Cuando me abrazó me sentí a penas un poco más calmo, pero tenía tantos pensamientos ondeando en la mente que no sentí aquel beso que Toma me dio en la mejilla. Parecía ser que mis sentimientos de sobreprotección serían muy difíciles de calmar, sobretodo porque estaba interpretando las cosas apresuradamente y mis conclusiones no eran demasiado alentadoras.
Bufé molesto… molesto con Ryuusei, molesto con Rina y molesto conmigo mismo por no proteger a mi hermana de la forma en que mi mente de hermano mayor me imponía.
Mi pequeña crecía pero parecía no darme cuenta, o más bien no quería hacerlo, ya que cuanto más crecía más pequeña a mis ojos se veía.
Me rasqué la nuca incapaz de avanzar hacia el comedor y encontrarme con frases como “Íbamos a tener sexo, y lo arruinaste” por parte de Ryuusei, o un “Quería que me hiciese suya” de Rina. Sacudí la cabeza, jamás permitiría que algo así ocurriese hasta que mi pequeña tuviera aproximadamente 30 años y estuviese casada.
- Amor, tranquilo…-susurró Toma.- Estás sacando conclusiones apresuradas.-dijo leyendo todo lo que pasaba por mi mente con tan sólo mirarme. O me conocía demasiado bien, o mi mirada era demasiado expresiva. O ambas.
Suspiré e intenté sonreír, aunque más que sonrisa fue una mueca. Mi novio me sonrió reconfortándome una vez más, para tomar fuertemente mi mano entre la suya y comenzar a caminar hacia el comedor. Una vez allí mi cara de “miedo, odio, confusión y sobreprotección” se volvió a plasmar en mi cara, haciendo que Ryuusei tragase saliva y que Rina mirara hacia la madera de la mesa con algo de pena y miedo.
El silencio fue tal que el mayor de los Ikuta suspiró y comenzó a hablar.
- Bien… ¿por qué tanto silencio? Hemos venido a hablar, por lo que…-Rina lo interrumpió levantando su mirada.
- Pi…-murmuró y la miré inexpresivo.- Vinimos porque queríamos hablar tranquilos.-suspiró.- Ryuusei quería decirme algo, no sé qué… pero me pidió por favor que necesitaba estar a solas conmigo para eso, porque le resultaba muy vergonzoso lo que iba a pedirme…-hizo una media sonrisa.
¡Error! Mal comienzo, esto me parecía una excusa de Ryuusei hacia ella sólo para pedirle que tuviera sexo con él y como sabe que a Rina le gusta, era obvio que diría que si. Apreté mis puños y me acerqué a Ryuusei.
- ¿¡Por qué la engañas!? Lo único que quieres es acostarte con ella, ¿verdad? -tomé su camiseta entre mis manos y prácticamente lo agité. Toma comenzó a acercarse pero antes de llegar a separarme de su hermano recibí una fuerte cachetada. Rina fue la que con sus dedos llegó a dejarme helado aún con las manos sobre Ryuusei.
- ¡El no quiere hacer nada Tomohisa! -chilló mi hermana.- ¡Él no haría eso jamás!
- Es cierto…-se escuchó un murmullo de parte del menor de los Ikuta.- Yo sólo quería… quería…-suspiró decidido subiendo la mirada.- ¡Quería pedirle que fuese mi novia! -soltó en un susurro mirando a Pi.
- Arruinaste mi momento, nuestro momento…-concluyó Rina conmocionada.- Y no es la primera vez…-dijo comenzando a soltar lágrimas de sus ojos.
Suspiré sintiéndome pésimo, pensando en que me había reclamado el hecho de haber arruinado su primer beso, y ahora había arruinado la declaración de Ryuusei.
Bajé la mirada y sentí que Toma me abrazó en cuanto hube soltado a su hermano. Rina corrió a los brazos de Ryuusei, y se abrazó a él llorando. Pero no de felicidad por su “pedido”, sino de bronca por mi culpa.
- Lo siento pequeña…-murmuré queriendo abrazarla pero ella no quiso aceptarme.
- Déjala… ya se le pasará.-dijo Toma en mi oído y me llevó abrazado hasta su habitación.- Deberías aprender a controlarte, ya no es una nena.-dijo suavemente mirándome sin dejar de sonreírme mientras que yo mantenía una expresión de tristeza en la cara.
- Ayúdame amor…-dije suavemente.
- ¿Eh? -me miró sin entender.
- Ayúdame a entender que Rina está creciendo, no quiero lastimarla una vez más.-completé para que entendiese y mi novio soltó una pequeña risa para luego besarme suavemente.
- Te ayudaré en todo lo que pueda, como siempre lo he hecho.-me dijo y lo abracé fuerte.
Lo único que pude hacer al llegar a su habitación fue llorar. Mi hermana era muy preciada para mí y si ella no me perdonaba, yo mismo no me perdonaría.