pasa!? -pregunté asustado.
- ¡Una cucaracha! -chilló Toma otra vez.
- ¿Eh? -miré y no vi nada.
- ¡Ahí! -señaló debajo nuestro.
- ¿Dónde? -señaló el sillón en una parte cercana a su pecho y salió de abajo de mío para esconderse detrás de la mesa.
De un momento a otro la excitación parecía haberse ido.
- ¡Mátala! ¡Pi! ¡Mátala! -chilló desesperado.
- ¡Maldita cucaracha! -grité y con una revista la golpee tantas veces que el pobre insecto deseó nunca haber vivido. La revista comenzaba a despedazarse pero mi instinto asesino no parecía querer detenerse. Esa cucaracha sería mi peor enemigo, podía jurarlo.

martes, 5 de enero de 2010

Be loved XVIII~

La verdad pasé una tarde maravillosa junto a Yamapi. Era nuestra primera salida como novios, ya que desde que aclaramos las cosas, sólo habíamos estado juntos como pareja en nuestras casas. Se sentía diferente estar así en otra parte, sabiendo que cualquiera podría vernos de esa manera. Eso me ponía muy feliz, me gustaba la sensación de satisfacción al no tener miedo de mostrar nuestra relación en público. Aunque bien distinto sería si alguno de nuestros padres nos veían, sobre todo el papá de Pi. Pero bueno, gracias al cielo ninguno de ellos eran de pasar por un lugar como ese.
-Amor... -lo llamé de repente.
-¿Sí? -respondió acomodando un poco mis cabellos.
- ... te amo. -murmuré esbozando una gran sonrisa, la cual fue correspondida con otra suya.
Enseguida tomó mi barbilla para acercar nuestros labios y así fundirnos en un beso dulce. Al instante envolví mis brazos alrededor de su cuello, profundizando el contacto y haciendo que nuestros cuerpos queden aún más pegados. Sentía cómo su lengua bailoteaba junto a la mía en nuestras bocas, haciendo que fuera más complicado el paso del aire. Sin darme cuenta, ambos nos estábamos acariciando con ganas y ya me encontraba recostado en el pasto abajo del cuerpo de mi pareja. ¿En qué momento aquel beso se tornó tan apasionado? Mis manos ya se movían solas, había olvidado los límites que siempre me imponía para no tener que llegar a alguna situación extrema. Pero ya era tarde para detenerlas. Y tampoco quería que pararan.
Sus dedos estaban recorriendo mi espalda por debajo de mi camiseta cuando se separó bruscamente de mi boca.
-Espera, esto no está bien. -murmuró con la respiración agitada.
-No me importa. -declaré y volví a besarlo, retomando la atmósfera.
Él en un principio me siguió, pero volvió a detenerme.
-En serio, amor, paremos. Estamos en medio del parque y...
-¿El lugar es lo que te preocupa? -pregunté acercándome un poco a sus labios.
-¿Qué? -me miró curioso.
-Si eso te molesta, entonces... vámonos a casa. -dije completamente seguro de mis palabras. Me levanté y acomodé las cosas de la comida. Él hizo lo mismo casi por inercia, y pronto nos encaminamos a mi hogar.
Caminamos apurados y tomados por la cintura, incapaces de soltarnos en ningún momento. Llegamos en unos pocos minutos y apenas abrí la puerta supe que ni mis padres ni mi hermano se encontraban allí.
-Nadie en casa. -anuncié colgando las llaves.
Y esta vez no fui yo quien lo buscó. Fue él quien, con un movimiento repentino, me llevó contra la pared de la entrada para devorar mis labios salvajemente, acaricándome de vuelta y logrando que los roces sean aún más fogosos. No dudé en imitarlo, pronto volvimos a retomar ese ardiente clima.
-¿De verdad quieres... que lo hagamos? -preguntó con la voz ronca, claramente excitado con todo lo que estaba sucediendo.
Esto hizo que cualquier duda que tuviera, desapareciera.
-Por supuesto. -respondí mirándolo fijamente a los ojos.
Y a continuación, me separé un poco de él para poder levantar mi comiseta, despojándome de la prenda y arrojándola un costado.